Mi pequeño secreto

CAPÍTULO 19

Aina

Ciertamente, nunca me puse a pensar de cómo reaccionarían mis padres al contarles de la identidad del padre de Iana. Al enterarme de que estaba embarazada, la única idea que se me vino a la cabeza era callar. Solo se quedaron con ese pensamiento del que el padre de mi hija no sabe de su existencia y no insistieron en preguntar quién era y tampoco preguntaron la razón de que callara.

—Entonces…¿ustedes ya se conocían? —ruedo por quinta vez los ojos al escuchar la misma pregunta de mi padre de hace media hora —. Cómo no me di cuenta —susurra por lo bajo.

—Créeme Alejandro —Axel suspira —. Yo tampoco me di cuenta del parentesco entre sus hijos. 

—Pero, ¿cómo…?

—A ver, papá, tampoco voy a dar detalles,,,,

—¡No! —grita con horror mirando a mi madre —Créeme, hija, que no me gustaría escuchar esos detalles.

—Creo que ya es suficiente —mamá nos da una mirada rápida mientras toma de la mano a mi padre —. Todavía estamos asimilando toda la información que nos soltaron de sopetón.

 «Créeme mamá que sé dé buena mano» pienso. Axel me da una mirada tomando de mi mano ante las miradas atentas de mis padres. 

—Eres consciente que estás casado —miro a mi padre, pero él no hace el intento de devolverme la mirada.

—Papá…

—Soy consciente de ello —responde Axel con tranquilidad —. Como también soy consciente de las decisiones que estoy tomando.

—Mi nieta ha crecido con nosotros —la mano del pelinegro aprieta la mía sin ejercer mucha fuerza — y ha sido una verdadera tortura verla preguntar por su padre cada día. Hemos apoyado a nuestra hija cuando nos confesó que estaba embarazada, como también hemos respetado su silencio del porqué cayó y no quiso hablarnos del padre de nuestra nieta. 

—Iana es nuestra adoración —la voz de mamá a la hora de hablar de su nieta es de adoración —. Es nuestra pequeña terremoto. Solo queremos lo mejor para ella, tanto como su estabilidad.

—El amor por Iana, mi princesa, ha sido inmensamente desde el primer momento que me llamó papá.  Quiero verla sonreír y lo primordial para mí, es que mi hija sea feliz junto con el amor que tengo por dar.

Sonrió para mis adentros escucharlo.

—Iana es nuestra princesa —sonrió mirándolo —. Nuestra princesa.

—Confió en ti, Axel —mi padre le da una mirada acercándose a mi lado dejando un beso en mi frente —. A partir de aquí, ustedes son dueños de tomar la mejor decisión para su hija.

—Nuestra hija es nuestra prioridad —sus ojos se encuentran junto con el mio —, hoy y siempre.

♡☆♡

Las manos cálidas de mi pequeña castaña pasan por mi rostro con una linda sonrisa en su rostro dejando un pequeño beso en mi nariz. Un gesto que hace que me derrita el corazón con lo tierna que se ve.

—¿Ya podemos ver a papi? —pregunta sin dejar de besarme la nariz. 

—Por eso estoy aquí, amor —le tomó de las manos acomodándola en la camilla —. Solo debemos esperar a la doctora para que te revise y luego irnos a la habitación de tu papi.

—Pero que venga…

—Vemos que estás muy insistente, Iana —la doctora hace presencia en la habitación regalándome una sonrisa.

Iana empieza a aplaudir con emoción mientras la doctora Ferrer empieza a limpiarle la herida de la operación con sumo cuidado. La sonrisa que tenía en el rostro se esfumó estrujandome el corazón verla cerrar sus ojitos con fuerza.

—Listo, Iana —le vuelve a poner el polo con cuidado —. Eres muy fuerte.

—¿Ya puedo ver a mi papi? —Cambia el rumbo de la conversación.

—Puede.

—Ya llego por quien lloraban —ruedo los ojos,

—¡Tiooo! —Iana da un grito haciendo que Cristian se acerque cargándola con cuidado.

—Mi ratona favorita —alardea —. Veo que hoy te levantaste con mucha energía.

—Veré a mi papi.

—Permiso — la doctora se despide ganándose un “adiós” de la pequeña castaña.

—Sabes que estoy en tus narices —se hace el sordo —. Ahora tengo que ser ignorada por mi propio hermano —pongo la mano en mi pecho con fingida decepción.

—Deja el drama, Gabriela —quiero matarlo —, que para ti también tengo amor por dar.

—Primero —le señaló. La sonrisa que tiene en el rostro no tiene fin —, deja de llamarme por mi segundo nombre y segundo, deja de poner esa cara de baboso que tienes.

—¿Amanecimos gruñona hoy?

—Cristian —advierto.

—Gabriela.

—Mi vida, ¿vamos con tu papi?

—¡Sí! —se emociona rodeando el cuello de Cristian —, bájame, tío que quiero ver a mi papi ya.

—Claro —ya viene el drama —, ya me dejas aún lado por irte con ese hombre que dice ser tu padre.

—¡Es mi papi!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.