No podía creer lo que había sucedido, como me dejé llevar por un tonto impulso.
¡Había besado a Maik! ¡Por todos los dioses!
Eso era jugar sucio, pero quien podía culparme, me había despertado en el momento en que me cargo en sus brazos, su colonia tan masculina y particular me dejo los sentidos alterados, no quería despegarme de su cuerpo, me atraía demasiado.
Lo sentí hablar con Ben y me sostuve aún más fuerte, no quería que todo terminara tan pronto. Pero para mí fortuna el siguió caminando con paso decidido a mi habitación, para depositarme suavemente en mi cama.
Sabía que estaba actuando mal, de una manera muy infantil, pero ya no era dueña de mis actos, hice un poco de presión en él, atrayéndolo hacia mí con un poco de fuerza, quedando en una posición muy comprometedora, podía sentir su aliento sobre mí, mis manos se movieron sin permiso y acaricie su nuca de una manera suave y delicada.
Creí que se había percatado de que estaba despierta en cuanto me beso.
Me olvide hasta de como respirar, pero todo paso tan rápido que no me dio tiempo a reaccionar, se fue de allí casi corriendo, me quedé con los ojos cerrados y el corazón a mil por hora, sin poder dormir bien el resto de la noche. Las ojeras que tenía bajo mi rostro eran la prueba de ello.
Traté de maquillarme lo mejor que pude, me coloqué una blusa de tirantes roja y un short de mezclilla negro, con unas hermosas sandalias del mismo color.
Salí de la casa muy temprano, no quería toparme con nadie esa mañana.
Le envié un mensaje a Jef y a Amalia para avisarles que los esperaba en el café de siempre.
Al llegar estaba todo desierto, elegí una mesa junto a un gran ventanal, mientras esperaba a mis amigos. El primero en llegar fue Jef.
-Cariño, ¿Cómo has estado?, me tenías preocupado.
Dijo mientras yo me paraba para recibir su abrazo y un sonoro beso.
-Jef no sabes todo lo que me ha sucedido, tengo que contarles mucho.
Dije mientras nos sentábamos uno frente al otro.
-Yo tengo que contarte algo importante, muy importante, pero si quieres me cuentas tu primero así me saco la incertidumbre.
En lo que él me contestaba se abrió la puerta de entrada, dejando ver una triste y malhumorada Amalia.
Se dirigió a nosotros con el rostro serio y sin mirar a Jef, quien miraba la mesa del lugar como si en ella estuviera escrita la respuesta de la pregunta más importante de su vida.
-¡Mia querida! ¿Cómo estás?
-Mmmm bien, creo que mejor que ustedes dos, ¿qué pasa aquí?
Los mire con acusación y mi ceño fruncido.
-Nada importante, ¿no es así Jef? Después de todo es algo insignificante.
Jef levanto su mirada hacia ella y en sus ojos había arrepentimiento y tristeza.
-Dejemos que Mia nos cuente lo que le ha pasado, después de todo es nuestra amiga y necesita que la escuchemos.
Dijo tratando de no sonar tenso.
-Jajajaja claro, siempre evadiendo las cosas, como es nuestra amiga también necesita saber lo que ha pasado.
Jef la miro consternado, mientras ella levantaba la voz cada vez más, la chica que siempre nos atendía y traía nuestra orden nos miraba extrañada, nunca nos había visto de esta manera en todo el tiempo que hace que venimos aquí, era como nuestra especie de ritual donde reíamos y nos poníamos al día de todo, nunca discutíamos, pero siempre hay una excepción a la regla.
Amalia no le dio tiempo a contestar cuando siguió hablando, esta vez mirándome a mí.
-El viernes cuando te fuiste de la discoteca, nosotros nos fuimos del lugar muy ebrios, Jef me acompaño a mi apartamento, pero al llegar, una cosa llevo a la otra y terminamos teniendo sexo.
Dijo queriendo sonar neutra, pero sus ojos reflejaban tristeza.
-Woooou…al fin se dejaron llevar por el deseo, ¿dónde los deja esto ahora?
Dije miradolos.
Jef siempre supo sobre los sentimientos de Amalia, ella era muy pura y transparente, pero nunca había querido pasar los límites que el mismo se impuso con ella, por miedo a lastimarla, ella ya había sufrido una desilusión amorosa con su anterior pareja. Después de 3 años de relación, lo encontró en su cama con una compañera de trabajo, la había estado engañando por muchos meses, y el muy imbécil fue capaz de hacerla sentir culpable por su comportamiento, diciéndole que era muy simple y monótona, que había querido buscar otras cosas para su vida.
A eso me refiero cuando digo que el romanticismo no es más que una gran pérdida de tiempo.
Ella perdió 3 años de su vida con el idiota de Tom, y unos 2 años más para poder retomar su vida normal sin sentirse desconfiada. Jef sabía mejor que nadie todo esto, nunca quiso tener una relación formal, por ello nunca había cruzado la línea con Amalia.
-Por favor Amalia no seas así, ya te pedí disculpas, el alcohol nublo mi juicio, sabes que nunca quise lastimarte pero te mereces que una persona pueda corresponder tus sentimientos con la misma intensidad, y ese sabes perfectamente que no soy yo. Sé que debí haberme frenado, pero juro que no quise que todo terminara así.