Mi peor cliente

CAPÍTULO 19

No sé en qué momento pasé de sentirme apenas un poquito más suelta a estar directamente riéndome sola de la espuma de la cerveza en mis labios, pero acá estoy, apoyada en la mesa del bar mientras Valentina me mira, esta sentada a mi otro lado, con una sonrisa pero con una mirada que delata lo que está pensando en realidad; que soy un animal recién nacido, uno que está descubriendo la vida por primera vez.

— Sofi... ¿Estás borracha?— dice entre risas y preocupación.

— ¿Borracha yo?— pregunto, señalándome con el dedo, que por cierto, casi me lo hundo en el ojo por accidente —No, no, no, solo... solo estoy... feliz. Re-feliz. Como... como cuando te ganas un chivito gratis.

Valentina se tapa la boca para que no se note lo fuerte que se quiere reír. El bar está cálido, con las paredes llenas de esas luces amarillas que me hacen sentir como si estuviera dentro de una película, una barata pero linda. A lo lejos suena la playlist de rock Uruguayo que Marcos le pidió al DJ, Cuando lo veo noto como está tarareando "Cielo de un solo color" de la banda "No Te Va Gustar".

Yo sé que estoy borracha. Lo sé porque siento como todo me causa gracia sin razón alguna, porque ya no siento mis mejillas de tan calientes que están y porque cada vez que miro a Marcos me parece más lindo de lo que recordaba hace cinco minutos.

Él está a mi lado, sentado casi en el borde de la silla, pero inclinado hacia mí como si estuviera listo para agarrarme cada vez que me balanceo por el alcohol. Sus ojos recorren mi cara con una mezcla rara de ternura y "por favor no me vomites encima".

— Sofi ¿Querés agua?— me pregunta.

— Quiero...— muevo mis dedos en el aire como para agarrar las palabras, parece que en este mismo momento se me olvidó por completo todo el abecedario —Quiero decirte que tenes las manos tipo... ¿Vos sabías eso?— hablo mientras giro de pronto, en dirección a Valentina.

Marcos parpadea varias veces. Valentina se inclina un poco hacia él.

— Ahora es tu problema— dice, dándole un golpecito en el hombro.

La fiesta empieza a apagarse de a poco. Algunos compañeros ya se fueron, otros charlan en voz baja. Yo intento comer una papa frita pero le erro por un centímetro y se me cae sobre la mesa. Valentina me la acomoda en la mano, ayudándome a comerla.

— Sofi, me quiero enojar con vos pero no puedo— me dice —Sos un desastre, pero muy adorable.

— Awww, gracias valen— respondo a nada de largarme a llorar, trato de abrazarla, aunque casi me caigo de la silla.

Y entre todo ese caos, veo que Marcos se levanta hacia la otra punta de la mesa. Habla bajo con sus amigos, con nuestros compañeros, casi en un susurro. Su cara está seria, pero tranquila. Yo me quedo mirándolo, incluso cuando esta lejos de mi así de estresado no puedo evitar que... me den ganas de tocarle el entrecejo para que se relaje un poco.

Cuando vuelve, se sienta muy cerquita mío.

— ¿Me prestas tu teléfono? Quiero hablarle a tu madre —me dice con voz suave.

— ¿Mi mamá? ¿Por qué? ¿Qué le hiciste?— pregunto alarmada y después me empiezo a reír otra vez de lo que dije ¿Qué podría hacerle él?

— Nada, Sofi. Solo quiero avisarle que te llevaré a tu casa. O... si está bien para ella, que te quedes en la mía. Tal vez te necesitaba para algo y por eso prefiero preguntarle.

Lo miro con los ojos entrecerrados. El mundo ante mis ojos se gira un poco. Mi pecho se siente acelerado, pero ese no es el alcohol.

Le paso mi teléfono con el contacto de mi madre ya abierto en la pantalla, él comienza a escribir en el teclado y yo apoyo la cabeza en su hombro sin permiso, porque en este estado ya no me queda dignidad alguna. Veo cómo escribe:

Hola Cristina, soy Marcos, el compañero de trabajo de Sofi. Perdón que le escriba sin conocerla, pero Sofi tomó un poquito de más. Está bien, solo un poco mareada. Si le parece, puede quedarse en mi casa hasta mejorar. Pero si la necesita allí con usted, la llevo ahora a su casa sin problema.

— "Tomó un poquito de más"...— repito el mensaje, riéndome sola, de nuevo, por algo sin sentido —Qué dramático, además, vos no hablas así.

Él me acomoda el pelo detrás de la oreja, con una suavidad que hace que me olvide de que estoy borracha.

Le llega una respuesta casi enseguida.

Marcos la lee en voz baja, y yo solo puedo intentar seguirle el movimiento a sus labios:

Hola Marcos. ¿Cómo estás? No te preocupes, muchas gracias por avisar. Si ella está bien puede quedarse contigo. Tengo comida acá en casa y yo voy a está bien. ¿Pasó lindo el cumpleaños?

Marcos sonríe. Esa sonrisa que puede derretirme aun más que la cerveza.

Escribe:
Siiii, la pasó muy lindo. Le hicimos una sorpresa y estaba muy contenta. Gracias por confiar en mí. La voy a cuidar bien.

La respuesta de mi mamá llega casi enseguida, él suspira suave.
Gracias a vos por acompañarla. No veía a Sofi así de feliz desde hace mucho. Gracias de verdad.

No sé si es el alcohol, pero me emociono. –Y me emociono mucho–.Sin permiso, las lágrimas me llenan los ojos.

— ¿Estás llorando, mesera linda?— pregunta Marcos, acariciándome la mejilla con suavidad.

— No estoy llorando— digo, evidentemente llorando.

— Bueno, gente— dice él, alzando solo un poco la voz, para que los demás lo escuchen —Se terminó la fiesta por hoy. Ya es algo tarde y Sofi está... bueno, ya la vieron.

Valentina aparece a mi lado, ya con su abrigo en la mano, casi lista para irse.

— Che, cuídala ¿Sí?— le dice a Marcos mientras este me acomoda el pelo detrás de la oreja —Y si necesita algo, de verdad, mándame un mensaje. Yo estoy despierta.



#5202 en Novela romántica

En el texto hay: cafe, cafeteria, uruguay

Editado: 04.12.2025

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