"Muchas veces nuestro carácter, personalidad y circunstancias nos impiden expresar lo que realmente sentimos"
Después de aquel incidente la chica fue llevada al cuartel para ser atendida, solo había sido el susto, los dedos lastimados y un golpe en la cabeza; como Eweleïn no se encontraba en el recinto a causa de una misión Ezarel con la ayuda de una enfermera suplente se encargaron de la castaña. Ahora ya descansaba en su habitación, puesto que el golpe había sido un poco considerable, a un lado de su cama el pequeño elfo se quedó a su cuidado, la luz tenue de la luna colaba por la ventana dejando ver al chico como su subordinada dormía, aun así, él no podía quitarse de encima el remordimiento y más aún, la incertidumbre. En aquel momento de pánico unas palabras llegaron a su memoria.
"la sinceridad es lo que más anhelas, solo un niño es noble por naturaleza."
Estaba seguro de que está frase había sido dicha por aquella hechicera justo antes de que le diera esa apariencia, no entendía lo que quería decir, pero más aún, ¿porque hasta ahora lo había recordado? Miró a Erika que seguía sumergida en el sueño de la noche y tomó la mano de esta que yacía a uno de sus costados, al tocarla, la figura oscura que vio en el bosque vino a su mente.
—¿qué me pasa?
No entendía lo que estaba sucediendo con él, con su mente y con sus sentimientos. Pero ahora solo quedaba esperar que sucedía y velar por la joven durmiente.
Si notarlo la mañana llegó, el canto de un familiar se escuchaba al alba, los ojos de la chica por los rayos del sol poco a poco se abrieron y entre sus dedos pudo sentir entrelazada a ella una pequeña mano; con asombro vio al pequeño líder que recargado estaba al pie de su cama vencido por el cansancio, lo último que ella recordaba conforme a él era que la había ayudado a regresar seguido de haberla curado, pero el que estuviera en su habitación la estaba tomando por sorpresa.
—Ez.... ¿Ezarel? —removió la mano que tenía entre sus dedos.
El pequeño empezó a mover la cejas delgadas que se notaban con claridad por la cercanía, sus gestos infantiles mientras dormía eran más notables a lo que ella sonrió, el color verde de sus ojos por fin vio la luz, mirando que Erika ya estaba despierta; por un instante su pecho dio un vuelco y sintió su pulso acelerar, por lo que se sorprendió, pero enmascaró aquello con un inexpresivo semblante mientras se tallaba un ojo, pretexto para soltar la mano de la joven sin que esta dijera nada al respecto.
—no puede ser me quede dormido en tu habitación.
—ya me di cuenta —ella sonrió olvidando el gesto de las manos.
—me voy, tengo trabajo que hacer
El duende se giró hacia la puerta para retirarse mientras ella veía su pequeña espalda.
—Ezarel
—que —respondió de mala manera sin voltear ni detener su paso.
—gracias por ayudarme y por curarme
—eres tonta—el niño se detuvo y se giró a ella—es lo menos que podía hacer, después de todo fue mi culpa.... Ustedes los humanos son estúpidos no los entiendo, dar las gracias cuando fueron afectados —así salió refunfuñando de la habitación.
Ella solo rodó los ojos, pero aun así le alegraba saber que se había quedado velándola.
En el pasillo solo se escuchó el suspiro del elfo, le había dado pánico lo que había sentido al verla, aún seguía todo confuso, empezó a caminar a su habitación y en el trayecto se encontró con Valkyon, este le comentó que Miko solicitaba su presencia y el duende no dudó en quejarse.
—tan temprano y ya tengo que verle la cara.
—la verdad es importante, es sobre la Bruja.
Ezarel corrió hacia la sala encontrando a Miko, Leiftan, Nevra y un hombre desconocido, pero de edad adulta. La discusión empezó cuando el anciano les dijo que había tenido la oportunidad de estar bajo un hechizo de esta misma mujer, pero más que enojado parecía agradecido. Les contó que sabía de varios faerys que contactaron con ella, de los cuales todos fueron víctimas de un sortilegio.
—tu podrás pedirle todo lo que quieras a esa mujer, pero ella concederá solo el deseo de tu corazón, lo que más necesita tu alma.
Fue lo que dijo el anciano, a lo que todos miraron con interrogativa al de la absenta.
—es evidente que yo tengo delirio de infante... ¡POR EL ORÁCULO ESTO ES TODO MENTIRA! ¡¿CUÁNDO YO DESEARÍA SER UN MOCOSO?!
—joven elfo, aunque tu no lo sepas, pero tal vez esto es lo que más te conviene, no sé cual sea tu más profundo deseo, pero ha de tener relación con tu apariencia.
—¡PATRAÑAS!
Sin llegar a una conclusión concisa Miko agradeció al hombre el cual se retiró no sin antes susurrar al pasar al lado del menor.
—solo es cuestión de tiempo para que te des cuenta
Así el anciano se fue sin más mientras Miko y los demás chicos discutían, Ezarel solo se quedó parado pensando en todo lo sucedido.