Mi Perfecto Caos

CAPITULO 21: Un chupito de Tequila


-    ¿Qué te parecen estos cojines?
-    Hombre…
Ginebra se había vuelto loca desembolsando cash para su nuevo bar. No había aprovechado ni el más mínimo detalle del antiguo CO2. Y eso que el local estaba prácticamente nuevo. Las lámparas de cristal que había pedido por internet debían de valer más que mi antigua casa. Ni con diez de mi últimos sueldos me lo podría haber permitido. Pero no sé si fue eso o los retretes chinos que tiraban de la cisterna automáticamente , directamente importados de su ciudad de origen, lo que me hizo replantearme si Laura tenía razón con que a Gin se le iba un poco todo de las manos.
-    Ginebra, ¿de verdad crees que necesitas todo esto?- pregunté intentando asimilar todavía los cojines fluorescentes que tenia delante de mis narices.
-    Renovarse o morir amiga mía. Renovarse o morir. Un nuevo comienzo necesita de una remodelación total. Si no , no es lo mismo. Tomemos unos chupitos.
No era psicóloga , ni lo necesitaba para relacionar las palabras que mi amiga pronunciaba con una importante crisis existencial. Pero , quién era yo para juzgarla. Eso es lo que intentaba hacer comprender a Laura, quien por cierto se había negado a dirigiré la palabra en todo el día solo porque iba a venir a ayudar a Ginebra, tenía que entender que cada persona somos distintas y asimilamos las perdidas de una forma especial muy nuestra. Yo lo había abandonado todo para irme a Tailandia un año a vivir como una hippie después de abandonar mi ático de doscientos metros y mis trajes de firma. Y Ginebra, se había comprado un bar porque quería y porque podía. Locura o no , es su vida y ella puede hacer lo que le de la real gana. 
-    A mi me gustaban los sillones que habían aquí. Eran cómodos. Y bonitos- Intenté decirle.
Ginebra ya había dispuesto varios vasos de chupito sobre la barra y una botella de tequila. Necesité mirar a mi alrededor para comprobar que estábamos solas. Yo, que lo máximo que había bebido en mi vida era ron miel, vodka caramelo como desfase, miré la botella como a mi peor enemigo. 
-    Brindemos por los nuevos comienzos- propuso Gin con su chupito preparado- Vamos, no querrás que brinde sola.
Cogí mi vaso y brinde. Porque no, no era plan de dejarla sola. No cuando ya había llegado hasta aquí a su lado. En esta locura que no tenia ni pies ni cabezas. Entonces, por qué demonios le había hecho caso. Por qué me había enfrentado a mi mejor amiga, incluso, por acompañarla hasta aquí. 
-    El segundo por nosotras. Que bien nos lo merecemos después de tanto.
-    No se yo si es lo más apropiado…
-    ¡VAMOS!- me cortó-Jamás puedes beber solo un chupito. Y esta noche , invita la casa.
Ginebra me guió un ojo con una sonrisa picarona que ya le había visto muchas veces. Sobre todo, cuando no tramaba nada vuelto. De Sade que habia llegado a Estados Unidos seguirla se había convertido en mi perdición. Resacas de ibuprofeno que jamás antes había experimentado, y no por iniciarme de beber si o por probar todo lo que me iba dando; mañanas enteras en la cama; disturbio publico…Incluso un día me desperté en otro estado en una casa de unas tías que ni conocía ni recordaba haber visto en mi vida. Y aun así, seguía siguiéndola. Porque estar con ella era diferente. Me hacía sentir diferente. Podía hacer lo que quisiera , lo que me diera la gana , sin ser cuestionada. Sin que nadie pusiera cara de espanto mientras me miraba con compasión pensando en qué demonio me había convertido. Porque no joder, no soy la puta niña perfecta que todos creen. Pero si miradme. Estoy trabajando ara i amiga durmiendo en su cuarto de invitados, sin un duro. Mi novio me plantó en nuestro convite por ponerle los cuernos. Mi matrimonio es el más corto de la puta historia. Los periódicos quisieron entrevistarme pero yo me negué, porque para mono de feria no. Eso si que no. ¿Lo único bueno? Me ahorré el abogado. Porque la última gestión que hice como tal fue mi propio divorcio. 
Le dejé la casa, le dejé los coches, le dejé hasta mi ropa en el armario y me marché con lo que tenia en la cuenta más mi finiquito. Creo que mi madre nunca se repondrá de lo que hice, ella tenía demasiadas expectativas puestas en mi, pero yo si.
 Yo ya lo he superado.

