Alex Teixeira
—Viajes, más viajes y viajes. Todo es viajes en mi vida, he pasado mis treinta años viajando de un lado para otro, ya estoy cansado de viajar.
Mi padre escucha mis cotilleos sin decir una palabra.
Esta acostumbrado a escuchar.
Mi traje es aburrido como todos los aspectos de mi vida, el color me da migraña como de costumbre. Me he encaprichado con reclamar diariamente los viajes que tengo que hacer y esta vez es un definitivo.
Mudarme a Londres, Regino Unido. La mirada penetrante de mi padre me hace buscar mi buen humor en algún lugar recóndito de mi mente. Mi mandíbula casi se quebró de la fuerza que hice cuando me dijo que en vez de él debería ir yo a trabajar a la empresa Smirnov. Habíamos hablado de eso, mi hermana se haría cargo y resultó que decidió cambiar de sueño y convertirse en estilista en un pequeño puesto en Londres.
Me resulta abrumador tener que empezar en otra empresa, francamente odio hacer estos cambios en mi vida. Siempre había sido mi padre quien asistía a eventos, a galas, a reuniones con extranjeros. Me he acostumbrado tanto a mi rutina que salir de ella me parece una estupidez.
—No recuerdas la empresa de Sacha Smirnov.
—No.
—Fuiste a esa empresa cuando eras un mocoso, hasta cargaste a su hija pequeña—. Bien por mi, pero no lo recuerdo, y para ser franco me da lo mismo.
—Que bien —respiro como un toro cabreado.
—Quita esa cara, en algún momento sabrías qué pasaría. Te lo dije desde hace cuatro años que tenía acciones y pequeños negocios con Sacha. Solo estaba esperando el día para llegar hasta allá, soy viejo y estoy cansado, prácticamente estoy cayendo en mi féretro ya.
—Estas fuerte como un roble, papá. Déjate de ridiculeces.
Le gusta exagerar porque sabe que le sale tan bien que casi todo el mundo podría creerle que es un dulce anciano moribundo sin nadie que mueva un dedo por él. Si supieran que es un viejo rabo verde, ojo alegre, le gustan mucho menores que él y hasta su dinero en darse vida de lujos.
—Bueno, ya, ya, no es para tanto. Me acaban de avisar que tu oficina está lista, el señor Smirnov es un hombre serio. Ten cuidado con él y con su esposa porque la mujer es preciosa —me advierte.
De tal padre tal hijo.
—No voy a conquistar mujeres como lo hiciste tu toda la vida.
—No sabes de lo que te pierdes.
Palmea mi hombro con tanta burla en su tono de voz.
—Irasema te está esperando en la entrada. La mujer no deja de llorar a moco tendido ¿hay una forma de que te la lleves encima?
—Irasema es como tu —susurro.
—Pobre chica, extrañará tus desplantes.
Irasema no va con nosotros pero se queda siempre en la empresa con mi papá. Es indiscutible, y aunque ella moría por ir conmigo porque me tomo cariño por mis faltas de educación con ella pero el jamás le falte el respeto.
Salgo de lo que será mi antigua habitación, los autos de mi padre están todos estacionados en fila en el garage. Si algo abundan en esta casa son los autos, atravieso el portón y me bajo del auto que me llevará al jet.
—¡Señor Teixeira! —Mi secretaria aprovecha para acercarse y abrazarme sin pedirme permiso —Lo voy a extrañar tanto, señor. ¿Volverá pronto?
—No lo sé, no es seguro.
—¡Ay, no! Por qué —solloza. Va a ensuciar mi traje con sus mocos —usted fue muy bueno conmigo, lo extrañare.
—Igual yo, Irasema. Nos veremos después ¿bien? Te seguiré llamando.
Me subo al auto de nuevo y el chofer toma camino al jet.
Cuando mi padre me dijo que yo iría a Londres tuve que pedirle que me lo repitiera varias veces porque no lograba diferir lo despreocupado y su falta de remordimiento para haberme conectado con una empresa de turismo y acciones en Londres de dicha forma que dejar Brasil era la única salida.
—Que tenga un buen viaje, señor.
—Gracias, Pablo. Cuida a mi padre, por favor, el anciano pierde la cabeza al estar solo y creerse un niño que puede hacer travesuras.
—No se preocupe por él, estará bien.
Me despido de él con un abrazo de hombres y subo a la nave. Todo en este lugar es pomposo, todo lo contrario a mi estilo de vida. A mi padre le encanta exagerar en lujos y detalles innecesarios para un lugar como este.
Nunca pensé que dejaría Brasil por tanto tiempo, el lugar que me vio nacer y me crió.
Donde conocí a Bi...
Soy lo suficientemente importante para asumir esta responsabilidad, total, si las empresas que acabarán siendo mías y de la soza de mi hermana. Ella no tiene idea de nada de esto, intento aprender y fracaso en el camino. Somos dueños de docenas de compañías multimillonarias, difícilmente de encontrar en países como éste pero todo fue gracias a mis padres, mamá venía de una familia acomodada y petrolera que le heredó lo que ahora es mío.
Llame una vez a Bianca, lo recuerdo bien, me puse una borrachera encima y solo pensaba en ella. No me la podía sacar de la cabeza, ese día quería arrasar con todos... fue un momento estúpido de mi parte, entre más pensaba en ella más imbécil me sentía por haberla dejado ir y no responder a sus llamadas cuando ella fue quien me buscó. No está en mis planes buscarla, tenemos vidas diferentes, completamente. Aquellas noches quedaran en el olvido.
🌵
—¿Cómo has llegado? Hijo.
—Estoy bien, papá. En dos horas tengo que verme con Julen, hemos quedado para hacer el papeleo. Mándame toda información que tengas lo antes posible.
—Le dire a Irasema que te lo envió lo antes posible. Nos estaremos comunicando.
El edificio es de mi gusto, al menos mi secretaria se encargó de lo mejor. El edificio queda cerca de la empresa, en una calle poco transcurrida y sin ruidos, como me gusta.
Aflojo el nudo de mi corbata y me deshago de ella, también del saco gris y mi reloj. Tengo problemas para concentrarme en algo, el aire de Londres es diferente, hay un olor en este lugar que me recuerda a Bianca... no sé cómo es eso posible, ella Iliana inocencia, a ingenuidad. No soy un hombre romántico, el amor es un asco, solo puedo tener amor por mí mismo, lo demás es cursi.
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Editado: 24.07.2022