Mi Pequeña Alma

1. Un pedacito de mí

 

EokqIkDEFktkCgKelcZCjzudWjwdfJ76NdzAAsvIyZ1tKbLzqLy6Ky5ROdNuT1W02kJVPUXCnsDgTQexsQjTJf46b1rhW_E9xZkOkOXusNEaHMDG_gXtWAwPop_UkWss0acW2CgL3qXm

 

Melissa 

Con tan solo diecinueve años estoy viendo como mi mundo se derrumba por completo al escuchar palabras hirientes que rompen en mil pedazos, un corazón que en este momento está loco de amor por quien yo creía era el hombre perfecto.

—¡Deja de ser tan terca Melissa y deja de llorar! Vamos, te deshaces del problema y seguimos con lo nuestro. Mañana, todo esto será parte del pasado, no lo recordarás. 

—No. ¿Cómo puedes pedirme que haga algo así?  —Niego indignada, acunando con mis dos manos mi vientre como un símbolo de protección.

—Eres solo una niña, tu carrera está iniciando, tienes toda una vida por delante, y… yo, soy un hombre comprometido, en pocos meses me casaré y será con mi esposa, con la única mujer con quien tenga hijos porque tengo un prestigio y un apellido que cuidar. Lo siento, pero no me puedo hacer cargo de ti, ni de ese bebé.

—¡Eres un mentiroso! ¿Cómo pudiste hacerme esto? Me dijiste que no tenías a nadie, ¡llevas meses jurando que me amabas! 

—Eres hermosa Melissa, me gustas y quería tenerte, aún podemos continuar, pero sabiendo que solo serás la otra y no puedes quedarte con ese bebé que solo sería un problema para ambos.  Di que sí chiquita, sé que me amas, no lo dudes.   —Me habla tierno, con mucha seguridad e intenta acariciar mi rostro.

No se lo permito, reacciono rápido y no lo pienso, solo me dejo llevar por la decepción que estoy sintiendo, y con todas mis fuerzas, cegada por la ira y el dolor que me está causando, mi mano choca contra su rostro dejándole mis dedos marcados.

—Cerdo mentiroso, a mí no me vuelvas a buscar.  —Mis palabras llenas de rabia lo hacen enfocar sus ojos en mí, y tomo eso como la última mirada que compartiría con el ser despreciable, que me está exigiendo que interrumpa mi embarazo como condición para  continuar con él. 

Camino afanada hacia la puerta de salida de aquel departamento, donde pasé muchos días y sus noches a puerta cerrada con un hombre nueve años mayor que yo, quien me prometió esta vida y la otra. ¡Qué ingenua! Fui cegada por sus palabras llenas de mentiras, por un deseo que domino mi ser y por un falso amor, que inocentemente creí ver en sus ojos. 

—¡Melissa, no puedes irte! ¡No puedes tener ese hijo! ¡No puedo correr el riesgo de que me metas en problemas con mi familia!  —Me grita cuando ve que estoy por cerrar la puerta para largarme.

No me detengo, salgo al pasillo y camino rápido rumbo al ascensor. 

—¡Detente! ¡No hagas las cosas más difíciles! No me hagas obligarte a…

 Alcanzo a escuchar su amenaza antes de que las puertas metálicas empiecen a cerrarse, lo ignoro y oprimo el botón que me lleva al primer piso.  Llego a la recepción, el portero me mira con tristeza al ver el mar de lágrimas en el que estoy envuelta, esquivo su mirada y ahogándome en llanto, apresuro mi andar intentando alejarme de esta triste y dolorosa pesadilla. 

—¡Melissa! ¡Espera! —habla fuerte quien aparece lleno de enojo, me alcanza y me agarra fuerte por una de mis muñecas— ¡Te dije que vas a interrumpir ese embarazo y es lo que harás! —Se impone apretando muy fuerte mi mano, haciéndome retorcer del dolor. 

—¡No me obligues Federico, por favor! —Le ruego llorando, cayendo de rodillas a sus pies, cuando la presión que está ejerciendo sobre mi mano es insoportable— Déjame ir, te juro que no me volverás a ver. Te juro que mi hijo y yo, desaparecemos de tu vida. Has de cuenta que no existimos, por favor. 

—¡No te creo, a la primera aparecerás a joderme la vida, y no puedo correr ese riesgo! ¡Te vienes conmigo a la clínica donde nos están esperando para el procedimiento!  Hoy, me deshago de quién puedes utilizar como arma, para derrumbar mi mundo con los míos.

La frialdad de sus palabras me hiere más de lo que ya estoy, por lo que no puedo dejar de llorar, mientras niego frenéticamente asegurando, que no lo haré. 

—Jamás me volverás a ver, te lo juro. 

—¡Que no puedo arriesgarme, no seas tonta y deja de rogarme que no me vas a convencer!  Vamos y sales de eso, me lo vas a agradecer cuando puedas seguir con tu vida sin estorbo —Insiste con su crueldad, se agacha, me toma a la fuerza por los hombros haciéndome levantar de donde sigo arrodillada suplicando por la vida del pequeño ser que tengo en mi vientre. 

—¡No seas insensata, mujer! Hazme caso, tú no estás preparada para enfrentarte a la vida con un hijo, y yo, no puedo darme el lujo que traer a un bastardo a este mundo, mi vida y mi carrera están en riesgo si mi nombre se ve manchado con un error como este.

Sus ofensas se vuelven solo un eco lejano porque como mecanismo de defensa blindo mi corazón para que su afirmación infame no me vulneren más. «Él no lo vale» 

—¡Te dije que no lo haré! Y… ¡No lo haré! Es mi hijo y no permitiré que tú ni nadie lo lastime —Le grito enojada, armándome de valor para desafiarlo y me muevo con brusquedad cuando su agarre se intensifica, igual que su enojo.



#345 en Novela romántica
#137 en Chick lit

En el texto hay: #amor, #drama, #romance

Editado: 04.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.