Aina
Camino hacia la pista de aterrizaje junto con Axel quien lleva de la mano a Iana. Hoy se cumplió los dos últimos días de estar aquí en New York para recién partir a Barcelona, para las quimioterapias de Iana. Estos dos días se dieron para que Axel este cada segundo a lado de nuestra pequeña.
Ayer la dieron de alta después de estar máximo tres días de monitoreo constante y no falto más palabras para que Iana diera un grito de emoción pidiéndole a su padre que la llevara a comer pastel de chocolate. Estos dos días se pasaron volando de estar junto con Axel y Iana como si fuéramos una familia unida sin nada de impedimento.
Una familia unida.
—Bien —Axel suspira —, ya es hora de que se suban al jet para un largo viaje.
—¿Por qué no vienes con nosotras, papi? —pregunta nuestra hija abrazando de la cintura a su padre —No quiero que nos dejes solas.
—Mírame princesa —se arrodilla tomándola de la barbilla —. Ya hemos hablado de esto, ya que tengo que solucionar temas de trabajos justo aquí —besa su pequeña nariz —. Dentro de dos días más estaré nuevamente con ustedes.
—Promételo, papi —alza su dedo meñique haciendo que su padre haga lo mismo entrelazándola.
—Lo prometo mi pequeña castaña —sonríe besando su frente —. Te amo, princesa.
—Yo te amo más, papi —deja un beso en su nariz.
—Pequeña ratona —Cristian interviene —, que te parece si subimos al jet para que tus papis conversen un momento.
Iana asiente estirando su bracito para que Cristian le tome de la mano y ambos suben al jet agarrados de las manos.
Nos quedamos en completamente en silencio, observándonos él unos y el otro. No existían palabras para estos momentos, siempre que estamos solos en un espacio para nosotros no es necesario decir ninguna palabra, ya que el silencio lo dice todo.
Nuestro propio silencio.
Ambos nos acercamos y nos fundimos en un abrazo dejando caer mi cabeza en su hombro.
—Solo dos días más.
—Solo dos días más —repito.
—Prométeme que me llamaras y me mantendrás informado de la salud de nuestra hija.
—Lo prometo.
Me sonríe tomándome de la cintura, volteándome, dejando que mi espalda choque con su pecho.
—Hay algo que quiero darte y no he encontrado el momento adecuado.
—¿Qué es? —pregunto sintiéndome ansiosa.
—Creo que es importante para ti —dice dejando mi cabello a un lado, pasando las yemas de sus dedos por mi cuello haciéndome estremecer.
«—El día que nos conocimos por primera vez tenías un hermoso collar haciendo resaltar su brillo. Y cuando desperté al día siguiente en esa cama solo en una habitación, caí en cuenta que habías dejado olvidado....
Pasa sus manos por encima de mi cabeza dejando caer una cadena dorada dejándolo acomodada en mi cuello. Sus manos se mueven despacio para terminar de ponérmelo rozando las puntas de sus dedos.
Bajo la cabeza, tomando entre mis manos la inicial de mi nombre, paso mis dedos por la inicial volteándome a verlo.
—Me lo regalo mi padre —dije sin dejar de tocar la letra de mi inicial —. Me lo regalo cuando apenas tenía cinco años. Y nunca dejé de usarlo y creí que lo había perdido.
—Ahora lo tienes de nuevo.
—Axel... Yo...
—Sé lo que quieres decir, Aina—me interrumpe tomándome de ambas mejillas —. Y créeme que quiero decirlo a los cuatro vientos que encontré a la persona ideal y mi complemento. Pero necesito divorciarme, y no quiero que la gente te señale y menos mencionar palabras soeces, dejándote como la mala de la historia.
«—Créeme, Aina, me diste el regalo más hermoso que nos pudiste dar. Nuestra hija.
—¿Cuándo va terminar todo esto?
—No sé —no deja de mirarme —, pero las prometo que toda esta situación se acabara, lo más pronto posible.
—Promételo por favor.
—Lo prometo por el amor que le tenemos a nuestra hija.
«—Aina, quiero una vida juntos con nuestra hija. Donde solo seamos los tres.
—¿Solo los tres?
—Quizás más.
—Haz lo que tengas que hacer, Axel —tomo sus manos entrelazándolos —. Nosotras te vamos a esperar.
—Haré de todo para que esta pesadilla acabe de una buena vez.
No espero más y soy yo la que se acerca tomándolo de ambas mejillas haciendo que nuestros labios choquen. Se queda quieto sin mover sus labios, quedándose perplejo por mi acción, ya que él era siempre que daba el paso. Me toma de la cintura haciéndome pegar más a su cuerpo y corresponde a nuestro beso lento lleno de sentimientos encontrados.
Un beso donde dejábamos ver que el sentimiento era mutuo, donde no existían para nosotros nadie más. Solo el sentimiento que florecía cada día más. Nos separamos y dejo un casto beso sonriéndole.
—Creo que ya es hora de subirme al jet.
—De eso no hay duda.
—Nos vemos dentro de dos días Axel Davies.
—Nos vemos dentro de dos días, Aina Williams.
Me separo sin decir nada más y camino con una sonrisa en el rostro hacia donde se encuentra el jet privado de Axel. Cristian bajo con las manos en los bolsillos del jet y se acerca hacia mí para abrazarme.
—Tobillas te estará esperando cuando pises Barcelona nuevamente.
No respondo, pero mi abrazo dice más que palabras dadas. Subo al jet y busco con la mirada a Iana que mira por la ventanilla despidiéndose de Axel y Cristian. Me siento a lado de mi pequeña y dejo un beso en su mejilla, voltea y sonríe dándome un beso en la nariz.
Veo por la ventanilla como Cristian le dice algo a Axel y este sonríe negando haciendo que nuestras miradas choquen. Alzo las manos junto con Iana para despedirlos, haciendo que les perdiéramos de vista con el movimiento del jet.
♡☆♡
Bajo del jet despacio cargando a Iana quien se quedó dormida en todo el vuelo. La aeromoza, quien estuvo al pendiente de nosotras, baja las maletas y se despide dándome una sonrisa correspondiéndole con un asentimiento de cabeza.
Editado: 01.07.2024