Mi pequeño secreto

EXTRA I

Barcelona, España

Aina

—Aina, por favor.

—Ya dije que no.

—¿Por qué? —pregunta con las manos entrelazadas.

—No tengo ánimos para salir. Además, apenas hace unas horas que llegamos y no he dormido nada en el viaje.

—Llegamos ayer por la noche —entrecierra los ojos hacia mi dirección. Omito cualquier quejido y me concentro en la pantalla de la laptop. Escucho como suelta un suspiro—. Me puedes prestar atención y dejar de hacer lo que estás haciendo.

Cierro la tapa de la laptop y levantó la mirada.

—Te doy toda mi atención, Julieta.

—Te prometo que será la mejor noche de tu vida —Le doy una sonrisa—. Nos merecemos disfrutar después de mucho. Regresamos a Barcelona para disfrutar de nuestras mini vacaciones.

Lo recuerdo perfectamente.

—Lo sé, no hace falta que me lo recuerdes, rubia —Me da una mala mirada ante el apodo.

—Deja de apodarme así —Dice entre dientes y yo no puedo dejar de soltar una risa —. ¡No soy rubia!

—Pero lo eras.

—Eres insoportable, Gabriela —Dejó de sonreír y ahora es ella quien sonríe —. ¿Qué pasó, Gabrielita?

—Te pareces a mi hermano...

—Crecimos juntos ¿Lo recuerdas?—interrumpe con una sonrisa melancólica —. Dejando ese tema, ¿vamos de fiesta?

—¿Por qué no estás vestida?

—Porque no me iré sin ti.

Sonrió ante su respuesta. A veces Julieta suele ser algo intensa, pero sé que no lo hace adrede o por molestar. Suelto un suspiro alisando mi pijama, mi plan era pasar recostada en mi cama toda la noche y ver películas con la compañía de mi mejor amiga.

—Elige la ropa y más te vale que la noche sea inolvidable.

—Hecho.

Da saltitos abrazándome y ríe con emoción. Mi mejor amiga se dirige hacia el armario con los brazos cruzados y saca una a una las prendas, arrojándolas a la cama. «Después me dice que soy la desordenada», bromea. Me acerco al tocador para buscar en las cajas donde guardo el collar que me regaló mi padre, mientras paso mis dedos por la letra "A" en la inicial de mi nombre.

—¿Cómo vas con Jordan?—Me atrevo a preguntar —. ¿Todo bien entre ustedes?

—¿Sí, porque la pregunta? —La mirada de la pelinegra se suaviza cuando la encaró —Estamos bien, al menos eso parece.

—Volvieron a pelear —asiente —. Se está volviendo una relación tóxica y lo sabes, Julieta. Las idas y venidas de constantes discusiones ya no es una relación sana y de comunicación.

—No me digas de lo que ya sé, Aina.

—Oye, no lo digo por...

—Evitemos ese tema, por favor —La súplica en sus ojos me hace ver el remordimiento que esconde. Tiro de una sonrisa que no llega a mis ojos y cambio de tema —¿Cómo están tus padres?

—Tranquilos —Voltea para coger entre sus manos un vestido de color rojo —, ya sabes...negocios por aquí, negocios por allá. Creo que esa era la única manera de distraer sus pensamientos. Se supone que al venir a Barcelona iría a pasar un momento familiar, pero ya veo que no.

Su voz decae un momento, pero ríe nerviosa y comienza a ordenar las prendas tiradas en la cama. Si yo no conociera a Julieta, pensaría que está bien, pero la conozco lo suficiente como para saber que el tema de su familia la pone sensible y por eso suele evitar hablar de ello.

—¿Cómo está Evan? —pregunto, cautelosa con su reacción—. Yo sé que no te gusta que lo nombre, pero, Julieta...es tu hermano.

—Un hermano al que le importo una mierda dejarnos —Me sorprendo ante la dureza con la que habla —. Un hermano al cual le valió mis súplicas, mis gritos de que se quedara.

—Julieta...

—¿Por qué carajos se alejó? —Su pregunta sale más a una súplica. Las lágrimas deslizan por su rostro y el dolor se esconde entre su mirada —. ¿Por qué me dejó?

Siento su dolor y la impotencia en sus ojos, y aunque quisiera darle una respuesta a su pregunta que queda en el aire, no logro responder. Pasa mis pulgares por debajo de sus ojos, limpiando las lágrimas que se pierden entre mis manos.

—¿A mí también me duele, sabes? Y no solo a él. Aunque trate de entenderlo...simplemente no lo encuentro. Primero fue ella...

La voz le tiembla. Intento rodear sus hombros, pero ella se niega a ser tocada y termina cubriendo su rostro con la mano mientras se sienta en la cama. No suelo ver llorar a mi mejor amiga, siempre se ha caracterizado por tener una sonrisa en el rostro, pero ahora esa sonrisa ha desaparecido en una sombra.

—Un maldito año, Aina, un maldito año y no se nada de él. Un año en el cual tuve que vivir sin su presencia ¡Necesite de mi hermano! Y él simplemente se alejó de nosotros sin decir ni una palabra.

Oírla romperse en llanto me dolía demasiado. Crecimos juntas, es mi hermana. Fui testigo de muchas cosas: de sus alegrías, logros, celebraciones y llantos. Después de aquella tarde, tanto su hermano como sus padres se alejaron demasiado...

—Quiero abrazarlo y decirle cuánto me hizo falta. Quiero que regrese y me diga que yo también le hice falta.

—Él no se olvidó de ti, Julieta —Tomo sus rostro entre mis manos —. Yo sé que él piensa en ustedes.

Niega aferrándose a mis manos.

—No sé nada de él —susurra—. Ni una maldita llamada.

—Yo sé que después de aquella tarde las cosas se volvieron difíciles para ustedes, pero nunca olvides que ese amor que Evan les tenía no se desvanece de la noche a la mañana, Julieta. ¿Recuerdas? Siempre serás su niña dorada.

—Niña dorada —ríe nostálgica—. Créeme, Aina, que daría cualquier cosa por volver a escucharlo decir esas dos palabras.

—¿Todo bien?

—Gracias por escucharme.

—Gracias a ti por seguir confiando en mí. Te quiero, rubia.

—Que soy pelinegra —río, sabiendo que el negro es el color habitual que ahora usa.

¥

El abarrotado lugar está lleno de gente y la música es ensordecedora, lo que me hace cubrir los tímpanos. La multitud de personas baila y se habla en el oído debido a la música fuerte, "Latin Palace" resalta cuando entramos al lugar.




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