Mi pequeño secreto

CAPÍTULO 12

Aina

Lo que más temía en estos momentos fuera que mi niña volviera a recaer en la leucemia y no quería creer que la vida pueda ser tan injusta con las personas que no hacen más que ser luz en nuestras vidas: siendo una niña alegre, que nos hace reír con su cada ocurrencia, jugar y compartir con los demás, ¿pero por qué de nuevo? Estaba más que tranquila volver a verla con esa sonrisa que la caracteriza, tan contagiosa y que esa sea la única sonrisa que al despertar me llena de tanta alegría.

Hace más de dos horas que Axel la tomo entre sus brazos y salir corriendo del auto hacía adentrarse al hospital donde la atendieron rápidamente al observarle inconsciente. Mis pies se movían de un lado hacia el otro al no recibir noticias de mi pequeña castaña.

—Cariño...

—¿Por qué no nos dicen nada? —me volteo a verlo— Quiero saber cómo está mi hija ¡Soy su madre joder! —grito con desespero sintiendo como mi voz se entrecorta con cada palabra.

—Aina, calma —me dice parándose delante de mí—. Recuerda que también es mi hija. ¿Y sí?, al igual que ti, también me preocupa la salud de nuestra hija y quiero saber por qué tanto se demoran. No solo tú te preocupas por Iana.

—Cálmense que estamos en un lugar público—interviene Cristian llevándome a su lado —. Aina tienes que tener paciencia por favor. Ya pasamos por esto nuevamente.

—¿Paciencia?, Cristian, mi hija vino con un dolor de estómago y fiebre alta: y por si no fuera poco, trataba de poder respirar, ¿y me pides que tenga paciencia?

—Estamos aquí por mi sobrina. Por Iana. Ya deja de ponerte a la defensiva que no vas a lograr nada poniéndote de esa manera.

Me suelto de su agarre pasándome las manos por el rostro caminando por el pasillo ¿Por qué demoran tanto?...

—Familiares de Iana Williams.

—Soy su madre —veo de reojo a Axel quien me observa y me corrijo de inmediato —. Somos sus padres.

—Buenas tardes, soy la doctora Rodríguez— saluda —. La niña vino con 15 grados de temperatura al igual que el dolor estomacal. Ya la hemos estabilizado y por el momento se encuentra descansando. Pero lamentablemente me cuesta informarles dado que la paciente tiene algunas secuelas de la leucemia en su cuerpo: aún no se ha ido al 100 %. Iana volvió a recaer a la leucemia, pero esta vez vino con más fuerza.

No podía articular ninguna palabra.

Me quedé helada con sus palabras. «Volvió a recaer a la leucemia», lo repetía mil veces en la cabeza, «pero esta vez vino con más fuerza»

—C-cómo es eso posible. Si dos semanas atrás me dieron los resultados de sus análisis donde los resultados salieron negativo. Venció la leucemia.

—Lamento decirle que la leucemia es así. Que sí, llegara a tener secuela en su cuerpo con la medida del tiempo, pero a pesar de que el cuerpo de Iana reaccione bien a las quimioterapias: también hay un rebote — nos explica —. Y eso sucedió con su niña.

Sabía que lo que decía la doctora Rodríguez era verdad. Porque su doctora de cabecera de Iana me lo dijo desde un principio. Pero no quería creer. Si bien sé que Iana tuvo una buena reacción a su cuerpo con la quimioterapia, pero no pensé que el rebote llegara tan fuerte.

—¿Qué se puede hacer en estos momentos doctora? —pregunta Alex. Ya que me quede sin palabras —En estos casos que nos recomienda o qué tratamientos deberíamos de seguir.

—Lo primero, seguiremos con la quimioterapia —explica —. Si el cuerpo de Iana no reacciona como debería, tendríamos que hacerle un trasplante de una médula ósea —silencio—. Puesto que sus glóbulos blancos están creciendo de manera descontrolada. Pero antes tendríamos que hablar con su doctora que estaba viendo la salud de su niña.

—¿Podríamos donarlos nosotros? —pregunta mi hermano quien se acerca a mí y me abraza poniendo mi cabeza en su pecho.

—Por supuesto. Los recomendaría a los padres para que se hagan los análisis si son compatibles para el trasplante de medula.

—Lo haremos —no sé quién responde. Lo único que sé, es que me quede en blanco procesando toda la información que me vino de un solo golpe.

Estamos en silencio sin articular ninguna palabra, pero para ese entonces la doctora se fue diciendo que la dejáramos descansar hasta que le pase la anestesia ¿Por qué la vida es tan injusta? Me vuelvo a preguntar lo mismo por quinta vez, sin quitarme esa pregunta de la cabeza. Esta vez ya no pude retener las lágrimas, este era el momento donde me derrumbaba sin que mi hija me viera, sin ser fuerte delante de ella, solo para que mi niña no me viera llorar.

—Mi niña...

—Llora hermana, llora todo lo que tengas que llorar —pasa sus manos por mi cabeza —Ya no lo retengas.

—Mi niña no merece más sufrimiento.

—Cariño... Aina, mírame por favor —me dice Axel, pero niego —Aina por favor.

Volteo soltándome de los brazos de mi hermano mirando al hombre que se encuentra a unos cuantos pasos de mí.

—Te dejo en buenas manos —habla Cristian dándome en un intento de sonrisa —Informaré a nuestros padres de la salud de Iana.

Se va sin decir más nada y me quedo parada dejando que las lágrimas sigan cayendo sobre mi rostro. Axel no se acerca, solo me observa y no sé en estos momentos que pasa por su cabeza. Quisiera saber lo que piensa.

No espero a que articule ninguna palabra y me acerco hacia él pasando mis brazos por su cintura, dejando mi cabeza en su pecho; su calor me reconforta en estos momentos, no se hace esperar y me corresponde su abrazo pasando sus brazos por encima de mis hombros dejando un beso en mi frente y dejando su barbilla en mi cabeza.

—Nuestra princesa estará bien — carraspea —. Nuestra hija estará bien. Ella es muy fuerte. Quizás no he estado en los tratamientos junto con ella... Pero sé ... Que lucharon hasta el último para la mejoría de nuestra niña. Y no me importa si en estos momentos sientes que te derrumbas. Estoy aquí —me separa despacio haciendo contactos con esos ojos azules, al igual que la de mi hija —. Esta vez, estamos juntos, Aina.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.