Aina
—Buenos días —acaricio su espalda dejando besos cortos hasta llegar a su hombro —. Ya es hora de despertarse.
Emite un gruñido, volteándose, rodeando con sus brazos mi cintura y poniéndome debajo de su cuerpo. Sabía que no estaba dormido por completo. Lo sentí cuando estaba dejando besos por mis brazos y dejo de hacerlos cuando me removí. Quien mejor que yo, que puede darle los buenos días de esta manera.
Axel no pierde tiempo estampando su boca con la mía, en un beso con fiereza. Sus manos se van a las tiras de mi blusa, bajándola hasta quedar en mi cintura. Nuestras lenguas se rozan haciéndome sacar un jadeo.
Su mano baja a mi abdomen dando caricias suaves, deslizando sus dedos a mi entrepierna dando palmaditas. Sus dedos deslizan la prenda a un lado dando un apretón en mi zona íntima; no pierde el tiempo en dar pequeños círculos en mi clítoris haciendo que curve mi espalda chocando con su pecho encima de mí.
—Esta es la forma de dar un buen, buenos días, cariño—Muerde el lóbulo de mi oreja, haciendo que mi piel se eriza ante su contacto.
Su boca se va a mis pechos tomándolo y mordiendo mis pezones que no hacen más que estar endurecidos ante su presencia. Sus dedos es un vaivén de ida y venida dándome placer haciendo que me corra en sus dedos llenándolo de mis fluidos.
En un rápido movimiento, haciendo que tome todas mis fuerzas después del orgasmo, llevo mis manos a su hombro haciendo que su espalda choque con la suavidad de la cama sentándome en su regazo. Me restriego en su miembro haciéndole soltar un gruñido, tomándome con fuerza mis caderas, movimiento de adelante hacia atrás, que no hace más que mi vientre se contraiga.
—Mierda… —gime echando su cabeza hacia atrás haciendo más intenso mis movimientos. Me alzo un poco ante su atenta mirada, bajando la prenda que aún lo cubren, dejando que mi sexo roce con erecto pene.
Sus manos suben a mi nuca atrayéndome con fuerza a sus labios y debo aferrarme a sus hombros para sostenerme. Bajo por su abdomen marcado dejando mis manos por algunos minutos y luego bajar sosteniendo su miembro con mi mano levantando mi mirada encontrándome con la suya quien me mira expectante.
Me sujeta de la cintura alzándome un poco para guiar su miembro en mi entrada, deslizándose despacio, soltando gemidos que fueron callados por la boca del ojiazul en un beso lleno de éxtasis. Empiezo a mover mis brazos por encima de su cabeza, dejando juntas nuestras frentes sudorosas, dejando nuestros labios entreabiertos.
Sus manos se aferran con fuerza en mis caderas, haciendo el movimiento mucho más intenso, dejando que nuestros cuerpos se acoplan ante el movimiento de mi cuerpo mientras subo y bajo en su erecto pene.
Aprieto mis labios con fuerza, sintiendo como mi vientre se contrae, sintiendo el reconocido cosquilleo por todo mi cuerpo, incrementando mis movimientos, aferrándome a sus hombros, clavando mis uñas cuando de un movimiento rápido Axel me abraza poniéndome debajo de su cuerpo dejando mi espalda a la cama.
Jadeo con fuerza sintiendo como sus movimientos se hacen cada vez más intensos, dejando que su frente se junte con la mía. Incrementa sus movimientos tomando mis caderas cuando curvo mi espalda sintiendo como estoy a punto de sentir mi liberación y así lo hago cuando da dos arremetidas más sintiendo como se tensa en mis brazos y correrse en mi interior dejándose caer a mi costado llevándome con él al segundo dejando mi cabeza en pecho.
Sus labios tocan mi coronilla dejando un beso suave pasando sus dedos en una línea por mi rostro.
—Menos mal, Iana se fue con mi madre y Liliana. Si no, hubiera escuchado tus gritos.
Golpeo su pecho haciendo que brote una carcajada.
—Qué pasó, cariño —finge seriedad —¿No extrañas a nuestra princesa?
Finjo pensarlo dejando soltar una risa ante su mirada.
—La extraño mucho. Nunca la había dejado sola por tanto tiempo.
—Apenas son dos días, cariño.
—Es igual —juego con sus dedos —. Nunca nos separamos, pero tampoco puedo dejar que no disfrute de su familia.
No me responde.
—¿Cómo estás? —pregunto luego de un silencio —. Ayer no quisiste hablar luego de que llegaras al departamento. ¿Todo bien?
—Estoy bien —dice acariciando mis mejillas —. Estoy aquí, juntos, con ustedes. Mi familia.
Dejó un beso corto en sus labios.
—Estoy contigo, Axel. Siempre —sonrío.
—Siempre, cariño.
Por mis pensamientos pasa una fecha especial donde sé que él aún no lo sabe. Me volteo fijando mi mirada y este voltea enarcando una ceja.
—¿Qué hacías para el día de tu cumpleaños? —la pregunta me sale con naturalidad, tomándolo por sorpresa.
—Porque la pregunta.
—Si me respondes quizás te pueda responder.
—Nada — .Duda —, solo no me gusta celebrarlo porque digamos que no me trae buenos recuerdos.
Me acomodo cubriendo mi desnudez con las sábanas.
Editado: 01.07.2024