Yo ya lo estoy superando.
Así que cogí ese vaso de chupito, porque era lo que había que hacer, y me lo bebí de un trago. Y el siguiente. Y dos más. Y cuando ya iba por el quinto me sobraba el jersey y los botines. Y estaba subida en la barra con mi camiseta interior, sin sujetador y con los pezones como piedras, y mis piececitos al aire. Que bien se veía la vida sin zapatos oye.

-    Ay Elena, Elena, Elena.
Ginebra caminaba hacia mi y me miraba como sin verme. Con los ojos brillantes por el alcohol. Tambaleándose de una acera muy graciosa como si pisara piedras. Incluso miré al suelo para asegurarme pero no. Ella llevaba zapatos. La descalza era yo.
Nuestro sexto chupito fue por las mujeres. O eso propuso mi amiga.
-    ¿Por qué por las mujeres?- pregunté .
 Porque yo borrachilla había descubierto que preguntaba muchas cosas. Lo preguntaba todo en realidad.
-    Porque somos unas cabronas…- contestó arrastrando mucho las eses.
-    Eso no me lo esperaba- dije imitando su forma de hablar.
-    ¿Y qué te esperabas?A ver, letrada, sorpréndame. ¿Cuál es el veredicto?
Mi risa contagiosa era totalmente incontrolable. No sabría decir cuantos chupitos atrás había perdido el control pero ya no estaba.
-    Las tías somos buena gente. Somos la hostia las tías. El problema son ellos.
Ginebra meneaba la cabeza de un lado a otro en forma de negación y yo pensaba, lo juro, que se partía el cuello.
-    Las tías somos unas cabronas- repite- como tú y como yo.
Me reí. Porque en ese estado todo me hacia gracia. Después vendría otro en el que lloraría por todo.
-    Culpable- dije con las manos alzadas- Culpable. Culpa mía. Pero , ¿qué has hecho tú?
Resopla. Como si no supiera por dónde empezar. Se toma tanto tiempo que estoy a punto de decirle que no quiero que me cuente su vida desde el principio. Que errores hemos cometido todos en tanto tiempo pero que yo me refiero a algo más actual. A lo que le llevó a meterse en casa de Laura, por ejemplo.
-    Yo he malgastado el tiempo. No he sabido valorar lo que tenia. No he sabido ordenar mis prioridades.
-    Muchos tópicos juntos amiga.
-    Lo sé. Por eso lo he perdido todo- esta vez pasa de rellenar el vaso de chupito y se empina directamente la botella- Y ahora no tengo nada excepto un bar. Brindemos por mi bar.
Me pasa la botella chupeteada y le doy un sorbo. Porque ahora si que no es momento de dejarla beber sola y porque sus babas, aunque soy escrupulosa, ya no me dan asco. Ya las he probado.
-    ¿Pero sabes qué?- empieza a decir- Las tías también somos demasiado orgullosas. No sabemos perdonar. Ni dar terceras oportunidades . Porque a ver, ¿quién se invento lo de que solo se pueden dar dos oportunidades? ¿Quién? Pues no, se pueden dar las que nos den la gana. Y yo creo que el mínimo debería ser tres.
Me mira, encorvada hacía un lado con la botella colgando de una mano. Esta digna de ver. Me hace gracia. Pero gracia mental, porque no es momento de reírse.  Le hago un gesto de cabeza para que continúe. Su discurso es muy interesante.
-    Porque el primer error se comete de manera consciente. No sabes la repercusión que tendrá asi que lo haces por si… te sale bien. El segundo, el segundo es sin querer. No quieres hacerlo. No quieres hacer daño. Pero lo haces porque eres gilipollas y porque tienes muy mala suerte. El tercero es el imperdonable, el que se hace a sabiendas de todo. Por eso debería de haber tus oportunidades. 
