Autora: M. Esparza
libro 1 Trilogia curvas Impredecibles
Hace más de una hora que estoy despierta, no había dormido tan bien como ahora, más sin embargo los truenos de aquella lluvia lograron despertarme y pues aquí me encuentro a las 6 de la mañana viendo como las gotas de agua resbalan lentamente por los vidrios de aquella fría y transparente ventana. Escuchando aquella respiración tan acompasada y sumamente tranquilizadora para mis sentidos.
Anoche había sido una locura pues había tenido celos de Cole, pero este no se quedó callado y le dijo que solamente éramos amigos y que él no quería tener problemas con Connor. Verdaderamente le dije que era un tonto pero que debe dejar a un lado los celos, cosa que no me hizo mucho caso que digamos ya que rodó los ojos y me beso indefinidamente tanto que sentía como había perdido la noción de cómo es que se besa. Hoy sería mi último día de clase antes de iniciar mis vacaciones de verano, por suerte anoche logre estudiar los suficiente como para acordarme y repasar un poco, por otra parte, Connor no ha mencionado nada de su trabajo lo cual me preocupa.
Aun en mi cabeza no cabía la posibilidad de que en realidad él está aquí, conmigo, tan tranquilo, sereno y seguro, mi miedo por perderle siempre estará presente, pero lo que me mantiene más fuerte y segura de mi como persona es mi bebe, ese pequeño rayo de luz que me ha dado la vida, me es inevitable no sentirme la mujer más orgullosa del mundo, porque, aunque él no me ha visto yo me siento orgullosa de que le sea mi hijo, algo dentro de mi dice que el será un buen hijo, amigo, persona.
Mire nuevamente por la ventana, estire mis brazos y antes de bajar por completo de la cama me acerque a Connor y lo mire, era un hombre verdaderamente guapo, pero tan peculiar muy dentro de él, bese su mejilla en reacción él se apretó más hacia mi almohada. Camine fuera de la cama y me dirijo a la cocina cerrando lentamente la puerta de mi habitación, puse algo de música de piano me relaja mucho y más si es un clima como este, puse la cafetera y salí para ir al baño y tomar un baño. Dentro de este deje que la regadera dejara caer esa lluvia artificial hasta estar a una temperatura adecuada para mí, deje que el agua recorriera cada parte de mi cuerpo, mojando mi cabello, mi piel, mi vientre muy abultado, había notado cuanto mis pechos habían crecido al igual que mis glúteos, mi cabello había adoptado una tonalidad demasiado clara y mis ojos brillaban de una manera inexplicable.
Termine de bañarme y salí con sumo cuidado de la bañera, envolví mi cuerpo con una toalla mientras salía de este y caminaba despacio hacia mi habitación, la lluvia había cesado pero aún quedan esas pequeñas lluvias y con ello un sensación de fresco, me adentre a la habitación y Connor aún seguía durmiendo, no me preocupe en vestirme dentro de mi baño personal, tome mi ropa interior y me la puse, por lo que veía el clima estaría así en lo que iría del día, así que opte por unos leggins negros, un blusa tres cuartos blanca con rayas negras, un abrigo negro y rojo a cuadros y una botas cafés. Después de cambiarme rápido y en silencio camine hacia el baño para maquillarme como normalmente lo hago.
No era muy fan de pintarme como las demás chicas o mujeres, me gustaba verme bien y natural, por lo general mi maquillaje consistía en base, iluminador, mascara para pestañas, un poco de rubor rosado y un lipgloss café claro. Al salir me encontré con un Connor despierto o eso intentaba parecer ya que sus ojos aún permanecían adormilados.
-Buenos días - camine hasta llegar a él.
-Pensé que te habías ido - me miro a los ojos y en ellos podías ver miedo - Buenos días, amor - me sonrió solo como él sabe hacer.
-Jamás me iré de tu lado, te amo - me acerque hasta él y sentir como su respiración me embriagaba.
Nos miramos a los ojos, transmitiendo todo lo que el otro siente, lo que queríamos decir y no podíamos, el rosar sutil de nuestro labios nos mataba lentamente sin dejarnos a tiempo de experimentar diversos detalle más sin embargo esa dulce tortura acabo con todo a su paso solo al sentir el elixir más perdurable como lo que era su sabor tan único, una mezcla entre menta y un vago sabor a humo de cigarrillo, juro que cada vez que lo beso es como si mi mundo dependiera de un hilo sin hallar la salida de un exquisito pecado mortal, deseando no haber perdido la cordura estando entre sus fuerte brazos cayendo cada día más por esos ojos que son las puertas hacia una perdición segura y sin retorno. Pero más que nada sentir cuan protegida estoy bajo el manto de este hombre único y especial.
-Hoy estas tan hermosa- su voz ronca y agitada alago mi aspecto mañanero.
-Gracias, Cariño- sonreí, acaricie esa barbaba insípida haciendo que el cerrara los ojos y acunara su rostro en la palma de mi mano, bajo hasta llegar a mi vientre.
- Hola pequeño, te amo ¿Sabias? desde el momento en que supe de ti no pude evitar amarte, sé que mama a estado lejos de mí y tú también, pero quiero que sepas que jamás deje de amar a mami, ella es la luz de mis ojos, el corazón en mi vida ... te amo demasiado bebe - cada palabra hacía que mi corazón bombeara a un ritmo incomparable y os pude evitar derramar unas pequeñas lágrimas.
Alzo su vista y en sus ojos miré el amor infinito, puro y verdadero es que jamás creí ver, y todo se lo debo a él, sé que hemos pasado por muchas cosas, pero una vez más el me demuestra que en verdad me ama al igual que yo estoy dispuesta a dar mi vida por él y también por mi ahora bebe. Tome su mano y me acerque hasta el para fundirnos en un cálido abrazo lleno de tantos sentimientos y emociones grabadas en nuestra mente sin ser dichas por nuestras bocas.
-Tengo que ir a la universidad dentro de una hora, ¿Regresaras a Georgia? - sinceramente no quería que él se fuera, pero supongo que tendría asuntos que resolver en la empresa.