Aina
—¿Mami porque vinimos acá?
Habíamos llegado hace un día a New York, después de decirle a mi hermano que estaríamos llegando un día antes para poder acomodarnos en su departamento junto con Iana.
Quien me observa con sus ojitos brillosos.
—Porque mami tiene que trabajar.
—¿Papi también trabaja como tú? —pregunta mi pequeña moviendo sus pies de arriba y abajo.
—Si amor, papi también trabaja —dije acomodando su ropa en el armario.
—¿Por eso no viene a verme?
Me volteo a verla viendo como chupa su labio inferior sin dejar de mover sus pies.
—¿Por qué lo dices amor? —me acerco poniéndome de cuclillas dejando mis manos en sus rodillas.
—Porque —se queda callada —. Porque quiero conocer a mi papito.
Veo como trata de no derramar sus lágrimas que retienen en sus ojitos y chupa con más fuerza sus labios.
—Ey —estiro mi mano hacia su rostro, dejando que las yemas de mis dedos pasen masajeándolo por su boquita y ella deja de succionar su labio.
—Papi no me quiere —cierra sus ojitos —Por eso no viene a verme.
—Amor, papi si te quiere.
—¿Entonces porque no lo veo?
Me quedo callada pasando mi pulgar por sus ojitos secando sus lágrimas.
Que le digo a mi niña.
Ya no sé qué decirle.
Ya no quiero engañarla más.
No se lo merece.
—Cariño —la tomo de las manos —, papi te quiere mucho, solo que tu papi anda muy ocupado, pero sabes, él vendrá y podrás decirle lo mucho que lo quieres.
Y más mentiras.
—¿Me quiere como me quieres tú, mami?
—Yo a ti te amo mucho mi vida —me levanto sentándome al costado de la cama sin dejar de soltar sus manitas —, Eres mi solecito más bonito que me pudieron dar.
Beso, su nariz sonriéndole y la pongo en mis piernas sosteniéndola.
—Te amo mi vida.
—Te amo mami.
Sonrió sintiendo como mi pecho se comprimía de felicidad. Tener a mi niña conmigo fue unos de los regalos más bonitos que pude tener. Seis años. Seis años callándome, pero ya no iba a tener miedo, ya no. Yo por mi hija soy capaz de todo y si tengo que defenderla lo haré. Y si tengo que enfrentarme, también lo haré.
Porque egoísta no seré. Él merece saber que tiene una hija, una hermosa niña.
♡☆♡
—¿Entonces le dirás de una vez a Axel, que Iana es su hija?
Suspiro por quinta vez al escuchar nuevamente su pregunta.
—Sí, Julieta, le diré que Iana es su hija.
—Entonces que esperas —ya me imagino el grito que quiere dar—. Vamos, estás perdiendo el tiempo conmigo hablando por el teléfono.
—Estoy nerviosa.
—Ah, pero no estabas nerviosa cuando estabas bajo sus brazos.
—¡Julieta!
—¿Qué? Es la verdad o ¿no?
Siento el rostro caliente con tan solo recordar aquella noche.
—¡Pero qué pervertida! —alejo el móvil de mi oreja por el grito que dio —. Te estás acordando lo que paso esa noche.
—Que… No... Ósea si... Pero no... ¡Joder Julieta!
Suelta una carcajada y empieza a enumerar el mil y unas poses que según he hecho en esa noche.
—Julieta ya basta.
—Bien, bien —intenta calmarse —Pero es que me gusta molestarte.
—Tú y mi hermano le encantan fastidiarme con eso.
—Yo soy yo, y, tu hermano es tu hermano.
—Aja.
Y ahora que me acordaba necesitaba sacarme de alguna duda.
—Y tú me vas a decir que traes con mi hermano.
—Puf, que va a pasar con Cristian.
—No sé, dímelo tú.
Desde que Julieta llego a Barcelona, ignoro al saludar a Cristian y este hacía lo mismo, se evitaban en todo momento. No sabía qué estaba sucediendo entre los dos, pero tampoco los iba a obligar a hablar.
Pero no se me quitaba de la cabeza que algo había pasado entre esos dos, no tan solo amistad, sino que vas a más que una simple amistad.
—No pasa nada —su tono de voz se escuchó apagada, pero trato de remediarlo, pero fue inútil —. Solo, creo que nos alejamos desde que regrese con Jordán.
No me creo ese cuento.
—Sabes que siempre estaré para ti, pero no voy a darte mi opinión sobre Jordán, sabes lo que pienso.
—Sigues creyendo que Jordán me manipula.
—¿Juli, sabes y eres consiente que estás en una relación tóxica?
—Es que no lo estoy—su voz se agudizó —. Solo peleamos como todas las parejas normales.
—Que te haya alzado la mano no lo hacen las parejas normales, Julieta
—A ver, solo se le pasó la mano—se limita a decir —. Además, me pidió perdón.
—Juli...
—Dime.
Me quedé un momento en silencio para preguntar lo que tenía en mente.
—¿Te volvió a levantar la mano de nuevo?
No respondió. Y eso solo hacía responder a mi pregunta.
—Julieta...
—No.
—Sabes que estoy aquí siempre.
—Lo sé.
—No importa a la hora que sea. Estoy para ti.
—También lo sé —se escuchó un ruido al otro lado de la línea —. Te quiero, me tengo que ir. Dale un beso de mi parte a mi niña bonita.
—Vale, yo le doy…
No termine de hablar cuando la línea de la llamada se cortó. Quise volver a llamarla, pero el toque de unos golpes en la puerta inundo en la oficina donde me encontraba.
—Adelante.
Acomodo los papeles que estabas esparcido en la mesa y los acomodo en cada carpeta correspondiente. Pero me detengo al escuchar su voz.
—No tenía el gusto de presentarte a cada directivo de la compañía y menos cada lugar de la empresa —se sienta en la silla estando al frente de mí, solo que el escritorio nos separa —. Me enteré de que acabas de unirte hoy.
Alzo la mirada encontrándome con esos ojos azules tan intensos.
Asiento dejando los papeles aun lado.
—Ya conocí cada pasillo.
¿Pero qué…? Solo me atreví a decir ¿ya conocí?
Editado: 01.07.2024