Mi Pequeño Angel

Capítulo 1

Kale descendió a la tierra y como toda rutina fue al hospital, él ya sabía a la sala que debería ir, sus pies tocaron el suelo y observó desde lejos mientras se recargaba en la pared cruzando los brazos esperando a la niña nacer, al principio esto le resultaba maravilloso pero con el tiempo se hizo costumbre.

– ¡Empuja! ¡Un poco más! –gritaba el doctor.

Una mujer joven estaba dando a luz a su primera hija, su esposo estaba junto a ella tomando su mano.

– ¡Ahhhh! –gritó la mujer.

Segundos después un llanto resonó en la habitación y el hombre sonrió y beso la frente de su esposa.

–Lo hiciste amor, lo hiciste.

La mujer lloro y recargo su cabeza hacia atrás. Suspiraba aliviada pero aquel dolor que había sentido por tener a su hija, había valido la pena. La niña seguía llorando, el doctor corto el cordón para separarla de su madre, la envolvió en una manta de color rosa y se la mostró a la mujer.

Ella beso su frente y la saludo.

–Hola Maddy, papá y yo estamos muy felices de conocerte.

El ángel desde el rincón observaba la emotiva escena, observó al doctor retirarla y dárselo a una enfermera para que ella compruebe que todo estaba bien, después la llevo a una incubadora, el ángel camino y traspaso la puerta siguiendo a la enfermera, dejando a los emotivos padres estar a solas. Entro a una habitación llena de bebes recién nacidos y miro a todos, luego espero a que la enfermera la depositara delicadamente, la pequeña seguía llorando.

Segundos después la enfermera se alejo y el ángel camino hacia la cuna. A Kale no le gustaba que lloraran por lo regular le hacía pensar que sufrían. Coloco una mano sobre la incubadora y observo al bebé, tenía siglos sin cuidar a una niña.

2 años después

Kale observaba a Maddy jugar con un perro chihuahua que le habían regalado sus padres, Maddy era un niña aun, tenía dos años y su cabello le llegaba hasta los hombros, rubio como el oro y con ojos verdes, a Kale le dio risa cuando cortaron el cabello de la niña por primera vez, ella miraba sorprendida al espejo y no era como el resto que comenzaba a llorar.

El chihuahua de nombre "Bruno" mordía un peluche en forma de delfín que tenia Maddy, ella lo tomaba intentando quitárselo de la boca.

– ¡Mío! –gritó ella.

Kale sonrió de lado, observando a Maddy decir su primera palabra. Lástima que sus padres no estaban ahí para escucharlo. Bruno termino por quedarse con el peluche y Maddy gateo por la cama con sabanas blancas, su madre estaba en el baño y su padre estaba trabajando, era una imprudencia dejarla en la cama siendo aun una niña, pero ella sabia caminar. Maddy observó a Bruno bajarse de esta y ella gateo hacia el mismo lugar, el ángel se apresuro a estirar la sabana de la cama y Maddy cayó suavemente en esta, luego la coloco en el suelo, Kale no se había asustado, pues era solo una niña y sabía que tenía que estar de un lado a otro como cualquier bebe. Ella se río al estar en el suelo y al escuchar su risa, Kale sintió algo en el estomago.

– ¿Donde está la princesa? –se escucho desde el baño.

Maddy se levanto del suelo y camino hacia este, su madre abrió la puerta y le dio un susto ella se rió y cayó al suelo, de nuevo Kale sintió ese cosquilleo en el estomago. Frunció el ceño ¿Que era esto? Se preguntó.

Su madre, Evelyn, cargo a su hija rubia en sus brazos y la llevo escaleras abajo hasta estar en la cocina, Kale las siguió y se sentó en el sofá, observo a Evelyn dejar a su hija en el suelo.

–Quédate aquí ¿está bien? Mama ira a preparar la cena.

Ella no entendía, así que corrió detrás de su madre.

–No, Maddy allá –a punto a donde estaba antes –aquí es peligroso –dijo su madre.

Ella corrió hacia donde estaba y luego observó el sofá, Bruno estaba sobre este mordiendo el peluche que segundos atrás estaba peleando con Maddy. Ella camino hacia el sofá, pero no observó al cachorro, si no, al lado de él.

Kale frunció el ceño, prácticamente lo miraba a los ojos, su piel se erizo. ¿Acaso podía verme? Se pregunto Kale. No, es imposible. Se respondió.

Pero Maddy no dejaba de ver el sofá, Kale pasó una mano frente a la niña y ella la siguió con la mirada. ¿Esto era posible? Ningún ángel se había dejado ver jamás, no a menos que quisiera y en este momento, Kale no lo quería. Por alguna razón el corazón de Kale se aceleró, aquellos ojos verdes lo miraban con ternura y admiración.

– ¡Maddy! ¡Maddy! ¿Qué estás haciendo?

La pequeña miro a su madre y corrió hacia ella.

– ¿Que veías preciosa?

Ella seguía sonriendo y su madre miro el sofá, Kale frunció el ceño, Evelyn no podía verlo.

La madre suspiro.

–Cariño, sabes que Bruno no debe tomar tus peluches, ahora tendré que lavarlo antes de que lo toques.

¿Cómo podía ser posible que Maddy lo viera y Evelyn no? Kale no había usado sus poderes para dejarse ver y aquello lo dejo muy consternado.

5 años después

Maddy preparaba su mochila para ir a la escuela, tenía el cabello rubio en una coleta y tenía su uniforme de color azul, falda, blusa, calcetas blancas y zapatos negros.

– ¡Vamos mamá! ¡Llegare tarde otra vez! –gritó Maddy.

– ¡Lo sé, ya voy! –gritó su madre de vuelta.

Kale estaba sentado en la cama observándola, en este caso, no podía verlo y resulto extraño porque solo hace unos años Maddy con dos años de edad había visto a Kale en el sofá, ahora con siete años, no había vuelto a pasar el incidente, Kale decidido no decirle a los ángeles mayores, porque creyó que no era algo grave, puesto a que no había vuelto a suceder.

– ¡Listo, vamos, vamos! –gritó Evelyn

Maddy tomo su mochila y realmente estaba pesada, Kale observó la mochila por dos segundos y Maddy sintió la mochila más ligera, se detuvo antes de cruzar la puerta de su habitación mirando hacia atrás, observo todo el cuarto y frunció el ceño.




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