Mi Pequeña Flor

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POV Alida


¡Qué vergüenza! Este pequeño traidor me acaba de descubrir mis senos y su padre lo presencio todo, camino hacia la habitación de Andrew y me siento en la mecedora para dormirlo, lo arrullo y le canto una canción suave hasta que se queda dormido, lo acuesto en su cuna y lo arropo bien, le doy un beso en la frente y enciendo el radio monitor de bebe.


Salgo con cuidado de no hacer ruido, bajo las escaleras apago las luces y me voy a la habitación, entro y me meto directo a la ducha, me desvisto y enciendo la regadera, cierro mis ojos enjabonando mi cuerpo, de repente siento unas manos grandes acariciarme, me asusto y volteo asustada, me quedo sorprendida, paralizada y muda ante su presencia.


-Mi pequeña Flor— se me hace un nudo en la garganta al escucharlo me hace recordar el tiempo que estuvimos juntos y me decepciono, siento mis lágrimas rodar por mis mejillas— no llores hermosa, lo siento, lamento irrumpir en tu privacidad, pero es que me estoy volviendo loco— me abraza y siento su cuerpo temblar, está totalmente desnudo como yo.

-Eddie, por favor sal, tu esposa puede salir a buscarte— le digo sollozando.

-No digas nada— se separa un poco y me besa con deseo.

-Esto está mal— me acaricia desesperado y besa todo mi cuerpo, me pega de la pared y me sube sobre sus caderas, gimo fuerte al sentir como me penetra.

-Shh, mi Flor— me besa acallando mis gemidos y apretando mis nalgas, me penetra con fuerza y desesperación, clavo mis uñas en su espalda al sentir mi orgasmo llegar, me baja y me da vuelta, coloca mis manos en la pared y separa mis piernas, vuelve a penetrarme agarrándome de las caderas, luego lleva una mano a mi clítoris estimulándolo, empieza a embestirme duro y lento, reparte mordisco en mi hombro y cuello, jadea fuerte llenándome de su semen.


Después de regular la respiración terminamos de lavarnos y salimos a la habitación, veo que se va a poner la ropa y se la quito bruscamente de la mano, el me mira furioso y yo trago saliva.


-No... no es... no es suficiente para mí— le digo nerviosa y asustada.

-¿Qué?— dice confundido, lo agarro del brazo y lo llevo hasta la cama, lo empujo hasta que queda acostado y me monto encima, lo beso desenfrenada, acaricio su cuerpo, voy repartiendo besos desde su cuello, abdomen y llego a su miembro, lo meto en mi boca y lo succiono, lo agarro con mis manos masajeándolo y vuelvo a meterlo a mi boca hasta que está completamente erecto y duro, me incorporo y me ubico encima de su erección, la introduzco dentro de mi gimiendo, estoy tan agitada al igual que él, me muevo cabalgándolo con deseo, aprieta mis caderas y sigue el mismo ritmo— oh si, si mi flor, así nena, me encanta, estoy casi, no pares— aumento un poco más y llegamos al clímax juntos, me levanto y me siento en la cama para regular la respiración.


Me levanto y me meto al baño nuevamente, es una locura, por más que lo pienso cometí un error, ¡Dios! ¿Qué hago? Me lavo de nuevo y salgo de la habitación, se ha ido, me ha dejado sola como la última vez que lo vi, <<cuanto odio eso de ti Eddie>> pienso. Me visto con mi pijama, enciendo el radio monitor de bebe, me acuesto y tengo un sentimiento de culpa y decepción, ha sido casi dos años sin sexo que no me pude aguantar, cierro los ojos y doy vuelta hasta quedarme dormida.


Al día siguiente.


No está, ni él ni su esposa están, decidieron irse juntos y dejarme a mí sola la responsabilidad de Andrew, aunque no estaban todo el tiempo con él, me entristece que se hayan ido, al menos uno de los dos debería haberse quedado.


-¿Pero quién es la cosita más bonita?— juego con el pequeño después de que ha comido, se ríe mucho y me agrada verlo feliz, son casi 4 meses cuidándolo y me he apegado a él.

-Los señores no dijeron nada de viajar juntos, que inesperado ¿verdad?— dice Ana una de las chicas de limpieza.

-Cierto, es extraño, antes se la pasaban viajando por separado, pero desde que el niño nació se han preocupado en cuidarlo y que la señora se mejore— dice Vicky otra de las chicas de limpieza.

-Cállense, si Rosa las escucha se va a molestar— las regaña Fabiola, la que lava la ropa.

-¿Que tanto secretean ustedes?— aparece Rosa sobresaltándolas.

-Nada— dicen al unísono y se marchan de la cocina, ella se ríe y niega.

-Cada vez que los señores no están esas tres se ponen a criticarlos, ¿Quieres que te ayude con Andrew para que desayunes?— me pregunta amablemente.




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