Mi peor cliente

CAPÍTULO 18

Las ventanas de la oficina están un poco empañadas, y el sol gris del viernes entra filtrado, dándole una iluminación cálida a todo.

— ¿Estás bien?— me pregunta Marcos, mirando mi expresión con una atención que me intimida un poco.

— Sí...— respondo, todavía en shock —Solo que... no puedo creerlo. Vos ya sabes que nunca me hicieron una fiesta sorpresa.

Él inclina la cabeza hacia un lado, como si eso lo entristeciera.

— Bueno, entonces esta va a ser la primera de muchas.

De todas las cosas que podría decir, esa es la que decide quemarme desde adentro. Me llevo el vaso a los labios para evitar responder cualquier estupidez romántica.

Nos sumamos a los demás. Todos están charlando, comiendo, riéndose. Me ofrecen medialunas, masitas, alfajores. Yo acepto absolutamente todo porque estoy tan nerviosa que, si no mastico algo probablemente empiece a llorar de la emoción.

Escucho a algunos compañeros decir:

— ¡Marcos no nos dejó irnos hasta que aceptáramos venir!
— Nunca lo vi tan emocionado por algo.
— Che ¿Que onda entre ustedes?

Me río, hago como que no los escucho, pero mi cara debe estar color bordó. Marcos, mientras tanto, sonríe extensamente, como si esos comentarios no le molestaran para nada, al contrario, parece estar orgulloso de ellos.

Después de un rato comiendo y conversando con todos, él desaparece detrás de la puerta de la sala de reuniones. Lo veo moverse rápido, como tramando algo más.

— ¿Y ahora qué está haciendo?— murmuro para mi misma.

Valentina aparece a mi lado y se ríe —Ay, nena. No ves nada. Están los dos hasta las manos ¿Se dieron cuenta no?

— Valen...

— Es que cómo te mira— me dice, con una media sonrisa —No me digas que no te diste cuenta.

Quiero responder, pero Marcos regresa.

En sus manos trae una caja rectangular, envuelta en un papel brillante color plata. Tiene un moño azul arriba. Se acerca caminando despacio, con esa mezcla de nervios y seguridad que solo él puede tener.

— Sofía— dice frente a todos. Su voz suena grave y suave al mismo tiempo —Quería darte esto desde hace semanas... pero pensé que hoy era el mejor día.

Mi corazón salta como el de una niña pequeña. Él posa la mano sobre la mesa al lado nuestro, como si necesitara sostenerse antes de hablar.

— Esto es para vos— dice con una seriedad que me sorprende.

— Marcos... Ya fue mucho lo de la fiesta, esto no era necesario— empiezo a decirle.

— Quería hacerlo, quería que tuvieras esto.

Cuando esta en mis manos, abro la bolsa despacio. Saco la caja envuelta que hay dentro de esta. Siento mucho peso.
Mi respiración se detiene.

Cuando rompo el papel puedo ver lo que es, una cámara.

Una cámara profesional, negra, hermosa, nueva de paquete. Es una Nikon, una de esas que solo veía en vidrieras o en la página web, una de esas que sabia que no podía comprar, al menos no si seguía trabajando como mesera en la cafetería de parque rodó.

Me tapo la boca. Los ojos se me llenan de lágrimas sin poder evitarlo.

— ¿Cómo...? —logro susurrar.

— Me contaste que siempre quisiste estudiar fotografía y que no tenías la cámara— dice él, bajito —Y... no sé. Sentí que te la merecías después de tanto trabajo, se que algún día vas a poder estudiar lo que amas...— hace una pausa —espero que me dejes estar ahí para verlo.

Me tiembla el pecho. Me tiemblan las piernas. Me tiembla la voz.

— Marcos...no lo puedo aceptar... esto es demasiado.

— Claro que no— responde sin dudar —Vos mereces esto y más, pero al menos ahora la vas a poder usar cuando puedas — hace una pausa, mirando mi cara de sorpresa —Si no te gusta, puedo cambiarla...

— ¡No!— lo corto rápido —Es... perfecta. Marcos, de verdad... gracias.

Él baja la mirada por un segundo, como si la emoción también le pesara.

—Me alegra que te guste.

No puedo evitarlo, ahora sí, las lágrimas se me desbordan de los ojos. No lloro fuerte como para que todos escuchen, pero lloro. Marcos da un paso hacia adelante, como si quisiera abrazarme, lo veo dudar, así que soy yo la que se acerca. Me sostengo fuerte de su abdomen, Hundo mi cara en su pecho por un momento mínimo, pero honesto.

— Gracias— susurro aun llorando —De verdad. Nunca nadie... había hecho algo así por mí.

Él sonríe. Lo siento hacerlo.

— Que la disfrutes, mesera linda.

Todos los demás nos interrumpen con un grito en conjunto.

— ¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL! ¡VAMOOOO! ¡URUGUAY NOMA!

Ah, sí, Olvidé mencionar que también hoy esta jugando Uruguay, amistoso contra España.

Ambos nos reímos por la situación. El ambiente entre nosotros se afloja un poco.

Después de un rato largo, no veo a Marcos por ningún lado, pero luego de unos minutos lo veo parado en el medio de la sala y aplaude para llamar la atención de todos.

— Bueno, gente— dice él, sonriendo —... ya hablé con Recursos Humanos.

Todos lo miran con cara de "¿Qué hizo este rubio ahora?"

— Y oficialmente...— continúa —¡Somos elfos libres! Nos podemos ir ahora.

Gritos colectivos explotan en la sala.

— ¡Grande, Marcos!
— ¡Así sí da gusto laburar!
— ¡Vamo' arriba!

— Pero para— añade Valentina, levantando una mano —¿No les copa ir al bar que esta acá a la esquina?

Más gritos. Más aplausos, todos alabando la idea de mi amiga.

Valentina se me acerca y me empuja suavemente con el codo.

— Yo si fuera vos ya lo estaría besando, sinceramente.

— ¡Valentina!

— ¿Qué? ¡Estoy diciendo la verdad!

Marcos aparece a mi otro lado.

— ¿Vamos?— me pregunta, ofreciéndome su mano como si tomarla fuera lo más natural del mundo.

La tomo.

No debería, pero la tomo.

— ¿En serio hiciste eso?— pregunto, riéndome incrédula.

— Obvio— dice él —¿Cómo no íbamos a festejarte como corresponde?



#5202 en Novela romántica

En el texto hay: cafe, cafeteria, uruguay

Editado: 04.12.2025

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