Ya contar los días no era importante para mí en aquellos momentos... Pero por lo poco que recordaba, había pasado más o menos una semana en el paraíso tan tranquilo en el que ahora vivía. Era tal cual una burbuja de tan sólo una rutina con la que empezaba a encariñarme
Convertirme por completo en "madre" era divertido, a veces cansado, desesperante, maravilloso, era totalmente una experiencia única que amaba experimentar sin importar qué
Oliver también estaba disfrutando de sobre manera su estadía en el nuevo lugar, y no lo culpaba; tenía a mamá para el solo todo el día, tenía a papá la mayor parte del tiempo, a Amanda que siempre nos consentia con aperitivos deliciosos, y también a Kristal, que a pesar de todo ahora convivía más con nosotros y había armado una linda relación con Oli, que disfrutaba de hacer travesuras a su lado
No habíamos tenido novedades acerca de los maleantes que nos hicieron huir, habían desaparecido por completo sin dejar un rastro, y eso nos hacía estar más alerta la mayoría del tiempo fuera de casa en vez de relajarnos como tanto añorabamos
Y aunque a veces sonreíamos, sabíamos que alguien estaba tras nosotros
Sabíamos que nuestra estabilidad estaba en peligro
(...)
—¡Mami!—Aquel grito feliz de Oliver me hizo sonreír con cariño, y así como salí del auto me agaché y abrí mis brazos para recibirlo en un abrazo
—Hola bebé hermoso, cómo te fue hoy?—Cuestioné besando su mejilla regordeta y tirando su bolso en los cojines del carro, para luego entrar a los asientos traseros y emprender camino a casa otra vez
—Bien, jugué con los niños y comimos la merienda—Habló recostándose en mi pecho y jugando con uno de los mechones de mi pelo
—Comiste las galletas que te hizo Amanda, estaban ricas?—Cuestioné curiosa acariciando su cabello también, el asintió sonriendo con emoción —Que bueno! Y compartiste con tus amiguitos nuevos?—Volví a preguntar sonriente, a lo que él se quedó callado por unos segundos y después negó con suavidad
—Esas eran para mí —Justificó mirándome de reojo—No para ellos, verdad?
—Bueno...—Pensé ladeando la cabeza —Quizá tienes razón, para la próxima supongo que te especificaré—Reí un poco y lo apreté contra mí haciéndolo reír un poco, segundos después el auto se detuvo en frente de la casa y bajé la mochila de Oliver junto con él en mis brazos
Oliver estaba yendo a un cuidado en el que podía convivir con niños de su edad, jugar, aprender un poco de lo que vería en preescolar, que ya sería bastante pronto, entre otras pequeñas actividades extracurriculares que lo hacían feliz y lo mantenían entretenido la mayor parte del tiempo
—¡Ya llegamos!—Informó él apenas cruzamos la puerta, solté una risa suave y lo dejé en el piso de pie, él automáticamente corrió por las el pasillo buscando por toda la casa con una sonrisa —¡Nana!—Empezó a llamar a Amanda por toda la zona baja de la casa, el jardín, la cocina, el baño
—Cariño, recuerda que le dimos días libres a Amanda ahora que estoy aqui para que descanse un poco —Le recordé en un suspiro mientras caminaba a la cocina para preparar el almuerzo
Escuché que musitó un "Ohh" como recordando lo que claramente le había informado el día anterior, que por lo que veía, no había prestado atención
—¿Y cuando vuelve?—Cuestionó llegando a la cocina y sentándose en un pequeño banco al lado del mesón. Lo suficientemente cerca para verme, pero lejos para evitar accidentes
—Pues... No lo sé, en unos días —Mencioné algo distraída mientras sacaba las cosas de las alacenas. Aún no me acostumbraba a los diferentes tipos de acomodo de las cosas. Oh, de que debía alimentar a alguien más aparte de mí y la papilla de Oliver
—¿¡Días!?—Cuestionó exaltado haciendo una mueca —Pero yo quería mostrarle lo que aprendí —Se quejó cruzando los brazos
—Ay, pero me las puedes contar a mí y a tu papá —Hablé intentando consolarlo mientras me volteaba para verlo
—No es lo mismo—Murmuró haciendo un puchero —La extraño...—Agregó suspirando
—Pero si apenas se acaba de ir anoche —Ladeé la cabeza algo confundida—¿No te gustaría pasar más tiempo conmigo?—Cuestioné agachándome para mirarlo mejor, él se quedó en silencio, y terminó encogiéndose de hombros
—Supongo—Se encogió de hombros, no muy convencido
—Auch—Me quejé haciendo un pequeño puchero—Mira, que te parece si llamo a tu papá y le digo para pasar el día juntos y salir a pasear—Ofrecí acariciando su cabello—¿Te parece?
—¿Y comemos helado?
—Todo el helado que quieras—Acepté con tal de hacerle sentir bien y que cediera
—¡Sí, sí quiero!—Exclamó dando saltos felices—¡Vamos, vamos, vamos ya!—Repetía jalando mi mano con insistencia para que le siguiera a la puerta
—Pero, cariño, el almuerzo—Recordé riendo un poco y deteniendolo, hizo un puchero
—Pero maaaa—Alargó abochornado—Yo no tengo hambre—Mintió jugando con mi mano, apretandola un poco
—Pues yo sí, así que te relajas—Avisé soltandolo—Además, falta que venga tu papá a comer
—¿Puedo llamarlo para que venga ya?—Asentí, ahora centrandome en la cocina, escuché como corrió a la sala, luego como marcó los números del teléfono de casa y esperó el silencio—Hola! Puedo hablar con mi papá? —Hablaba con la recepcionista—Gracias!—Hubo otro corto silencio—Hola papá! Ven a comer!—Sonrió—Sí, ya la comida está lista, se enfría!—Fruncí el ceño, eso no era del todo cierto
Bajé la llama de la estufa y me encaminé hacía donde él hablaba, me acerqué desde atrás y coloqué el altavoz, sorprendido al rubio
—La cómoda aún no está lista, faltan unos diez minutos más o menos—Desmentí cruzando los brazos, el pequeño hizo una mueca
—¡Pero de aquí a que vengas ya estará lista!
—Oli...—Hablé suspirando—Cálmate, si iremos, ok? Lo prometo
—¿Iremos a dónde?—Finalmente habló Víctor claramente desubicado
—Al parque—Respondí sonriendo un poco—Sí podemos, verdad?—Pregunté rascando mi nuca, si Víctor me dejaba mal, estaríamos en problemas