Mi pequeño secreto

Capítulo 1. Tiempo atrás


 

cinco años atrás 

 

 

Bianca
 

—Tendremos las mejores vacaciones de todas. mi papá  me dio un mapa para la playa que queda más cerca del hotel, dijo que no nos apartemos del grupo y tengamos cuidado con los chicos. Todavía no quiere nietos y tampoco que...

—Ya entendí, ya entendí, no alcohol, no chicos.

—Eso nos quita parte de la diversión, pero que más da. Tus padres no son como los míos.

—¿Quien dice que no? Papá no me dejara tener novio hasta los dieciocho años, y lo permitió porque mamá y mi tío Damian intervinieron.

—No me menciones a tu tío. Sigo estando loca por él.

—Te dobla la edad.

—No me importa, entre mas maduros mejor.

Mi amiga es un caso perdido.

Mis padres me permitieron venir a Brasil de vacaciones con mis compañeros de la universidad con la única condición de portarme bien. Ambos son estrictos y papá desconfía de todo el mundo, menos de mamá, a esa mujer la tiene en un pedestal. Pero ellos confían en mi, es por eso que me han dejado viajar sola hasta acá, los enorgullece tener una hija como yo  y haré todo lo posible para no defraudarlos.

Hemos llegado con cinco de mis amigos y compañeros a Río de Janeiro, dos de mis profesores y dos padres de familia para que la situación no se salga de control. Lo que no saben es que ya se salió de control en el momento que aceptaron traernos a la urbe cosmopolita de Brasil.

El sitio es como lo imagine y googlee antes de viajar. Vi tantos lugares llamativos que necesito ir a todos ellos y sacarme muchas fotos para llevarle a mi hermana, ella también quería venir pero su comportamiento tiene muy enojados a mis padres.

—¿Vamos por una bebida? Hace calor.

—Primero deberías avisar a los tutores ¿no?

—Que te valga un huevo lo que digan los profesores, hemos venido a divertirnos

Clau es esa amiga que mis padres no toleran porque la ven de mal ejemplo, pero también es muy estudiosa y buena onda.

Este lugar tiene vida nocturna increíble, en Londres no se ve nada parecido a lo que sucede aquí. Escucho la música pero no puedo distinguir el género aunque mi cuerpo hormigueo por bailarlo.

Camino tras de Clau pero en un momento la pierdo de vista entre el tumulto de bailarinas exóticas que cruzan la calle, ¿es un carnaval? las personas me empujan y celebran cualquier cosa en lo que van. Las mujeres son diosas, literal. ¿Cómo  hacen para tener esa cintura? La mia parece llanta de tractor.

Un vejete me pasa empujando con su brazo gordo que pesa mínimo seis kilos y me lanza contra el suelo llevándome entre mi cuerpo a alguien más.

—Chiquilla...—rechina los dientes el hombre debajo de mi. El hombre habla perfectamente mi inglés —¿Podrías moverte? Tengo mejores cosas que hacer que estar debajo de ti, al menos no en medio de la calle.

—Oh, lo siento, yo... me han empujado ¿que no lo vio? —murmuro apenada. Mi cara no deja de arder en vergüenza, mi primer día aquí y ya cometí una estupidez.

—Será porque estas atravesada en su camino.

Un tipo de traje me coge del antebrazo y me levanta con una sola mano. Le ayudan al señor de camisa blanca y pantalones de marca, tensa su mandíbula al verme. Vaya, es muy alto, el doble de alto que mi padre.

—Apártate de mi camino —chista en orden

—¿Me esta dando una orden? —eso cambia todo el rumbo de las cosas, el desfile se ha alejado y espero que mi amiga regrese por mí.

—Pereira, apártala de mi camino. Llego tarde a mi reunión.

El tal Pereira me mueve como un simple saco de papas atravesado, detras de mi está un auto lujoso tipo van color negro.

El hombre se sube a la camioneta y baja el vidrio para verme. Dios, es realmente muy guapo, y debe ser una persona importante para llevar consigo seguridad, su pinta es de uña hombre muy elegante y sus ojos negros me ponen a temblar. Sube el vidrio del coche mientras esté se aleja, eso fue extraño.

—¿Donde estabas? —Clau me sorprende, estaba súper conectada viendo el auto alejarse. —Te perdiste  el desfile ¡mira! conseguí boletos para una excursión mañana.

—¿Para qué? No venimos de excursión, Clau.

—Pensaras lo contrario  cuando te diga para que son.

—He chocado con un hombre maleducado.

Clau y yo regresamos al hotel donde nos estamos hospedando. Mis amigos llegan rato después con una botella de alcohol que no sabría decir de dónde sacaron tan rápido.

—¿Vamos a la playa? —Patrick dice.

—Por favor, no menciones la playa, Clau querrá ir y ya es tarde para salir del hotel.

—Alla tu si quieres pasar toda la semana encerrada aquí, nosotros si iremos—. todos los chicos salen a divertirse.

Estoy muy apegada a las reglas de mis padres. Quisiera ser normal por un día, como ellos. Me cambio de ropa y también salgo del hotel, debieron ir a la playa más cercana, son un grupo visiblemente rebelde así que no será difícil de encontrar.

Los veo a lo lejos, bailando con un grupo de más chicos. No me he acercado a ellos pero puedo distinguir a Clau, mi hermana estaría feliz de estar aquí. Meto mis pies al agua y termino empapándome toda, amo la playa.

—¿Y tú quien eres? —el corazón me brinca en el pecho del susto. Dos hombres de trajes negros y pinta de maldad me miran con los brazos cruzados.

—¿Qué? —susurro.

—Está parte de la playa es privada —escupe uno de ellos. —¿quien te dio  permiso para entrar?

—No lo sabía, señor... yo, lo siento. Me iré ahora mismo con mis amigos.

—Tendrás que venir con nosotros. Él señor decidirá qué  hacer contigo.

¿Cúal señor?

—No es necesario, señor, de verdad me iré ahora mismo. No tiene que decirle nada a su jefe.

Empieza a asustarme.

—Tranquila, no te haremos daño. Son reglas de nuestro patrón —el otro hombre habla y me provoca más calma el tono de su voz, aunque su compañero lo ve queriéndole decir algo.

El primer hombre rodea con su mano fría y grande mi antebrazo, es grosero y antipático. Dejo mis zapatos perdidos en la arena porque el muñeco de aparador no deja que regrese por ellos. Me conduce a una especie de casa apartada de la civilización, con enormes palmeras y una piscina grandiosa.




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