Autora: M. Esparza
libro 1 Trilogia curvas Impredecibles
*** POV ANNIE***
Mierda, siento como si me hubiera derribado un camión, con lentitud abro los ojos que me pesan como si se tratara de piedras, mi garganta quema tanto o más que las brasas de una fogata, mi audición está muy sensible.
- ¿Annie? … - esa voz, la voz de mi madre, con sumo sacrificio logro abrir mis ojos, pero los volví a cerrar ya que la luz me lastimaba.
-Señorita, Honey – la voz de una mujer se hizo presente en la habitación, pero yo seguía con los ojos cerrados – intenté más despacio – sentí unas delgadas y frías manos en las mías.
Carajo, que lo intento, poco a poco fui abriendo los ojos, tan despacio como podía, hasta que pude por fin abrirlos y los rostros de mi familia estaban presentes, sus caras cansadas y el dolor que había en sus ojos comenzaba a desaparecer, y por más que diga que estaba feliz por ver de nuevo a mi familia le buscaba, pero no estaba, él no estaba ahí.
-Mamá- la vi acercarse a mí, mis lágrimas estaban saliendo a mares y un nudo en la garganta me partía.
-Mi niña, pensé que iba a perderte – sus palabras me hicieron tanto daño, pero no más que el que yo había causado.
-yo … ¿C-cuánto? – apenas podía pronunciar las palabras ya que mi garganta estaba hecha un nudo y seca por el tiempo que estuve así.
-Toma agua, amor – la voz de mi padre se escuchó energética, me tendió un vaso de agua y juro que fue lo mejor que tome en años o al menos mi garganta se lo agradecía.
-Señorita, mi nombre es Catalina – una doctora muy guapa estaba frente a mí – Es mejor que no te alteres estuviste en coma casi dos meses, pensamos que hace un momento te perdíamos, pero gritaste - ¡DOS MESES! Que mierdas ¿en coma? Esto está mal pensé que solo había dormido mucho, no recuerdo nada después de ver a mi bebe.
-M-mi bebe, mi hijo – entre en pánico cuando no lo veía por la habitación - ¿Está bien? Quiero verlo – la doctora sonrió antes de girarse a la puerta.
Por esta entraba Zack quien recuerdo que me ayudo a traerlo a este mundo, un pequeño bulto ya hacía en sus brazos con una manta azul celeste, me lo tendió en brazos y juro que en ese momento el aire que apenas había acumulado en mis pulmones había salido, robado por sus ojos, en cuanto los vi un sin mar de recuerdos vinieron a mi mente, alas blancas y cristalinas, sus ojos azules como los míos pero como motas color hazel como los de su padre, su piel tan blanca y cremosa como la leche y su cabello era totalmente rubio. Su pequeña manita me acaricio la mejilla y cerré los ojos, no entiendo cómo, pero él me mostro, sus recuerdos, un ángel, un león y su cachorro. Todo estaba claro, el me esperaba y yo no despertaba.
- ¿Qué fue eso? - le susurre en el oído, pero el solo me vio y dio una risa arrebatadora y fuerte.
-Creo que está muy contento de que su madre este bien – comento Zack, levanté la mirada y le sonreí.
- ¿Dónde está el? - todos se miraron entre sí, había tristeza en cuanto lo nombre, pero necesito verle, abrazarle, decirle que jamás me iré de su lado.
-Solo tranquila …- dijo Víctor que se acercó y se sentó frente a mí y mi hijo –Antes de que gritaras las maquinas estaban haciendo mucho ruido en el momento que estábamos tocando una canción para ti, hacían un ruido aturdidor, tu pulso se estaba elevando demasiado y el té hablaba, pero tú no habrías los ojos pensó que estabas muriendo y salió de la habitación – en vez de una sonrisa había una mueca en su rostro.
-Pero estoy bien – mierda que le necesito ¿Dónde está? Mis lágrimas salían a mares y él bebe se estaba impacientando.
-Él está bien, necesita tiempo para asimilar las cosas – una voz ronca pertenecía a mi persona especial, Trenton.
-Hola …- una felicidad me embargo al ver que está bien - ¿Pueden dejarnos a solas un momento? - mencione a todos los que estaban en la habitación.
-Está bien, volveremos más tarde – dijo mi madre, quien nos veía enternecida.
Al final todos habían salido y solo quedábamos nosotros dos y mi hijo quien se había dormido, lo mire y le hice seña de que se sentara cercas de mí, necesitaba su calor, en el embarazo siempre buscaba los momentos que teníamos juntos sentarme a lado de, aunque no dijéramos palabras. Se sentó en la silla que había aun lado de mí y sus manos estaban apoyadas en la cama, vi su rostro y lo vi preocupado.
- ¿Qué pasa? – él no decía nada, pero sus reacciones corporales lo decían todo.
-Tenía miedo, miedo de no verte nunca más Fiore – relaje mis facciones, y acerque mi mano hasta poder tocar su mejilla cálida.
-Pero eso no paso, estoy aquí – sus ojos verdes eléctrico me vieron fijamente – Lamento mucho todo esto que les hice pasar – su ceño se frunció por mis palabras.
-No tienes por qué pedir perdón, nosotros estamos encargados de protegerte, mierda, no lo hicimos bien, juro que me moría por no saber de ti – de sus ojos salían indescriptibles pero sinceras lagrimas que me hacían sentir la mujer más mala del planeta.
-Lo sé, yo también tenía miedo de no ver a mi familia, a ustedes que han sido más que mis amigos, de no verte, de no verle a él y a mi hijo – de solo pensarlo siquiera me producía arcadas.
- ¿Sabes? Él no ha dejado de visitarte y mucho menos a este valiente hombrecito – sus grandes manos tomaron la pequeña manita de mi recién nacido hijo.
-Lo sé, pero me duele no verle aquí en este momento – mencione mientras sollozaba en silencio para no despertar a mi hijo.
-No puedo decir que él no merece tus lagrimas porque él siempre estuvo aquí, odio que lo ames tanto como no me amas a mí, pero él ha sabido pelear el lugar que tienes para el en tu corazón y yo no puedo luchar contra eso, pero si tu cariño – sus manos tomaron las mías y las beso cálidamente – Yo mañana me iré a Italia, mi familia tiene problemas pero no me quería ir sin saber que estabas bien, te extrañe Fiore – y de pronto sus fuertes brazos embargaron todo mi ser llenándome de una tranquilidad inconfundible pero no satisfecha.