Mi pequeño secreto

CAPÍTULO 3

Aina

Paso un mes desde que mi hermano se fue de Barcelona y se fuera a New York, ya que lo necesitaban para cerrar un negocio. Y sí, mi hermano es vicepresidente de la empresa "Davies Connection" que es nada más y nada menos unas de las primeras y mejores empresas sobre el mundo de la tecnología y ciberseguridad. Trabajando a mano del magnate Axel Davies, el padre de mi hija.

Salgo del ascensor adentrándome a mi departamento cargando en brazos a Iana que en el camino se quedó dormida. Luego de visitar a mis padres y pasarme por la empresa para recoger algunos informes y al enterarme de que tengo que viajar a New York para cerrar un negocio con la empresa de Axel Davies para el diseño y publicidad de sus próximos productos al lanzamiento. Quise rehusarme y que vaya otra persona en mi lugar, pero mi padre insistió tanto que yo era persona de su confianza y termine por aceptar.

Y lo tendré que volver a ver después de siete años... ¿Se acordará de mí? O ¿no?

Acomodo a Iana su respectiva cama despertándose al dejar de sentir mis brazos. Observa a su alrededor sobándose sus ojitos con las manos.

—Ya llegamos mi amor.

—Me cambias mi ropa mami —se sienta —¿Puedo dormir contigo mami?

—Solo tenemos que ponerte tu pijama —beso su nariz y busco en su armario su pijama para ponerla —. A ver cariño alza los bracitos.

Alza sus bracitos y le quito el polo que tenía puesta y lo acomodo el pijama haciendo lo mismo con su pantalón y medias. Le tomo de la mano para ir hasta mi habitación, pero niega para que le cargue en brazos y así lo hago la cargo y nos dirigimos hacia mi habitación. Abro la puerta y la acomodo en mi cama mientras que me voy al baño a ponerme mi pijama y lavarme el rostro, quitándome el poco maquillaje que llevo.

Salgo ya cambiada y me acuesto en la cama, Iana se acomoda en mis brazos poniendo su cabecita en mi pecho y sus manos alrededor de mi cintura.

—Mami.

—Dime amor —beso su frente.

—¿Por qué papi no llama o no me viene a verme? —pregunta sin dejar de abrazarme.

—Porque papi no se encuentra aquí y está trabajando, cariño.

Me dolía que preguntara por su padre y yo no sepa decirle la verdad. Iana para su edad era muy preguntona y muy inteligente, sabiendo diferenciar las cosas que estaban mal o bien.

Me siento tan cobarde al mentirle a mi propia hija.

Y a la vez vivo con miedo de que él se enterara de que tiene una hija conmigo. O que esa persona me busque como lo hizo hace siete años.

—Papi es muy bonito porque sale en la tele.

—Sí, cariño.

—¿Tú quieres a mi papi como yo te quiero a ti mami?

Como le explico.

—Es complicado amor, pero yo a ti te amo con todo mi ser.

—Yo también te amo mucho, mami.

Beso, su mejilla cantándole una canción para que pueda dormirse porque era tarde y pueda descansar bien. Me percato de su respiración tranquila y pausada y dejo de cantar pasando mis dedos por su rostro sonriendo. La contemplo durmiendo y le dejo un último beso para dormir en brazos de mi hija. El sueño poco a poco me vence y dejo que la noche pase a su hora.

♡☆♡

Siento besos por la cara y una risa que me hace despertar viendo a Iana quien me observa con una sonrisa y con el cabello despeinado. Sonrió y el tomo de sus brazos la acomodo a mi costado.

—Buenos días, cariño.

—Buenos días, mami —besa mi nariz. —. Tengo hambre y mi estómago suenan.

Río haciéndole cosquillas haciendo que Iana grite de risa. Me levanto y voy hacia el baño levantándome el rostro, salgo de ellos y no encuentro a Iana en la cama.

Salgo de la habitación y camino hacia la sala y tampoco la encuentro, voy hacia la cocina y veo harina por todos lados y el rostro de Iana con leves manchas blancas de harina. Me mira y se queda parada sonriendo mostrando sus dientes.

Esto se llama limpieza total. ¿En qué momento hizo todo esto?

—¿Qué paso aquí? —pregunto poniendo mis manos en la cintura —, parece que hubo una guerra y yo ni enterada.

—Quise poner esto —alza la bolsa vacía de harina —, aquí y voló todo.

—¿Así de la nada voló? —me acerco limpiándola —Tendremos que bañarte para que se te quite toda la harina y no se quede en tu cuerpo —camino hacia su cuarto —. Después de bañarte limpio la cocina, pero primero pediremos algo de comer.

—No me quiero bañar —refuta poniendo los brazos cruzados sobre su pecho haciendo un gesto molesto.

—Entonces llamaré a tu tío Cristian y le diré que su sobrina favorita no se quiere bañar.

Deja caer sus brazos haciendo un puchero y se quita el pijama poco a poco. Sabía que no le gustaría que le avise a su tío favorito que no se quería bañar, recuerdo cuando mi hermano le dijo que si no se bañaba no le iba a traer regalos cada vez que venía.

—No le digas nada a tío Cristian.

—No le diré nada entonces.

—Vamos mami, báñame —voy junto a ella hacia al baño, acomodándola en su tina y tomando la manguera, poniendo a temperatura media y regando el agua a su cuerpo y luego a su cabeza.

Termino de bañarla y la seco con su toalla, llevándola hacia su cama para cambiarle. La pongo un vestido lila con una casaca negra que combina con su vestido y sus zapatos. La peino despacio, hasta que la puerta del ascensor suena de la llegada de alguien. Solo dos personas y mis padres saben el código para entrar hacia mi departamento.

—Quédate aquí mi amor, veré quién vino.

—Ujum.

Salgo de la habitación de Iana y doy un grito al ver a mi mejor amiga con su maleta en mano y unas bolsas. Voy y la abrazo dejando las bolsas en el mueble.

La había echado tanto de menos.

—Pero qué mujerón estás hecha mujer —fue lo primero que dijo correspondiendo mi abrazo, intensificándolo más —. Se nota que la maternidad de acento más, mírate sacaste más pechos y caderas.




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