Mi patrona...

0.2

Capítulo 23: Planeemos la boda

 

Any esperaba sentada en su oficina viendo como los carros transitaban por las calles, pensando en que solo tres meses antes habían pasado antes de que tuviera una boda encima. El día no le alcanzaba para nombrar a las madrinas, a los personales del banquete, la fiesta, el lugar, las sillas y en fin. Todo lo que se necesitara para hacer una boda. Todo recaía en ella y en Alexandra que se había puesto en marcha para ayudar a su jefa. Vanessa también acompañaba ayudando un poco en cada paso que daba.

La chicas quedaron en el restaurante del centro. Comieron helados y dispuestas a buscar un vestido fueron a visitar las mejores tiendas de bodas en el centro comercial.

Una tienda estaba muy bien puesta en la esquina del centro comercial. Ella decidió entrar con todo lo que se le disponía en preguntar los precios y ver los vestidos. Empezó con un vestido de color negro. Le quedaba al cuerpo su figura era perfecta y sin remedios pensaba que podía hacer las miles de cosas con el. Desde bailar hasta escalar una montaña pues sus piernas quedaban muy reveladas. Ella salió del vestíbulo y se lo enseño a Alexandra quien esperaba afuera con Vanessa.

—¿Cómo me ven?

—Mami estas bien.

—Si me disculpa jefa… es una boda no un funeral. Aunque el vestido era de lentejuela, su color era negro y Any creyó que para una boda un color más vivo sería lo ideal. Aunque ahora veía que era difícil.

Volvió a escoger de los bastos vestidos que había en la tienda. Una empleada vino de manera rápida y se encargó de darle todo lo que ella pedía. Las compras eran los más esencial en esa semana. La encargada le trajo otro vestido, y ella rápida como un rayo se metió al mostrador a probárselo

Este le quedaba algo más apretado. Pero estaba bien en su cuerpo, su talla era perfecta. y el escote revelador hacia juego con la piel.  Un color azul cielo que le recordó a lo que paso seis Años atrás. Mientras miraba su figura puesta en ese vestido de boda.

 

Roberto estaba corriendo como siempre en el parque. Ejercitaba las piernas un poco, la juventud estaba en su cara. Un chico con futuro, un joven empeñado en ser detective. A su tesis solo le faltaba unas pocas páginas para culminarla y presentarla a la academia. Después de eso se casaría con su estimada y futura abogada Any Jun. De una de las familias más adineradas de la ciudad. Mas él no era tonto, sabía que ese dinero era sucio. En sus propias investigaciones aparecía un par de veces el nombre de Wang Jun. El mayor mafioso de Shangai. Pero él se enfrentaba a la adversidad con buena cara, tan siquiera ese era su lema.

Dos horas antes había quedado en cenar con ella. Así que se fue a su edificio y el resto del día la paso sentado en la computadora escribiendo algunas páginas. Finalmente había terminado su tesis,  ahora solo debía enviarla a la academia vía correo electrónico. Vio el reloj que colgaba en la parte superior de la pared de su habitación oscura y vacía. Las siete de la noche Ya.

Con velocidad se bañó y se puso un traje elegante para la ocasión, hoy iba a ser un día especial, ya había pasado tres años largos con el Amor de Any, las mejore cosas y las peores tragedias las habían superado juntos ahora era el mejor tiempo para entregarle la joya que estaba aletargada en la cajetilla roja minúscula. El vestía elegante y se vio un poco antes de salir y con una buena sonrisa el pelo castaño y ojos claro fue hacia el restaurante lujoso.

Un amigo le había prestado un carro para la ocasión, sus principios era humildes y no se podía costear un auto todavía, pero cuando fuera un detective grande seguro que compraría uno. La marca estaba en su reloj, la alarma de que se estaba pasando de hora sonaba con algo de intensidad. Apago el chillido que emitía su reloj de muñeca, pero se apuró por que la impuntualidad era algo que no le gustaba a su chica.

Prendió el carro y salió disparado al restaurante, un par de curvas más adelante le pareció algo muy extraño, un carro le seguía con sigilo, pero lo ignoro, solo era algo que estaba en su mente, solo como una paranoia que venía, por ser detective generaba ilustres imaginaciones. Por fin llego al restaurante, la chica estaba sentada en la mesa esperando por él. Una copa de vino estaba servida, y un vestido rojo bien puesto en las curvas de la fémina lo esperaban.

—Te tardaste mucho. Dijo ella.

—El trafico cariño.

Apresurado el hombre se sentó en la mesa. Casi saca la cajetilla pero un mesero les interrumpió.

—¿Que van a pedir?

Any miro a Roberto

—Lo que tú quieras. Respondiendo a la mirada.

Any pido algo del meno e Inmediatamente el mesero se fue a tomar otra orden.




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