Mi Pequeño Angel

Capítulo 18

No podía creerlo, un hermano o una hermana como fuera lo iba a querer con todas mis fuerzas. Tendría un hermano ¡por dios! Lo que sentía justo ahora no podía describirlo con palabras, solo sabía que estaba temblando y llorando en los brazos de mis padres.

– ¿Entonces? ¿Estás feliz? –preguntó mamá

– ¿Feliz? ¡Estoy emocionada! tanto... que estoy llorando –limpie las lagrimas que se escaparon de mis ojos y me aleje del abrazo de mis padres.

–Pensamos que ibas a molestarte –comentó papá.

– ¿Por qué debería? Ya era hora de que me dieran un hermano, aunque lo hubiera preferido antes para ser de la edad pero no importa –negué con una sonrisa –gracias por darme la noticia de una manera especial.

–Hay pizza cariño –dijo mamá aun con una sonrisa

–Iré a dejar la mochila –apunte hacia las escaleras con mi pulgar.

–No tardes –dijo papá mientras caminaba hacia la cocina.

– ¡No lo haré! –grite mientras tomaba la mochila y trotaba hacia las escaleras y subí rápidamente hasta llegar a mi habitación, deje la mochila sobre la cama y camine hacia el baño para lavarme la cara pensando que era un sueño, cuando me mire en el espejo sonreí.

– ¿Puedo saber porque estas tan feliz?

Mire a la puerta por el espejo y vi a Kale con los brazos cruzados en su pecho y mirándome divertido.

– ¿No escuchaste?

–Acabo de llegar –dijo él.

Me di la vuelta y tome una toalla para secarme la cara, cuando termine lo deje sobre el lavamanos y camine hacia él.

– ¿Por qué desapareces mucho? ¿A dónde vas?

Su sonrisa se borro y fue sustituida por una mueca, con ambas manos tomo mi cara y beso mi frente quedándose ahí más tiempo del que acostumbraba.

– ¿Pasa algo? –le pregunte sintiendo el terror crecer dentro de mí, ¿y si los demás ángeles sabían que estábamos juntos? ¿Y si se estaba despidiendo? lo abrace y sujete su camisa con fuerza.

–No voy a irme, si es lo que estas pensando

– ¿Entonces?

–No hay nada de qué preocuparse, enserio. –acarició mi mejilla y sus ojos azules me miraron fijamente

– ¿Lo prometes?

No dijo nada y su silencio me confirmo que no estaba bien.

– ¡Maddy! ¡Baja a comer, la pizza se enfría! –gritó mamá.

–Tú y yo vamos a hablar de esto más tarde –le dije y me aleje de él para bajar por las escaleras.

Baje y de nuevo vi a mis padres sentados, repartiendo la pizza, me senté junto a ellos y tome dos rebanadas que era lo único que podía ingerir de pizza.

Mientras comíamos hablamos sobre mí día en el colegio, el trabajo de papá y sobre mi madre y el embarazo, se había dado cuenta que estaba embarazada cuando tenía dos semanas, así que habían tomado bastante tiempo para decírmelo, al final del día, después de haber ayudado a mamá con los platos sucios subí a mi habitación donde Kale me estaba esperando.

– ¿Ahora vas a decirme que pasa? –pregunte cerrando la puerta detrás de mí.

Él estaba sentado en la cama mirándome, el cabello lo tenía despeinado y podía asegurar que se había pasado la mano por el cabello más de diez veces. Y en vista de que no decía nada me senté en la cama detrás de él y lo abrace por la espalda, recargue mi cabeza y cerré los ojos.

Él suspiro.

– ¿Es que acaso no me tienes confianza? ¿Por qué no quieres hablarme sobre lo que pasa?

–Te la tengo pequeña, es solo que...

– ¿Qué? –pregunte abriendo los ojos y recargando mi barbilla en su hombro, él me miro.

–Tengo miedo.

– ¿De qué? –pregunte confundida.

–Te estar lejos de ti.

– ¿A qué te refieres? –sentí mi corazón acelerarse – ¿Acaso los ángeles saben...?

–No, no –se apresuró a decir. –Eso es lo último que me preocupa.

–Entonces...

–No quiero decírtelo. –admitió derrotado.

–Tienes miedo a lo que pueda decir... ¿verdad?

Él asintió.

–Está bien, hablaremos mañana si quieres, hoy ven y duerme conmigo.

Deje de abrazarlo para acostarme en la cama y esperar a que él se uniera conmigo, lo hizo y me abrazo por la espalda, entrelazamos las manos por encima de mi estomago y sentí su frente en mi nuca, suspire para tranquilizarme y cerré los ojos para poder finalmente dormir en sus brazos.

– ¡Arriba, Arriba!

Desperté sobresaltada, mire a la persona que estaba a mi derecha con las manos en su boca tratando de ocultar su sonrisa.

–No es gracioso –la fulmine con la mirada.

– ¿Te asuste? –preguntó Clara

–No...Que va –dije sarcásticamente y arrojándole una almohada, ella la esquivo y luego quito las manos de su cara.

–Se nos va a hacer tarde para ir al colegio ¿por qué crees que estoy aquí? No es para venir a verte dormir eh.

–Maldición –murmuré y me levante de mala gana, tome mi toalla no sin antes dirigir la mirada hacia mi cama donde hace unas horas Kale estaba durmiendo conmigo.

Cuando había terminado de bañarme y arreglarme me despedí de mamá ya que mi padre se había ido al trabajo, no entendía porque mamá no me había despertado como de costumbre, no desayune con ellos y Kale, a él no lo había visto.

–Vamos, mueve tus piernas –me dijo Clara mientras caminábamos/trotábamos hacia el colegio, después de lo que me pareció una eternidad llegamos y justo a tiempo, la campana acaba de sonar.

– ¡Te veo luego! –gritó mi mejor amiga al trotar por el pasillo para llegar a su primera clase a tiempo.

Sonreí y camine hacia mi clase, para mi suerte el profesor aun no había llegado y suspire de alivio, me senté y saque mi cuaderno, esperando con ansias el receso para poder comer.

Cuando vi a mis amigos en la mesa jugueteando sonreí y me senté junto a ellos.

–Hola –salude.

–Hola nena –dijo James.

–Hola Mad –dijeron Scott y Liam al mismo tiempo, fue gracioso porque ambos se miraron cuando terminaron de saludarme, confundidos por su espontánea coordinación.




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