Mi Peor Pesadilla

Capítulo 13

Austin

Jessica me hizo entrar en razón, me porté como un patán al haber tratado de esa manera a Mel, le debo una disculpa.
—Austin debes ir a casa de Amelia y pedirle una disculpa— asentí.
—Sí, no quiero ir solo. ¿Me podrías acompañar, por favor?
Aquí vamos con mi amiga rumbo a la casa de mi princesa, estaba demasiado nervioso por mi mente pasaban miles de cosas desde que aceptara mis disculpas hasta que me corriera a escobazos.
—Bien, llegamos amigo— baje del auto nervioso.
Toque el timbre un poco dudoso en sí era lo correcto. Escucho pasos acercarse a la puerta, estaba a tiempo de echarme a correr.
—Llegaron tarde chi…— levanté la vista era Sophie la amiga de Amelia.
Era evidente que esperaban a alguien más que no era yo. Al vernos gritó qué hacíamos ahí, solo me encogí de hombros no era con ella con quién debía hablar.
Cuando mi princesa salió empezó a decir que yo estaba ahí porque ella era mi experimento, al final le expliqué todo pero como siempre no me creyó nada, se dio la vuelta y me dejó hablando solo, su amiga cerró la puerta en mis narices.
Volví al auto de Jess triste y decepcionado, al ver que detrás de ella había otro dándole apoyo sentí algo que nunca había sentido.
—MALDITA SEA MI VIDA—grite con rabia y le pegué a una de las llantas del auto con mucha fuerza.
Jessica me abrazó por detrás mientras me susurraba que todo va a estar bien, pero ¿A quién quiero engañar? Sé perfectamente que nada está bien y cada vez que intento enmendar mi error terminó metiendo la pata de nuevo hasta el fondo.

***

Desde hace tres días que mis amigos y yo nos dedicamos a hacerle miserable la vida a Amelia, por qué ni yo lo sé. Ya no quiero molestarla ella sufre y yo también. Todavía recuerdo cuando estuvo a punto de ser atropellada y todo por mi culpa. No hay día que Lux me pregunté por ella y lloré que la quiere ver.
Hoy tenía de misión terminar con las humillaciones hacia ella, la busqué en la hora de la comida y no la encontré.
Al tocar para entrar a clases la vi escabullirse entre los demás así que le salí adelante.
La sujete fuerte y la llevé al edificio que están construyendo dentro de nuestro instituto.
Respiré profundo y le confesé que la quiero, que ella ha desvanecido el hielo que estaba alrededor de mi corazón.
La besé como nunca jamás había besado a ninguna chica. Junté su frente con la mía y con una mano le acaricié una mejilla.
—Amelia, ¿Quieres ser mi novia?
—Sí, sí quiero ser tu novia— Por un momento pensé que me diría que no, me abrazó, olía tan bien que aspire su aroma a vainilla.
Salimos del edificio de la mano, debía conseguirle un permiso para que pudiera entrar a clases igual que yo, así que fuimos a la enfermería me costó convencer a Micaela que nos lo diera, mi reporte era por náusea y diarrea y el de Mel por dolor estomacal y de cabeza.
Al llegar al pasillo donde ella debía doblar para llegar a su clase, nos detuvimos un momento, me vio fijamente ladeando un poco su cabeza.
— ¿A la salida como nos portaremos?— dijo mientras jugaba con mi mano.
—Como lo que somos, novios, nena. Me esperas porque te llevaré a casa. — sonrió.
—Te veo en un momento entonces. Te quiero Austin— le di un corto beso.
—Te quiero más.
Ella empezó a caminar rumbo a su clase y yo a la mía. Me sentía completamente feliz al fin pude decirle lo que siento. Trataré de ser lo mejor para ella.
La hora de salida se había llegado así que me encontraba sentado frente a la clase de mi chica esperando a que saliera. Me sentía nervioso como si realmente fuese mi primera novia.
Veo que empiezan a salir de ese salón, y mi Meli no salía hasta que al fin la veo salir con sus amigas quienes al verme dejaron de sonreír, me levanté y caminé en dirección a ellas lo más seguro que no les ha contado nada solo me veían como bicho raro.
—Amor— saltó a mis brazos —llevas mucho tiempo esperándome.
—No, preciosa, vine hace cinco minutos— la abrace fuerte.
Sus amigas abrieron los ojos a más no poder y su mandíbula parecía que se les iba a desprender.
—Chicas, no les había contado pero Austin y yo ya somos novios— se pusieron rojas de lo furiosas que estaban.
Tamara, Skyle y Sophie la miraban fijamente como esperando que esto fuera una broma, al ver que entrelace nuestras manos, dieron por hecho que si éramos novios.
Sin decir adiós las tres chicas se fueron dejándonos solos.
Vi como uno de mis amigos se acercaba a intentar molestarla.
—No te atrevas a volver a molestar a mi novia, Josh, o te juro que me olvido de nuestra amistad y te parto tu cara bonita— la abracé y él se fue.
Caminamos hacia el aparcamiento, tal como le dije la llevaría hasta su casa. Le abrí la puerta de copiloto.
El trayendo del instituto hacía su casa era relativamente corto, así que decidí ir despacio.
Ella iba observando por la ventana, en un semáforo en rojo me detuve y la observé muy bien ¡Dios qué imbécil he sido todo este tiempo!
Llegamos a su casa.
—Sana y salva señorita Ripoll— le dije mientras aparcaba para bajar a ayudarle.
—Gracias señorito Parker, es usted muy amable— hablo en tono burlón mientras me daba la mano para descender del auto.
No quería irme, no quería desprenderme ni un ratito de ella, pero estaba seguro que volvería por la noche para verla y desearle lindos sueños.




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