Mi Perfecto Caos

CAPITULO 17: Rizando el rizo.


Llevo días sintiéndome diferente. Más diferente aún si es que es posible. 
Hace un par de días estuve hablando con mi madre. Intento evitar nuestras conversaciones pero hay cosas que no pueden retrasarse por mucho tiempo más. Y hablar con una madre es una de ellas.
La pobre me sigue preguntando si voy a recapacitar algún día. Primer motivo por el que no quiero hablar con ella. No entiende que esta mujer que soy ahora no tiene nada que ver con la Elena que un día iba a casarse. ¿La verdad? Ahora jamás me casaría. No con todo lo que sé de la vida. No entiendo como no lo vi antes. Acostumbrada a mediar entre tantos divorcios en la sala del tribunal. Habiendo asistido a tantas conciliaciones en las que solo importaba quién se quedaba más cosas pero nadie hablaba del bienestar de los hijos. Hijos. Otro tema que le encanta a mi madre.
-    Elena , hija- me preguntaba vacada vez que veía la oportunidad. Cuando empezaba con un Elena hija yo ya sabía lo que se venía- ¿Es que no quieres tener hijos? Que tu ya tienes una edad cariño mío.
-    Mamá por Dios, que solo tengo treinta  años.
-    He leído en una revista de esas que me trae tu padre que las mujeres de treinta años tienen muchas menos posibilidades de quedar embarazadas… Y si encima tiene que buscar a un nuevo padre… Mientras echáis vuestros años de noviazgo y todo eso te dan los cuarenta. Madre mía que no voy a ser abuela.
-    Las cosas ya no funcionan a así madre. No tienes que sufrir por eso.
Mi madre y sus inquietudes triviales me sacaban de quicio. Mi padre siempre me había dicho que tengo la mecha demasiado corta . No sé si será verdad. Yo he ido presumiendo toda mi vida de ser la tía más comprensible del mundo , de derrochar paciencia por los cuatro costados. Y es que siendo la mejor amiga de Laura no es para menos. Laura es mi hermana. Siempre lo será. Y siempre me tendrá a muerte pase lo que pase. Este pequeño bache que hemos atravesado no ha sido más que eso, un tiempo muerto para recapacitar y respirar aire nuevo. Pero es , y ha sido, tan indecisa, tan mareante , tan impredecible que había que tener mucha paciencia para entenderla y apoyarla. 
La última había sido la de Gabriel. Reconozco que fui la primera en insistirle con que se dejara de aventuras y se centrase en Tom. Obvio que no volvería a decirle lo mismo. Pero ella se había empeñad en dejarse llevar. En vivir el momento. Y. Sin embargo, cuando Tom está fuera de combate la tía recula y lo deja marchar. ¿Perdona? A un tío que te robaba el sueño. Que te había suspirar por las esquinas y perder el juicio. A un tío que te hace sentir tantas cosas bellas no se le deja escapar. También debo admitir que, por lo que conocí de él en Madrid, Gabriel valía la pena como persona. Un chico con principios y con as ideas claras. Nada de lo que podía deducirse de su apariencia y su increíble carisma. Un picaflor es lo que yo había deducido. Pero me equivoqué soberanamente aunque pocas veces suelo hacerlo. Soy muy intuitiva.
Ahora , un año después, estamos preparando su boda con otra tía. Una puta locura. Qué probabilidad había de que sucediera algo así. Ginebra dice que en Manhattan las posibilidades de todo se multiplican y estoy empezando a pensar que es cierto .
Hablando de Ginebra. No se ha pronunciado sobre lo que pasó el otro día cuando se cogió el pedo del siglo. Literalmente me comió la boca. Y después se durmió sobre mi pecho como si nada. No es que le haya dado vueltas al asunto. O al menos no más de lo que debería. Pie nos en ello de vez en cuando pero sin ninguna razón especial. 
Es que estaréis de acuerdo conmigo en que no es algo que te pase todos los días. Aunque si tenemos e cuenta el razonamiento de Ginebra, en Manhattan las posibilidades de todo se multiplican , entonces quizás no sea tan inusual. 
La cosa es que, aunque intento no darle más bombo del que se merece, he notado que desde ese día me siento distinta como iba diciendo. ¿Cuál podría ser el adjetivo correcto? ¿Especial? Puede que sí, que la palabra sea especial. 
Sin ir más lejos esta mañana me he arreglado más de lo normal. Tenía ganas. Me levanté con tiempo, me miré en el espejo y sentí que necesitaba una puesta a punto. A ver, no es que quiera que Ginebra me vea atractiva ni mucho menos. No me entendáis mal. Pero creo que cuando recibes un beso, da igual de quien sea, algo en tu interior se activa y te hace cambiar . Eso es lo que me ha pasado a mi. Desde que recibí el beso de Ginebra siento que quiero cambiar. Que ya es hora de sentirme mejor conmigo misma. De gustarme. 

