Mi Pequeña Luna

Capitulo XI

— ¡¿Como que te gusta alguien?! — él empezó a gruñir una y otra vez y no para de reprocharme constantemente diciendo que si él tuviera el control, nuestra mate no estaría enamorada de otra bestia.

— ¡Eres un inútil! ¡¿Como puede ser?! ¡¿Como carajos permitiste que esto pasará?! — gritaba.

— ¡¿Como que amor imposible?! ¡¿Acaso ese alguien ya tiene mate?! — estaba sumamente exaltado y la sangre me estaba empezando a hervir añadiendo los insultos de él, la tristeza en los ojos de Willow me estaban empezando a cabrear y lo peor es que sabía que esto pasaría tarde o temprano. En la carta que encontré aquel día venía escrito. El mismo día en que encontré a Willow.

Que ella desearía tener a alguien que la ame como una mujer, como en lo que sea convertido y yo solo ingenuamente me había confiado, me había confiado en que ella me querría por ser su mate aún siendo totalmente ajena al tema.

Pero al yo no dar ese tipo de amor y solo aceptar la estúpida idea de mamá por esperar a que ella creciera, estaba pasando todo esto. Me sentía decepcionado por no cumplir con mi deber primordial como su mate, por no hacerla sentir amada por un hombre... Ella esperando a rellenar ese espacio que yo sin darme cuenta había abandonado, encontró un amor no correspondido en brazos de otro hombre.

Me dolía. Dolía como el infierno saber eso, me quemaba la piel, los sentidos ¡Todo!

Me arrepiento, me arrepiento de haber escuchado y seguido las palabras de mi madre cuando me dijo que ella era aún una niña y respete su decisión. Pero me puso tantas clausulas que ahora que Willow no me ve más que como un padre y no como un hombre. Le echaba toda la culpa a ella.

¡Todo era su maldita culpa!

— No, no tiene — contestó y sus ojos extrañamente brillaron cual luna llena — no sé desde cuando empezo a surgir este sentimiento en mi pecho, pero cuando me di cuenta ya simplemente me encontraba totalmente enamorada y sin retorno alguno — la brillante mirada que adornaba su rostro soñador, se desvaneció. Verla triste me causaba dolor, pero en este precisó momento, verla triste por saber que no tiene oportunidad con ese imbécil al cual quisiera encontrar y mandarlo directo al séptimo anillo del infierno; me causaba un regocijo en el pecho.

¿Como era posible que la desdicha de mi mate me causará alegría?

Pero lo hacía por que nadie, absolutamente nadie, me puede quitar el amor que esta predestinado a nacer entre nosotros. Nadie es digno de ella, excepto yo. Y todo aquel que osara a tocar una sola hebra de su blanquecino cabello o rozar la uña de su dedo meñique del pie.

¡Lo pagará con su vida! Y no estaba bromeando.

Su voz me trae de vuelta, esfumando mis pensamientos posesivos — sabe que existo pero él no me nota para nada. No sabe que me arreglo bonita para que él, que me maquillo como una chica mayor para que deje de verme como una a niñade una vez por todas, y que se enamore, que se enamore de mí - con forme habla sus ojos empiezan a cambiar y su enojo a incrementar - ¡Pero el muy idiota no se da cuenta! ¡Nunca se da cuenta!

El vaso de cristal que tenía agarrado entre sus manos termina quebrándose al igual que los demás vasos que se encontraban sobre la mesa.

Su repentino ataque de ira y los estallidos de cristales asustó tanto a los presentes que los guardias que se encontraban al frente de nuestra casa, entraron corriendo al comedor asustando aún más a los más pequeños de la familia. Tanto que Cedy y Candy empezaron a llorar.

Ella al ver el desastre que había causado se disculpó inmediatamente con todos especialmente con Dulce; y mi creciente ira había pasado a un segundo plano cuando la preocupación me invadió me dispuse a observar de que ella no se haya hecho alguna clase daño con los vidrios entre sus manos.

— ¿Estas bien? — ella asiente — ¿Están todos bien? — asienten — chicos todo esta bien, pueden tomarse un descanso — digo dirigiendome está vez a los guardias.

— ¡Gracias Alpha! — los chicos se retiran, no sin antes hacer una reverencia innecesaria.

Regresando la atención a las manos de Willow, noto que a lo largo de su mano derecha tiene una cortada y que de esta brota un líquido gris y no el característico color rojo carmesí... Pero eso no era lo único anormal ya que su herida empezó a sanar y a sellarse instantáneamente.

No quería llenarme la cabeza con preguntas que no podría responder por mi solo, es que habían tantas cosas de ellas que me descolocaba y unas de ellas era el ¿Por qué sus heridas sanaban tan deprisa? O su extraño lunar en forma de sol en su mejilla, el tatuaje en su espalda, la duda del el color de su sangre, ojos y pelo o el de como pudo reventar todos los vasos de vidrio al mismo tiempo. Habían tantas dudas en mi mente, pero este no era el momento de resolverlas.

Tenía que enfocarme en ella.

— Mírame — tomo sus manos y las apretó entre las mías. Al hacerlo se queja un poco y dejando de observar los cristales rotos y manchados de sangre grisácea sobre el mantel. Sus profundos ojos negros me observan — No importa si él no te quiere — sus ojos se oscurecieron trata de zafar sus manos de las mías pero las retuve con fuerza — me tienes a mi ¿Vale? Me tienes, me tuviste y me tendrás por siempre a tú lado.... No importa qué — repentinamente, esos mismos ojos que ahora se me hacen un poco bipolares se vuelven a llenar de Luz — ¿Sabes por qué? Por que te amo, más de lo que te imaginas.

Se escucha un falso carraspeo de garganta, al voltear me encuentro con que todos nos observan, bueno no todos ya que Max se encontraba mirando a aquel que al parecer fue el dueño de arruinar el momento en el que, entre palabras a medio decir le declaraba mi amor a Willow.

Que inoportuno podía llegar a ser ese niño.

Ella al ver a su mejor amigo de pie en el umbral de la puerta, se levanta de la silla y corre hacia él.

— ¡Sammy! — este la atrapa entre sus brazos mientras le acaricia la espalda tratando de consolarla.




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