Mi Pequeña Luna

Capitulo III

Viernes; el último día de la semana. Día que es esperado con ansías, pero yo desearía que nunca hubiese existido.

Volví a buscar entre tantas manadas y nada, sin rastro; Y preguntas recurrentes siempre aparecen en mis momentos de debilidad para atormentarme.

¿Por que mejor no me doy por vencido de una vez? ¿Porque sigo alimentado esperanzas perdidas? ¿Porque sigo añorando encontrar a alguien que quizás no existe?

— Noah — la voz de Zed se hace presente en el despacho — Amanda esta aquí — me informa y por el tono que empleo al hablar a kilómetros de distancia se puede notar lo enojado que esta al pensar que ella sera la nueva luna de la manada.

Y no era para menos. Había tenido y no puedo decir el placer porque el conocerla era todo menos placentero, un encuentro con ella hace dos días y puede confirmar que la chica era realmente hermosa, pero lo que tenía de hermosa lo tenía de fastidiosa.

— Hazla pasar — No me molesto en levantar la cabeza ¿Porque tengo que pasar por esto? Al fondo del pasillo se escucha el repicar que hacen sus tacones al hacer contacto con la madera, sobra decir eso me fastidia de ella, hasta con el simple echo de que respire.

— Hola amor — su molesta voz hace acto de presencia en mi despacho irritando mi sensibles oídos.

¿Cómo puede una persona fastidiar tanto con lo hace Amanda? Pues ella tiene ese don, ella tiene el poder de sacarme de mis casillas con solo tenerla enfrente.

Exhaló fuertemente y presionó el puente de mi nariz tratando de controlar la ira — No te vuelvas a dirigir de esa manera hacia mí — le informo — más bien dime que mierda quieres y lárgate de una vez de aquí — definitivamente no estoy de humor para aguantarla, ni hoy, ni nunca.

— Ay que genio — se sienta en la silla que se encuentra al frente de mi escritorio — de verdad que tienes un genio del asco — murmura — te vengo a informar que la cena de nuestro compromiso sera pasado mañana por la noche — sonríe. Quisiera no ir, es una completa mierda tener que asistir a una celebración de la cual no quiero ser participe, tan solo si fuera con mi mate.... Todo seria tan distinto.

— Si Amanda, ahí estaré — sigo revisando el papeleo referente a la manada hasta que siento que se posa a mi lado — Aléjate de mi, Amanda — espeto furioso.

— Noah muy pronto seré tu esposa, tendrás que tenerme cerca quieras o no — pone sus manos sobre mis hombros ¿Acaso quiere morir? Las retiro bruscamente y por tal acto ella también termina enojando sé por mi constantes rechazos — ¿Sabes que? Me importa una mierda cuanto me odies, en menos de lo que piensas ante los ojos de todos seré tu Luna y eso no podrás cambiarlo.

— Si, puede que un papel diga que serás mi esposa pero es muy distinto que yo te considere como mi Luna — me levanto de la silla y apoyo las palmas de mi manos sobre el escritorio, asustandola — escucha bien lo que diré por que no lo volveré a repetir. Luego que la boda se realice te quiero lo más lejos que puedas estar de mí porque no dudaré ni un instante en hacerte pagar toda esta absurda farsa — ella retrocede algunos pasos — ¡Largo de aquí!

Ella bufa y sale del despacho azotando la puerta, cuando el sonido del repicar de sus tacones ya no se escuchan más, me acerco a la venta y miro hacia el cielo el cual se encuentra oscuro y con nubes grises anunciando que pronto habrá una tormenta. Desde que llegue de mi viaje ya hace una semana no ha hecho muy bien tiempo, y es una lástima ya que la única manera de desahogar todo el enojo que siento es saliendo a caminar por los prados de la manada.

Sé que Amanda no tiene la culpa, no tiene la culpa de mi mal genio o de mi mala suerte. Ella no se merece ser tratada de tal manera, lo sé, soy consciente pero ¿Qué puedo hacer?

No quiero culparme, culpar a la Diosa Luna, a mi padre, al destino o a Amanda. Pero por naturaleza y por sentirnos menos culpables consigo mismo, siempre buscamos a quien culpar.

Me quedo observando a través de la ventana hasta que empieza a llover y el cielo se ilumina por los rayos y centellas. Ver las gotas correr una separada de otra, luego verlas unirse en algún punto y luego desaparecer en al marco de la ventana me hace preguntarme ¿Acaso lograré encontrarme con mi mate antes de que desaparezca?

Los días de lluvia siempre han sido los más ramanticos, los días de lluvia solían ser mis favoritos por que gracias a ellos pasaba agradables momentos imaginando como sería pasar un día lluvioso al lado de mi mate pero ahora no eran más que días húmedos y fríos.

¿Por que me sigo haciendo esta clase de daño?

Caminé en círculos una y otra vez por el despacho hasta detenerme en la estantería de licores.

— Un trago quizás me pueda dar un poco de calidez - tomo una de las botellas de McDowell'swhisky y vuelvo a la ventana — a tu salud — cuando me disponía a tomar de la botella de repente la casa queda en total oscuridad al igual que toda la manada y a través de la ventana veo como algo envuelto en llamaradas de colores brillantes cruza el cielo e impacta en algún lugar del bosque muy cerca de mi territorio y segundos después vuelve la electricidad como al igual que la fuerte lluvia que hace tan solo algunos instantes caía, se detienen abruptamente.

¿Que está pasando?

Rápidamente dejo la botella aun lado y salgo del despacho decidido a ir en busca de lo que sea que haya caído, pero al pasar por la sala de estar me percató que todos se encuentran reunidos en el lugar.

— ¿Vieron lo que cayó del cielo? — pregunto una vez me poso a un lado de Zed.

— Si hijo, todos lo vimos caer — responde mi madre la cual se encuentra aferrada al brazo de mi papá.

— ¿Que creen que sea? — pregunta Anthony entrando por la puerta de la cocina y trayendo con él una rebanada del pastel de chocolate y se la entrega a Dulce.

— Gracias amor — del tanto amor que flota en esta sala, algún día podrían padecer un coma diabético.




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