Eso es . Busco gustarme a mí. Eso es a lo que me refería pero no había sabido explicarme. Cuando. Llegué a Nueva York seguía sintiéndome tan perdida que olvidé por completo lo que era gustarme a mi misma. Sentirme especial. Pero poco a poco he ido recuperando esa ilusión sin ser muy consciente del procedimiento. 

Sin duda Laura había tenido mucho que ver. Había tenido todo que ver realmente. Acogiéndome y agarrándome de la mano. También Gin, mi gran descubrimiento. Al conocerla la había tomado por una loca descerebraos que iba por la vida dando tumbos. Incluso pensé durante algún tiempo que era culpa suya que Laura estuviera tan perdida en la vida. Pero a día de hoy me retracto de mis palabras. Ginebra está loca, pero no tiene culpa de que mi amiga ande perdida. 

Igual que mi madre no tiene culpa de ser tan protectora y preocuparse por su hija demasiado. Más de lo que aguanto. Así que intento ser paciente y comprensiva y también intento no cogerle el teléfono siempre que pudo. Le meto cualquier excusa. A veces demasiado evidentes. Y espero a que se olvide de mi el tiempo suficiente para volver a hacerlo 
Pero cómo una madre iba a olvidarse de su hija. Su única hija además. Una intenta que había roto con su vida de la noche a la mañana y había desaparecido sin dar mas explicaciones. 
Lo tenía todo. Y sin embargo me sentía vacía. Pero eso mi madre no lo entiende y yo he desistido de intentar explicárselo. 
Laura me está contando la noche tan mala que ha pasado y como Martin consigue desconcertarla por momentos. Sin darme cuenta he sacado el tema de Ginebra. De una manera bastante sutil. Claro. Porque ni se me pasaría por la cabeza contarle a Laura nada de eso . Hay cosas que no deben salir a la luz. Sobre todo aquellas que no merecen atención . 
-    Esa arpía nos ha enviado las autorizaciones para los billetes.- resopla Laura.
La idea de viajar no le ha hecho nada de gracia desde el principio. Sin embargo a mí me parece la parte más interesante del trabajo. Nunca he estado en las Bahamas y me encantaría ir. Sobre todo si corre a cuenta de otra persona.
-    ¿Billetes de primera clase?- la oigo protestar- Está mujer no para de restregarnos su puto dinero por la cara.
-    Laura, cálmate. Su puto dinero es el único motivo por el que te metiste en esto. ¿Recuerdas?Además, un viaje a las Bahamas con todos los gastos pagados no está tan mal.
Laura está curada de brazos. Sus mejillas encendidas como dos tomates. No se puede esperar que sea comprensiva cuando se pone así. Ya hemos pasado por esto muchas veces.
-    Laura, organizar esa pre boda no será peor que organizar la boda principal. Además, si sale bien piensa en las repercusiones que podría acarrearte.
-    Repercusiones es algo malo Elena… Siempre te lías con los sinónimos.
-    Quería decir beneficios, ya lo sabes.
Su silencio me dice que se lo está pensando . Hacerla pensar ya es demasiado ahora mismo.
Martin asoma su melena castaña casi rubia por la puerta. Una calienta pregunta por algo que él no conoce y relama ayuda. Le prometo que salgo en seguida y vuelvo a mirar a Laura suplicándole con la mirada que recapacite. Pero el brillo cede sus ojos es otro. Algo ha cambiado.
-    ¿Qué ocurre?- pregunto sabiendo que hay algo más detrás de la expresión de su cara.
-    Creo que vamos a ser uno más en ese viaje. 
Al principio no la entiendo pero nov tardo demasiado en atar cabos .
-    ¿Martin?
Asiente con la cabeza.
-    Martin es la distracción perfecta. Si le llevo a él pensaré mucho menos en Gabriel.
-    ¿Tu crees?- pregunto sin verlo demasiado claro.
Laura es así. Con sus locuras de ideas. Pura dinamita. La mecha siempre está prendida a su alrededor y puede explotar en cualquier momento.
-    Si. Lo creo. Será perfecto.
Y aunque yo crea que no, que no puede equivocase más y que está jugando con fuego, no puedo decirle nada. Porque ha recuperado una ilusión que llevaba días perdida y no quiero ser yo quien le abra los ojos. Además, tampoco creo que sea necesario porque mi amiga es una pirómana y quién juega con fuego acaba quemándose.
 



#34028 en Novela romántica
#5595 en Chick lit

En el texto hay: rencor, celos, amor

Editado: 11.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.