La felicidad que sentía en estos momentos era inigualable, nunca antes me sentí tan vivo y completo como lo hacía ahora.
Fue sin duda alguna mi mejor y más anhelaba experiencia, el poder verla dormir, poder abrazarla fuerte contra mí, sintiendo su respiración acompasada junto a la mía, me llenaba de una manera profunda, quería que todas nuestras noches fueran iguales, pero sabía que debía de ir despacio si no quería espantarla.
Sin poder evitarlo la preocupación que sentía por todo lo que se avecinaba me invadía, no quería que Samanta se interpusiera entre nosotros, pero era algo que no podíamos evitar, necesitaba hablar con ella y darle un cierre a nuestra apresurada y equivocada relación.
Mia acaparaba toda mi atención en estos momentos, tenerla frente a mí, con una de mis camisas que la hacían lucir tan sexi y apetitosa nublaba mi juicio, haciéndome querer arrastrarla nuevamente a la cama sin dejarla salir de la habitación durante días enteros, pero no podía, debíamos arreglar nuestra situación, había mucho por hacer.
Escucharla hablar tan abiertamente de sus sentimiento, me hacía sentir el hombre más afortunado del maldito mundo, era un sueño hecho realidad, no me caracterizaba por ser un hombre de lo más romántico, si me tuviera que describir a mí mismo lo haría como alguien pasional y espontaneo, pero no como un romántico empedernido, pero mi pequeña me hacía sentir y querer cosas que nunca ni en mis más remotos sueños llegue a creer posible.
Me perdí en sus palabras, su boca era una invitación constante a pecar, como mordía con nerviosismo su labio inferior mientras esperaba una respuesta de mi parte, me hacía enloquecer.
-Sabes que no deseo nada más que me permitas estar a tu lado, solo eso te pido.
-Creo que he sido clara, queremos lo mismo…nos queda solucionar lo de tu compromiso con aquella mujer.
Había molestia y celos en su voz al referirse a Samanta, me causaba gracia que ella, la persona más segura del universo se sintiera intimidada por alguien más, pero me sentiría de la misma forma ante cualquier individuo al que eligiera para tener una relación, no podía culparla, pero necesitaba dejarle en claro que solo existía ella para mí y eso nunca iba a cambiar.
-Solo me importas tú, pero tienes razón, debemos aclarar todo con Samanta, no se merece todo lo que esta sucediendo, aunque nuestra relación nunca se baso en amor, si nos tenemos un mutuo cariño y no quiero lastimarla de más si esta en mis manos evitarlo.
Hablar sinceramente con Mia era una de las cosas que más apreciaba en nuestra relación, siempre le hable con la verdad, me sentía completamente expuesto, no había nadie en el mundo que me conociera como lo hacía ella, sabía mis más oscuros secretos y el que decidiera darme una oportunidad siendo el hombre que he sido hasta hoy en día, uno del cual no me siento orgulloso, me demostraba que sentía mucho más por mí de lo que ella misma quisiera admitir, eso me llenaba de esperanzas y me hacía ver los días que nos aguardaban por delante con ilusión.
-Debe de ser alguien especial si fue la persona que elegiste para atar tu vida de una forma tan radical, no quiero, me siento mal por sentir lo que siento, pero me muero de celos y rabia solo de pensar que ella pudo alejarte de mí.
-Nadie más que tu puede alejarme, ella solo me hacía un gran favor al aceptar mi propuesta con las condiciones tan absurdas que planteé, es una muy buena mujer, que podría hacer feliz a cualquier hombre, quizás si nunca te hubiese conocido me podría haber llegado a enamorar de ella, pero todo de mi siempre te ha pertenecido, desde el momento en el que me miraste con esos ojos llenos de vida y me viste verdaderamente como nadie nunca lo hizo, me perdí en ti y supe desde entonces que te pertenecía completamente .
Me estaba volviendo alguien verdaderamente cursi, si Ben o Maik me escucharan en estos momentos se reirían de mí eternamente, pero no podía evitar hablar con el corazón cuando Mia era quien me escuchaba.
Sus ojos se cristalizaron y mil emisiones se reflejaron en ellos.
-Ohh Jeremy, como pude temer el estar contigo, si eres el hombre más maravilloso que la vida me ha dado la oportunidad de conocer.
Dijo mientras se lanzaba a mis brazos, sentándose a ahorcadillas sobre mis piernas, comenzando un beso suave y cargado de amor, pero todo el autocontrol desapareció de mi ser con los movimientos tan pasionales de esta pequeña diablilla que me llevaba al borde de la locura, el beso paso a ser desenfrenado en cuestión de segundos nuestros cuerpos ardían de anticipación y deseo.
Todo el momento se congelo con el sonido del timbre de la casa, Bili que hasta entonces estuvo tranquilo en el fondo entro como loco a recibir a quien sea que estuviese importunando en estos momentos.
-Pequeña ve y vístete mientras veo quien es.
Dije mientras con cuidado la depositaba en el suelo y le daba un casto beso en la frente, mientras ella se dirigía con una sonrisa a mi dormitorio, yo iba hacía la puerta amargado y frustrado por nuestro momento interrumpido, por quien sea que este fuera.