Mi Perdida De Tiempo

POR JEREMY:

Había pasado un día tan increíble que no quería que terminara aún. Cuando Mia se fue necesitaba una excusa para salir corriendo tras ella, no me gustaba que anduviera vagando por las calles a estas horas sola.

Para mi suerte recordé que no le había dado el presente que le traje de mi viaje a España, así que lo tome de uno de mis bolsos y lo guardé en mi chaqueta de cuero, para salir corriendo a buscarla.

Hacia una hermosa noche, Mia iba tranquila caminando a unas dos cuadras de distancia, así que apresuré mi paso para gritarle cuando estuve más cerca de ella.

-¡Princesa!

Se giró con una sonrisa en sus labios y espero a que llegara a su lado.

-¿Me he olvidado de algo?

Dijo mientras me miraba fijamente.

-No, el olvidadizo he sido yo.

Saqué el obsequio y se lo entregué, ella dubitativa lo tomo y sus ojos se iluminaron al ver la caja de terciopelo azul que había dentro de la delicada bolsa.

Me miro sonriendo mientras abría la caja sin decir una palabra. Al sacar de ella el collar con el dije en forma de corazón con diamantes en él, su rostro fue de pura sorpresa y me miro con alegría.

-Oh Jeremy no puedo creerlo, es tan hermoso, me has dejado sin palabras.

Dijo aún embelesada, me acerque más a ella, tome el colgante de sus manos y lo di vuelta, para que pudiera observar el grabado que delicadamente se veía detrás, “MIA”

-Tu eres MIA.

Le susurre al oído mientras le prendía el colgante en su cuello.

Ella había cerrado sus ojos con el rose de mi nariz en su piel, sus labios me tentaban de una manera prohibida y peligrosa.

Mis dedos recorrieron desde su oído hasta su mejilla, el contorno de sus deliciosos labios, hasta su mentón, donde mi mano descansó, para atraerla hacia mí suavemente.

Despacio me fui acercando a su boca, estaba arriesgando mucho, pero no había vuelta atrás, necesitaba sentir su piel, y si tenía que ir al mismísimo infierno después de esto, lo haría sin ningún problema.

Esperé en algún momento que me detuviera, pero no lo hizo, se dejó guiar, mientras un leve gemido se escapaba de sus labios cuando mi piel roso la suya, mandando al diablo la poca cordura que conservaba en mí.

-Juro que lo intente con todas mis fuerzas, pero eres el mayor de los pecados hecho persona.

Dije antes de fundir su boca con la mía, en un beso lleno de pasión, desenfreno y necesidad, ella se había convertido en mí perdición, sus labios eran adictivos, no podía saciar mi sed de ellos con un simple beso, devoré su boca sin piedad, al principio no reaccionó hasta que se entregó a mí, envolviendo sus brazos en mi cuello pegando su cuerpo al mío.

Sabía que debía frenar mis impulsos, sino terminaría con ella empotrada contra la pared a unos pocos metros de su casa, no podía dejarme llevar de esta manera en el lugar donde estábamos, era capaz de llevarla a cuestas hasta mi casa nuevamente, pero tenía que poder controlarme.

Nos separamos con la respiración entrecortada, jadiando en busca de aire. Se podía ver claramente la confusión y el miedo reflejados en sus ojos que brillaban como dos estrellas en el hermoso cielo.

-MIA!

Gruñí mientras volvía a besarla.

Me separé de ella y la devoré con la mirada mientras mis ojos le transmitían lujuriosas promesas haciéndola estremecer.

Me alejé de allí dejándola confundida y con ganas de más, pero debía jugar bien mis cartas si quería salir triunfador en esta batalla.

La guerra había comenzado, y yo había hecho mi primer movimiento.




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