-    ¿Y después de la tercera oportunidad?- pregunté realmente inmersa en la conversación.
-    A la mierda. Después de la tercera a la mierda. 
-    Interesante- contesté alzando otra botella de tequila con la que me había hecho durante el discurso de Ginebra.
Aproveché su silencio para replantearme si estaría hablando de ella misma. De su última relación. A veces pensaba que habla de su propia persona y otras de alguien más. Entre que siempre hablaba en femenino y que me abría bebido hasta el agua de los floreros no diré que había sido fácil seguir la conversación. Pero me atrevía a postear que si, que estaba hablando de ella.
-    Estás hablando de ti- no fue una pregunta.
Mi amiga me miro de lado, una sonrisa triste en su cara, me había dado la espalda mientras terminaba el tequila que quedaba en su botella. Contestó sin mirarme.
-    Soy un desastre.
-    No es verdad. No lo eres. Eres increíble. Eres una mujer valiente, arriesgada, divertida, inteligente… Tienes un estilo propio y no te avergüenzas de nada. Te admiro mucho.
Ginebra me miró , de repente, sorprendida. No se esperaba lo que había dicho. Ni yo misma me lo esperaba. Si me hubieran preguntado sobria , habría hablado de sus locuras, de sus irresponsabilidades, de lo tarde que llega a todas partes. De su falta de compromiso también. Cosas de las que Laura me había hablado pero que yo también había podido comprobar d primera mano.
Pero no, dije todas esas cosas bonitas y tiernas que nunca había dicho a nadie.Y me quedó increíble.
-    Te pareces mucho a Laura , ¿sabes?- ,e dijo mientras se acercaba a mi lentamente- Unas veces más que otras. Hoy te pareces demasiado.
Yo sentada en la barra , sin zapatos, en camiseta interior, con mi pezones para rallar cristal y ella acercándose a mi como si fuera su presa. Mirándome de manera rara. Cuando se emborracha su mirada se transformaba. Como de persona poco cuerda. Una loca vaya. 
Se cuela entre mis piernas. Sus brazos a cada lado de mis caderas. Apoyados sobre la barra. Mi corazón acelerado preocupablemente. No podía descartar un infarto en cualquier momento. 
-    Hemos crecido juntas- contestó tímidamente- Somos casi hermanas.
Ella sigue mirando, cada vez más cerca. No dice nada. Pero desde esa distancia puedo oler el alcohol en su boca. Y eso no me desagrada. No se que me hace sentir pero no es algo negativo.
Mi ex nunca bebía. Era tan correcto. Tan monótono. Tan aburrido. Jamás un solo desfase. Jamás una juerga de esas locas que acaban en risas interminables. Jamás una ventana no planeada. Él era la organización en persona. 
-    Te pareces tanto a ella…
Su mano acariciando mi mejilla. Bajando por mi cuello hasta el escote que se queda fuera de mi camiseta interior.
Mis pezones que ahora, a parte de rallar cristal, van a hacer una juguetona a la camiseta. ¿Pero qué coño está pasando?
Estás necesitada Elena. Me digo una y otra vez. Es eso, nadie te toca desde… puf, nadie se fija en ti , nadie te roza de esa manera tan sexi. Es eso , no te vuelvas loca. 



#34026 en Novela romántica
#5597 en Chick lit

En el texto hay: rencor, celos, amor

Editado: 11.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.