Mi patrona...

0.3

El numero estaba marcando, pero cuando regreso la mirada a la carretera, el volante se volteo por causa de un atasco en la carretera, mandando a Roberto a un postal de electricidad.

El estruendo fue tan grande que gente salió de sus casas para ver que había pasado.

Acto seguido el otro carro llego al instante. Roberto estaba derramando sangre por todas las partes de su cuerpo. la cabeza estaba fruncida en el vidrio. Y sus manos marcando el número de su colega.

El hombre de abrigo largo se bajó del carro, y dio un vistazo al chico.

—No eres a quien busco. Miro a Roberto escrutándolo.

Roberto aun podía escuchar al hombre hablar. Jadeaba de dolor y un par de veces pudo gritar de dolor.

—Te sacare de la miseria.

El auto se encendió en llamas.

—Aquí voy muchacho, me lo agradeces en el infierno.

El hombre saco una pistola y sin miedo jalo del gatillo. Pegando un tiro entre ceja y ceja de Roberto.

Lo último que vio el joven detective fue la figura de un hombre fornido, con algunos bigotes, piel clara bronceada y de cabello rubio un hombre con el pecho destapado y pinta de mafioso.

A causa de esto dejo una chica ilusionada, con el vestido de novia comprado, y con ambiciones de futuro destruidas completamente. Una solloza esposa que jadeaba de dolor en la lápida del detective. Y una patrona que se prometió  no volverse a enamorar.

—Any

—Mama

Las chicas llamaban a Any quien estaba entretenida en sus recuerdos. La chica limpio sus lágrimas.

—Voy.

—Estas linda Dijo Alexandra.

—Sí creo que este es el mejor para la boda. Hizo una vuelta delicada dejando volar los pliegues del vestido.

—Mami te queda bien, papi va a estar excitado.

—No digas esas cosas pequeña Vanessa.

—Ok mami.

Las chicas se llevaron el vestido a la recepción y con una gran sonrisa la cajera las recibió e hizo la factura.

—Bueno ahora que queda jefa. Pegunto la secretaria.

—Solo queda que nos vayamos a hacer algunas cositas de bellezas.

La secretaria sonrío, el resto del día las chicas la pasarían en el salón de belleza poniéndose bien para la boda, aunque faltaban un mes para eso, pero a Any le gustaba estar más que preparada. Las unas se las pinto de rojo una manicura de alto nivel. Las señas estaba perfectamente delineadas y sus pestañas tupidas y rígidas de un color oscuro muy llamativo, combinado con los ojos claros de la bella chica.

Las cosas pasaron entre revistas de moda y compras. Mas la noche caía, la mirada de inseguridad en la jefa quedo plasmada, así que decidió despedirse de Alexandra y llamar a un taxi, la pequeña Vanessa estaba a un lado de ella, pero entre pensamientos de peligro o su instinto estaba gritando. Miro para los lados, con la intuición de que alguien la seguía. Pero anda fuera de lo normal.

El taxi llego, y Any subió algo apresurada. Vanessa jugo con la muñeca que llevaba. Any llevaba las bolsas de la compras, Sus manos estaban llenas. Entro como pudo en el carro aun teniendo que hacer un gran esfuerzo por controlar a Vanessa quien quería empezar a saltar en los asientos como lo hacía en el carro de su padre.

—No hagas eso Vanessa. —la chica se sentó obediente— Señor llevaba a la torre 2 del distrito comercial

El conductor afirmo con la cabeza y arranco el carro.

La media hora de camino lento pasaron volando, Any se mostraba más inquieta con cada segundo que pasaba, un presentimiento de peligro latía en su corazón. El conductor llego rápidamente a las puertas  del edificio.

—ya llegamos señora.

Any pago al conductor y se bajó rápidamente. Acto seguido saludo al vigilante de la torre, el mismo samaritano ayudo a Any a llevar las bolsas a su edificio.

—Señora alguien la está esperando arriba. Dijo el portero.

—¿Quién es? Una mujer no quiso decirme el nombre.




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