Dalia
Estoy frente a Diego, mis nervios se han disparado, mis piernas me tiemblan, y una emoción me invade, pero al mismo tiempo coraje y tristeza, por no saber nada de el en todo este tiempo. Asi que lo saludo de una manera seria y cortante.
-Hola, como estas?-
Diego.-Hola, pues no tan bien como tu debo decir que te eche de menos.-
Dalia.-Que te puedo decir, fuiste tú el que se alejó.-
Diego.- Pequeña yo- Dalia me interrumpe sin permitirme terminar de hablar.
Dalia.-Creo que no es el lugar para hablar no lo crees?.-
Diego.- Creo que no verdad, sube y vamos a un lugar donde podamos platicar.-
Dalia.- Pues bien, por aquí hay un parque por lo general a estas horas casi no hay nadie, así que te diré como llegar.-
Diego.-Esta bien, me pongo en tus manos.- Dalia está muy seria y que esperaba si es cierto yo me aleje de ella.
Dalia
Me subo a la moto me sujeto fuerte abrazando a Diego pues lo único que tengo para sostenerme, pero para ser sincera es un sensación agradable siento como mi cuerpo reacciona a la cercanía de él, mi corazón se acelera a mas no poder por un momento pienso que si fuera posible mi corazón se saldría de mi pecho de lo rápido que palpitaba.
Cuando por fin llegamos me bajo de la moto diciendo a Diego que esperaba no demoremos demasiado ya que tengo cosas que hacer, el solo me ve y no dice nada, intenta abrazarme para entrar pero me alejo. No puedo dejarme llevar es emocionante tenerlo nuevamente a mi lado pero ahora las cosas han cambiado tengo un novio, pero quiero a Diego pero no me debo emocionar pues no sabemos para que quiere hablar conmigo quizás solo es para concluir este ciclo.
Diego
Este silencio me está matando, ya no puedo más con la incertidumbre, no sé como pero voy a lograr que Dalia me perdone y que me dé una oportunidad de hablar con ella de aclarar las cosas, ha cambiado demasiado y ese carácter cada vez se fortalece más así como ella. Hemos llegado al parque y Dalia solo me ha dicho que tiene cosas que hacer, pero esta vez no me iré de aquí hasta que me escuche. Entrando al parque Dalia se dirige hasta el final y sube una pequeña colina que da a lo más apartado, se sienta en una banca, me voltea ver, con una sonrisa de medio lado.