Mi pícaro Mate.

Capítulo 15

Capítulo 15.

Sonrió al ver el lindo atardecer que tengo frente a mi, si hay algo que sin lugar a dudas extrañe mucho durante este mes, fueron los atardeceres de Olfman, son simplemente maravillosos. 

—Esto es increíble, viven con humanos ¡humanos! Es como estar en la manada de los pícaros. 

Hago una mueca. 

—No me había dado cuenta de eso —le digo a Derek—. Pero hay diferencias ¿Sabes? Acá los lobos viven en este condominio junto a sus parejas, los humanos detrás de esas enormes rejas, en cambio donde los pícaros vivían todos juntos, todos mezclados… 

—No todos —me corrige Derek—. Los de alto rango vivían cerca del bosque, tu viviste con algunos de ellos. 

Niego con la cabeza y veo como el sol termina de esconderse. 

—Si bueno, casi todos, pero acá no, acá todos viven en este condominio, y mi tío es alcalde de la ciudad. 

—Un poco clásica ¿no crees? 

—Lo creo, desde que volví de la casa de Jared lo creo, pero ha funcionado y muy bien, así nos mezclamos solo para lo necesario. 

Derek se queda en silencio y niega con la cabeza. 

—No puedo ocultarlo más Jade, odie a tu madre. 

Suelto una carcajada antes su palabras. 

—Yo también la odio, la odio como no tienes idea, siempre más fría conmigo que con mis hermanos, siempre me excluida pero yo no me daba cuenta… Siempre fui distinta para ella. 

—¿Jade? —lo miro—. Jared ya sabe que no estas en su manada, llegó horas después de que nos fuimos y se volvió loco con el comunicado de Jackson. 

Mi cuerpo comienza a temblar, mis manos a sudar y me quiero desmayar, me sostengo de Derek como puedo y niego con la cabeza, no ahora, no ahora que estoy volviendo a la normalidad. 

—¿Porque me dices esto? 

—Porque Jared es también mi amigo, y te lo oculte porque me agradas, pero Jared ya llegó… 

Veo como Derek tomó su móvil y marca algo. 

Me alejo de él y comienzo a correr hacia mí casa, lo único que me protege es que Jared no puede entrar a este lugar, no ahora ¿porque diosa luna? 

Me detengo cuando alguien me toma del brazo y me voltea. 

—Hola muñeca —abro mis ojos al ver a Jared frente a mi, tiene unas ojeras algo notorias, no mucho pero se le notan, su barba a crecido, el cabello está más corto. 

Mi corazón comienza a latir con rapidez, mis ganas de llorar llegan y la rabia también.

—Diablos Jade, corres rápido. 

Veo a Derek detrás de Jared y una lágrima corre por mi mejilla, me siento decepcionada. Jared trata de limpiarla pero golpeó su mano. 

—¿No puedes ver una lágrima ahora? —Veo a Derek y este me sonríe como puede—. Derek vete, no te quiero ver, vete y no vuelvas nunca más. 

Me suelto de Jared y comienzo a caminar hacia mi casa, pero soy cargada y llevada hacia otra dirección. 

—Distraerlos hasta que la lleve de regreso. 

Me asustó ante las palabras de Jared y comienzo a golpear su espalda. 

—Te odio —susurro tratando de detener mi lágrimas. 

Siento mi corazón hecho pedazos, y es que lo esta. 

Jared me deja en el suelo y veo que estamos llegando a la entrada, lo golpeó y me alejo. 

—Actúa como si me conocieras, no me quieres ver enojado —susurra Jared en mi oído y tiemblo al escuchar su voz, esta era distinta, muy distinta. 

Asiento con miedo. ¿Que me está pasando?

Salimos del condominio y me sube a un auto, comienza a conducir y tengo miedo, este Jared no lo conozco, y es que en realidad no conozco a mi mate. 

Nadie habla y siento la boca seca. 

—¿Como lograste entrar al condominio?. 

—Tengo mis trucos muñeca, aunque Derek hizo la mayor parte debo admitir que soy un buen actor. 

Río, no tengo dudas de que sea un buen actor, después de todo jugó conmigo y lo odio por eso. 

Jared se estaciona afuera de una casa pequeña en medio del centro de la ciudad, a dos cuadras de centro comercial, un lugar que aún debe seguir con personas, puedo correr rápido y pedir ayuda. 

Bajo del auto y comienzo a correr, pero nuevamente me sostiene del brazo. 

—Esto enserio se te hace costumbre. 

Me suelto de su agarre, pero me vuelve a tomar, veo sus ojos y no hay brillo, están oscuros y eso me da miedo. 

—Sígueme y no intentes hacer nada, Jade. De verdad. 

Tiemblo ante su voz, esa no es su voz. 

Lo sigo y entramos a la pequeña casa, veo como Jared deja las llaves sobre un mesos y enciendo el calentador. Me siento en el sofá grande, me arrolló y abrazo mis piernas. Solo pido que todo esto sea un sueño. 

—Tenemos que hablar. 

—Yo no tengo nada que hablar contigo 

—Jade soy tu mate… 

—¿Es broma cierto?

Lo interrumpo y  niega con la cabeza, con el ceño fruncido me rasco la nuca para después apuntarlo con mi dedo índice.




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