Mi pequis y yo

CAPITULO 2

"miradas de todas"

Cuando Charles llegó a la adolescencia se volvió un chico muy carismático que llamaba la atención de todas las chicas en la universidad. Frenó la moto suavemente para no lastimar a su mejor amiga y esperar a que ella se bajara.

—Me voy a mi clase. Cuando termines la tuya ven a buscarme, no quiero que te vayas sola a casa...

Charles le acarició el cabello a Ela antes de despedirse de ella e irse a su clase.

—Nos vemos más tarde, mi pequis.

Era un apodo que él le había puesto a Ela desde pequeña por las pecas que ella tenía en su rostro y en su espalda. El apodo había mejorado, ya que anteriormente le decía "leche con chispas" ya que era blanca como la leche y con puntos en la cara que parecían chispitas de chocolate.

Mientras Charles caminaba dirigiéndose a su salón, varias chicas se reían o incluso le guiñaban el ojo y él con toda confianza devolvía los saludos.

—Qué sexy soy...

Dijo para sí mismo. Así es Charles, es presumido, pero al mismo tiempo era parte de su encanto.

Charles:

Desde adentro pude escuchar que la profesora estaba explicando algo de geografía. Y entré con una sonrisa.

—Llegué, yo mis cielos. Lo más lindo de este salón...

Caminé hacia adentro guiñándole un ojo a la profesora y sentándome en mi pupitre, la cual me miró de forma fea.

—Esto no es una pasarela de modelaje, Charles. Tienes que pedir permiso antes de entrar al aula de clases.

Comencé a sacar mi cuaderno y mi lápiz y luego levanté la vista hacia la profesora.

—¿Y acaso no me iba a dar permiso de todas maneras?

—Por supuesto que sí, pero es de mala educación entrar al salón de clases después de llegar tarde y pasar como si nada.

—Oiga profe, mejor comience a explicar. Quiero que la clase termine rápido para ir a comprarle la merienda a mi mejor amiga.

—¿Y acaso tu mejor amiga no tiene dos buenas manos?

Me dio un poco de rabia lo que dijo, así que me levanté y me acerqué a ella.

—Sí, los tiene, pero para eso me tiene a mí, porque de qué sirve un mejor amigo si no te va a cuidar. Ya que a usted no la quieran, pues es otra cuestión.

Me salí del salón de clases como todo rebelde. La profesora no se molestó en gritar que me regresara, pero sí me miró con odio y yo sabía que ella me odiaba, era lo que más me gustaba. Miré a la pequis que estaba buscando algo en su casillero.

—Hola guapa.

Se sobresaltó.

—¡Casi me matas de un infarto!

Sonreí y le puse la mano en la cabeza alborotándole el cabello.

—Vamos a comprarte la merienda. ¿Qué quieres comer?

—¡Deja de despeinarme! Y yo traje mi propio dinero, puedo hacerlo...

Le quité la billetera de Hello Kitty que tenía en la mano y la guardé en mi bolsillo.

—¡Oye!

—Vamos a comprarte algo, no hay necesidad de que gastes tu dinero.

Puse mi mano alrededor de sus hombros y ella puso la suya en mi espalda. En el instituto todos creían que éramos pareja, es que sí lo parecíamos. Siempre andábamos pegados como un chicle.

—Ey Charles, ¡qué suerte tienes! – Me gritó una de mis compas, es decir, uno de mis amigos.

—¿Y cómo porque tengo suerte? ¿Estás viendo a Ela o qué? – Dije con sobreprotección hacia ella.

—Sí, la verdad es que tu mejor amiga es muy bonita...

—Sí, es bonita. Pero si vas a mirarla, no lo hagas cuando esté conmigo, se te agradece.

Puse los ojos en blanco y seguí caminando con mi pequis.

—Debes controlarte, Charles – Dijo Ela con una sonrisa.

—Es que lo conozco, es el típico tipo que solo quiere "meter y sacar y adiós", ese imbécil no se enamora, solo quiere vagina y no quiero que nadie te toque, estás muy chiquita.

—¡Pero si solo me llevas dos años!

—¿Y cómo porque me reclamas? ¿Acaso sí te interesa andar con ese?

Ela:

Mi mejor amigo nunca me ha visto con otros ojos, pero eso sí, es más celoso que un esposo con una mujer brincona y revoltosa.

—¿Te relajas? Vamos, tengo hambre...

Llegamos a la pequeña cantina que había en el instituto. Habían unas sillas altas que no me hacían llegar a sentarme. Charles se rió a carcajadas antes de cargarme y sentarme en la silla.

—Creo que tienen que hacer sillas específicas para los enanos. Estas son un peligro para la sociedad.

Frunce el ceño y le di un mordisco en el hombro.

—¡Ya deja de burlarte!

—¡Ay! La última vez me dejaste un morado, ¿no te cansas? Pareces una piraña. Mis compañeros de trabajo me preguntaron si ya tenía mujer y resulta que es la loca de mi mejor amiga.

—¿Loca? ¿Yo? Sin mí no puedes vivir.

—Claro que no, pecas. Lo admito, que si no te tuviera, qué diferente sería todo... Pero pues, te caí del cielo como el malvavisco sabroso que soy.

—Sí, pero los malvaviscos cuando los hacen con sal.

Dije mientras le daba un sorbo a mi agua intentando contener la risa.

—¡Ah, pero eso ya lo estás inventando! Yo estoy hablando de malvaviscos dulces, solo que no quieres aceptar que soy un biscochito.

—Ahora un biscocho no era malvavisco?

Charles se echó a reír y me besó la cabeza.

—Todo lo dulce es parte.
De mí, ¿no ves que hasta tú? A veces eres amarga, pero eso no te quita lo dulce.

Lo iba a volver a morder, pero apareció la vendedora después de 30 minutos chismeando. Se ponen a vender y les parece más importante el chisme (a mí también, pero no tengo ningún puesto de comida).



#1979 en Otros

En el texto hay: @comedia, @amigos, @venezolanos

Editado: 31.08.2025

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