Al despertar me cuesta reconocer el lugar donde estoy, cuando me logro despabilar me siento en la cama de este lujoso hotel, que ha sido mi hogar desde ya unos dos meses, me invade la tristeza de inmediato, sé que la situación ya no puede seguir así.
Mientras me doy una ducha y voy hasta la oficina, no puedo dejar de pensar en mi pequeña Megg, hace más de tres semanas que Rebeca no deja que la vea, esto se me está yendo de las manos, me enfurece de una manera descomunal, esta mujer sí que sabe cómo colmar mi paciencia.
Extraño tanto a mi pequeña, es la luz de mis ojos, el saber que esta con esa desalmada sin corazón me preocupa demasiado, pero sé que por el momento no es bueno actuar precipitadamente, me volví un hombre frio y calculador, ella me ha llevado a convertirme en esto.
No todo fue malo, se reconocer que me case enamorado de mi esposa, la alegría que me dio al saber que iba a ser padre era algo que no se podía expresar con palabras.
Sentía que todo iba tomando un buen rumbo, a pesar de que siempre me sentí incompleto. Tuve buenos padres que se preocuparon por mí, nunca me dejaron faltar nada, estudié y me formé para seguir los pasos de mi padre, él era un prestigioso abogado, y quería lo mismo para mí, nunca me molesté en siquiera pensar en hacer otra cosa, estaban felices de verme bien, por ende, yo me sentía feliz por ellos.
Rebeca era una mujer inteligente, proveniente de una buena familia, siempre estaba para mí en todo momento, incluso más, cuando la muerte de mi padre me sacudió el mundo, él estaba muy enfermo y nunca dijo nada, sufrió en silencio hasta el día de su muerte, eso rompió mi corazón, pero allí estaba Reb, tratando de llenar el vacío que sentía.
Nos acostumbramos a estar juntos en poco tiempo.
Su sueño siempre fue venir a los EEUU, aquí está la mayor parte de su familia, yo no quería dejar a mi madre sola, al ser hijo único era su mundo, todo lo que le quedaba.
Por un tiempo me mantuve firme en mi decisión, pero después de que mi madre muriera, unos dos años después de que falleció mi padre, ya no me ataba nada a Paris, bueno quizás sí, mis queridos amigos, Jeremy, quien era un casanovas sin remedio, pero era fiel y confiable con sus amigos, mientras que Ben simplemente era “Ben”, era una personas buena de verdad, desde lo más profundo del corazón, nos apoyaba incondicionalmente en todo, siempre sabía qué decir y en qué momento, ocupó fácilmente el rol de hermano mayor, aunque teníamos los tres la misma edad.
Luego estaba Mia, la hermana de Ben, siempre fue una niña muy hermosa, a pesar de ser tan pequeña siempre cuidó de nosotros, a medida que crecíamos me gustaba pasar tiempo con ella, aunque era mucho más cercana con Jeremy, por sus personalidades tan parecidas.
Se convirtió pronto en toda una señorita y comencé sin darme cuenta a sentirme algo incómodo con su cercanía, sabía que en el futuro se convertiría en una bella mujer que podría robar el corazón de cualquier hombre.
No quería irme, dejar a los chicos se me iba a hacer muy difícil, incluso dejar a Mia sería complicado, no es qué fuésemos personas muy cercanas ya que siempre insistí en apartarme un poco de su lado, no soy una persona demostrativa, pero quería a esa pequeña igual que a el par de tontos que tenía como amigos, aunque no se lo demostrara, me gustaba ver sus expresiones cuando le molestaba mi actitud, o todas las cosas que hacía para lograr llamar mi atención, era algo reconfortante e inquietante a la vez el saber que le importaba a esa bella chica.
El ser padre cambió mi mundo y me concentré solo en mi pequeña y mi mujer.
Cuando Megg cumplió sus 4 años ya Rebeca no quería seguir en París y supe que tenía que tomar una decisión, nos mudamos y comenzamos una nueva vida aquí.
Reconozco que nunca pude adaptarme a este lugar, puse todo de mí para lograrlo, pero sabía en el fondo de mí ser que este no era mi hogar.
La manera en la que luego se complicaron las cosas fue tremenda, todo se vino abajo y me di cuenta que ya no podía seguir más con todo este teatro en el que se estaba convirtiendo mi vida.
Llego a la empresa y todos me saludan cordialmente, saben que no estoy de humor para nada últimamente, así que me dejan pasar sin más.
Esta es una cede que creé ya hace unos tres años, al poco tiempo de instalarnos aquí.
Desde que funde MyM Company estaba seguro que era lo que quería hacer y me centré en ello para levantar esa empresa y lograr mis sueños.
Después de la muerte de mi padre algo hizo clic en mi cabeza, supe que no quería seguir siendo su sombra, las palabras que Mia me había dicho un día en la sala de su casa resonaban en mi mente, recordándolas siempre: “no vinimos a esta vida a complacer a nadie, solo a nosotros mismos, si no nos empeñamos en buscar nuestra propia felicidad, nadie lo hará por nosotros. Por eso si tienes un sueño persíguelo y no dejes de buscar hacerlo realidad”.