Aprieto los dientes resignada. Evans cree que me he vuelto loca y que planeo convertir en gay a todos los humanos, y él va a impedirlo como el gran héroe que es.
¡Que le jodan!
Paseo mi mirada por el gimnasio, preguntándome donde estará Noteacerquesael, y al no verlo decido bajarme de un salto de la barra del DJ donde me había sentado Parker. Hay gente fuera en el césped de la piscina, así que me decido a dar una vuelta a ver si puedo encontrarlo por allí.
La noche es agradable y cálida, al menos para mí que siempre he sido muy calurosa. Quizá por el hecho de que tengo que ir más tapada que una monja.
Hay un grupo sentado en la orilla de la piscina con las piernas dentro del agua. Una de las chicas levanta pequeñas gotas de agua por los aires ante la mirada embelesada de los humanos. Ese uso indiscriminado e ilegal de poderes era de esperar tras horas de consumo de alcohol. Si alguien sale herido, un humano me refiero, habrá represalias para todos. Pero por el momento, charlan animadamente y apenas se percatan de mi presencia, mientras camino por el césped preguntándome quién será el nuevo amigo de Evans. Que yo sepa, todo dámaro en edad escolar estudia en nuestro colegio, pero a él nunca lo habíamos visto, y aunque somos muchos, una cara así no se nos hubiera pasado ni a Cas ni a mí. Además, he notado que todo el mundo lo mira, y no solo porque está con Evans, sino porque nadie sabe quién es.
Metida en mis pensamientos, casi piso a una pareja que está tirada en el césped liándose apasionadamente. Están tan absortos el uno en el otro que no se dan cuenta de que tienen público, pero el pelo oscuro que la chica agarra con tanto ardor no tiene nada que ver con el rubio platino que busco.
Doy la vuelta a la piscina y cuando estoy casi segura de que él no está allí veo un destello de piel pálida entre el crecido césped. Su cuerpo serpentea sensual entre la hierba, y por eso estoy segura de que está acompañado, pero al agudizar los ojos en la semi oscuridad, me doy cuenta de que no. Me acerco a él despacio, extrañada por su comportamiento. Me detengo a dos metros cautelosos, ¿quién sabe de qué le ocurre o de qué es capaz?
Tiene una expresión de placer en el rostro, mientras se frota el delgado torso desnudo con sus propias manos.
—¿Estás drogado? —le pregunto, riéndome al entender lo que ocurre.
Él no abre los ojos, ni me mira.
—Claro, ¿tú no? —su acento glinean es tan denso y urbano que me sorprende. Es humano, entiendo completamente sorprendida. ¿Por qué ha traído Evans un humano a la escuela?
Me siento en el césped a su lado y apoyo los antebrazos en mis rodillas, mientras lo contemplo acariciar la hierba con una sonrisa extasiada.
—No —respondo divertida. Lo normal es no estar drogado, aunque su forma de decirlo denote lo contrario—¿Qué has tomado?
—Éxtasis —me responde y esta vez gira la cara hacia mí y abre los ojos. Sus ojos son la definición visual de la belleza, y hay algo en ellos que provoca escalofríos. No puedo creer que sea un simple humano, pero su acento es de muy lejos.
—¿Qué se siente?
Se ríe, una risa un tanto embriagada y patética. Nunca me han atraído las drogas porque creo que sacan lo más bajo del ser humano y nos despojan de nuestra dignidad. Pero aun así le pregunto porque quiero escuchar más de ese acento, y para vengarme de Evans, claro.
Noteacerquesael se da la vuelta para apoyarse sobre sus codos y me apunta con sus ojos azules. Su pelo es casi blanco bajo el reflejo de la luna, y su flequillo está imposiblemente levantado. Me pregunto cuanta laca tendrá que usar para mantenerlo así.
—Es como el momento justo antes de echar un polvo, cuando estás tan cachondo y lleno de ganas que te sientes más vivo que nunca ¿Sabes lo que digo?
Niego con la cabeza y miro hacia la piscina. Por el rabillo del ojo lo veo torcer el rostro extrañado, hay algo inhumano en su expresión, porque me parece más un gato curioso.
—¿Eres virgen? ¿Por qué? —me pregunta.
No digo nada, sus ojos me recorren, hasta que los veo expandirse, y dibuja una sonrisa alucinada.
—Baker, la gay maker —deduce, y parece fascinado por la idea en lugar de repugnado. Sus ojos me analizan con atención y veo en ellos un brillo de entendimiento, como si de pronto talgo en su cabeza tuviera sentido.
—Evans te ha hablado de mi —comprendo un tanto humillada.
Sus labios se curvan en una sonrisa ladeada. Su acento es un manto exótico que lo envuelve dando el toque final a su peculiar persona.
—No, yo le he hablado a Evans de ti —me dice y se sonríe ante mi desconcertada expresión.
Para alguien drogado, se mueve con una rapidez pasmosa para sentarse a mi lado, imitando mi postura. Hay algo salvaje en él, como si fuera un niño aun acostumbrándose a comportarse en sociedad.
Espero a qué explique su extraña afirmación, pero se limita a mirarme.
—¿Qué quieres decir con que tú le hablaste a Evans de mí? —digo al fin, al ver que no va a proseguir.
—Quiero decir exactamente eso.