Mi Peor Pesadilla

Capítulo 12

Me dirijo hacia la puerta, quería estar segura que era él. Cuando lo veo me vuelve a hervir la sangre y recuerdo la humillación que pasé.
—SE PUEDE SABER A QUÉ VIENES. ¿Acaso se te perdió algo aquí en mi casa?— espetó con coraje.
¡Lo odio! No tiene una jodida idea de lo humillante que fue pasar por todo eso hoy en la mañana, Austin es una persona retorcida se satisface con el dolor y la miseria ajena.
En su mirada noto tristeza, arrepentimiento y frustración, aun no entiendo porque me trata tan mal, me hace daño y luego aparece arrepentido ¿Acaso está jugando? Si es así, no pienso dejarme, uno de los dos saldrá lastimado y esa persona no seré yo.
Entonces— hago una mueca de fastidio —hablaras o no, a ver déjame adivinar… mmm ya sé, estás aquí porque soy tu puerquito de experimento… o vienes a seguirte burlando de mí.
— ¡BASTA AMELIA!— doy un brinco del susto —déjame hablar, te lo pido— se relaja un poco.
Alguien tose falsamente atrás mío, veo por encima de mi hombro y es mi padre, Nick está a la par mía viendo a ese idiota fijamente.
Si las miradas mataran, seguramente ese ya estaría tres metros bajo tierra enterrado boca abajo, pensé, contrólate Amelia.
—Habla— hago un ademán restándole importancia.
Después de dar una explicación tan insignificante, doy la vuelta dejándolo con la palabra en la boca. Qué le crea la abuela, ¡Pero no yo!
Escucho que atrás mío cierran la puerta y pisadas que me siguen. De un momento a otro me echo a llorar, como una niña cuando pierde su globo.
Debo ser fuerte, no debo dejarme caer por alguien que no lo vale y menos que me trata tan mal. Pero me es imposible, todo lo que he sufrido por su culpa, vergüenzas que me hace pasar, espero un día termine todo este sufrimiento.
Transcurre la cena con normalidad, hablamos de cosas triviales agradezco que nadie mencionó lo de Austin. Hasta que Nick empezó a contar unos sus chistes tan graciosos que hizo que olvidara el sin sabor de boca de hace un momento.

***

Tres días han pasado de lo ocurrido, me encuentro sentada en el patio trasero del instituto pensando en todo lo ocurrido.
Desde hace tres días soy molestada por Austin, ya no soporto más está situación pero si huyo sería una completa cobarde. Dejé de ir a la cafetería por culpa de él, no puedo andar sola por miedo a que me haga daño. Ya no tengo vida ni siquiera puedo ir con mis amigas a pasear, porque corro el peligro de encontrarlo.
¡Dios mío ayúdame!
Entre tanto pensamiento no me di cuenta cuando Lissa una compañera estaba a mi lado.
—Mel, debes esconderte pronto escuché a los amigos de Austin decir que te jugarían una broma muy pesada.
Le agradecí la información y salí corriendo hacia mi lugar que consideraba seguro, rogando por no encontrármelos en el camino.
Aquí me encuentro en el cuarto donde el conserje guarda todos sus utensilios de limpieza, escondida detrás de muchas cosas, Lissa quedó de enviarme mensajes por cualquier cosa. Este lugar se ha vuelto mi escondite desde que me empezó a molestar.
Escucho pasos posiblemente sea don Martín que viene a dejar o a sacar alguna cosa. Me tapo la boca para no ser descubierta nadie sabe que este es mi refugio. Luego de unos minutos ya no se escucha nada así que decido asomarme por la ventana, no veo a nadie cerca tampoco estoy segura en sí debo salir.
Al tocar el timbre decido mezclarme entre los alumnos para no ver a nadie de su grupo. Al pasar por uno de los pasillos escucho que me dicen.
—Buen intento de quererme evadir Amelia— volteó a ver y ahí estaba él.
Intenté correr pero me agarró fuerte del brazo dejándome marcado sus dedos, mi piel empezó a ponerse roja de inmediato.
—Suéltame me lastimas— él sonrió apretándome con más fuerza.
No voy a negar estaba muerta de miedo, me removí del agarre, fracasando. Me llevó lejos del pasillo, a un lugar que no conocía.
Llegamos a un edificio en construcción dentro del instituto, estaba desolado así que nadie me escucharía, ni vendría a rescatar.
—Escúchame, niñata. Te odio porque empezaste a derretir ese hielo que hay en mi corazón y supe que te quería cuando ya no dejé de pensar en ti.
No me dio tiempo de responder porque sus labios estaban sobre los míos, al principio no supe qué hacer pero luego seguí el beso, era mi sueño hecho realidad. Nos separamos cuando nos empezó a faltar el aire.
—Te quiero de una manera que ni yo sé. Pero no puedes venir así por así a derretir este hielo que alberga a mi corazón— volvió a capturar mis labios.
Sentía como mi corazón latía muy fuerte a tal punto que llegué a pensar que se me saldría. Estaba tan feliz que solo el mismo causante de esta felicidad podría arruinarla.
Entrelazo sus dedos con los míos, se sentía tan bien, pareciera como si sus manos fueron hechas para encajar con la mía.
—Austin, también te quiero con todo mi corazón. A pesar de todo lo que me has hecho— me veía asombrado.
—Mi princesa entonces intentemos algo. ¿Te parece?
Hoy sí estaba en shock nunca imaginé que me lo fuera a proponer. Cuando me traía hacia acá por mi mente pasó muchas cosas como que me haría daño o me lastimaría pero no esto.
—Sí, sí quiero intentarlo contigo— lo abrace fuerte.
Lo que no sabía es que al haber aceptado mis momentos felices no serían muchos y mi sufrimiento sería el doble.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.