Mi Piel DÁmara

Rojo Evans

Capítulo 7

 

Son las dos de la mañana cuando llego a la puerta de mi habitación. No estoy muy segura de lo que acaba de pasar, y ni siquiera sé si en realidad deseo saberlo. Lo único que Cas y yo tenemos claro es que Electric Blue le ha hecho algo a Drake.

Cas ha intentado llamar a su hermano repetidas veces para saber si estaba bien, pero Drake no le había cogido el teléfono, hasta que al fin, después de media hora de intentarlo, le había enviado un mensaje explicándole únicamente que se había ido a casa de sus padres.

No tengo ni idea de cómo habrá conseguido salir del recinto cuando ningún estudiante lo tiene permitido. Quizá les haya dicho a los guardías que estaba enfermo. Quizá...quizá lo esté.

La expresión de Drake mientras Electric Blue lo sostenía del cuello con los ojos poseídos había sido muy intensa... y tras soltarlo, el chico parecía haber pasado por algo totalmente demoledor. Al menos había tenido la fuerza de asestarle un puñetazo a su "agresor" por lo que dedujimos que no le había hecho ningún daño físico.

Antes de marcharme de la habitación, le pregunté a Electric Blue qué le había hecho a Drake, incluso cuál era su poder, pero el extraño chico nuevo no me respondió nada. Debo admitir que estaba acojonada. Me temblaban las manos y me daba miedo acercarme a él o presionarle con preguntas. Por lo que me limité a preguntarle si estaba bien, y cuando me indicó moviendo una mano en círculos que daba el tema por zanjado, me excusé con ir a ver si Cas me necesitaba para salir de allí. Había algo en la actitud de Electric Blue que me decía que estaba acostumbrado a que le pegaran.

Tenía que haber una razón para que le hubieran echado de Dámara siendo muy pequeño, y me empezaba a quedar claro que la razón radicaba en su poder. Fuera lo que fuese.

Abro la puerta de mi habitación mientras miro la pantalla del teléfono. Cas, incapaz de irse a dormir, acaba de escribirme un mensaje con otra teorías sobre lo que había ocurrido esa noche. Habíamos estado elucubrando teorías durante casi un hora antes de despedirnos. A cada cual más descabellada.

Ya está, ¡lo tengo! Electric Blue es un gay maker como tú y al hacerle eso a Drake lo ha cambiado. De ahí la rabia de mi hermano

Pienso en la conversación que he tenido con Electric Blue durante buena parte de la noche y descarto esa teoría.

Nah, ese no es su poder. Debe de ser capaz de causar dolor o quemazón o algo por el estilo, a juzgar por la forma entrecortada en la que respiraba tu hermano. O quizá se trata de algo más psíquico, como que te muestra tus peores miedos haciéndose realidad.

Mientras escribo entro en mi cuarto y cierro la puerta, sin apartar la vista de la pantalla. Mi habitación debería estar a oscuras a excepción de la luz azulada de mi teléfono, pero me doy cuenta de que me he dejado la luz de la mesita de noche puesta.

—¿Dónde estabas?

La voz a mi espalda me hace dar un salto sobre mí misma y se me cae el teléfono de la mano, mientras me giro para buscar al emisor.

—¿Evans? —pregunto lo obvio con los ojos entornados como si necesitara focalizarlo para creerme lo que veo.

Evans está apoyado en la pared justo al lado de mi puerta con los brazos cruzados. Si no hubiera estado distraída con mi teléfono le hubiera visto por el rabillo del ojo.

—¿Qué coño haces aquí? —le digo, y toda mi incredulidad sale por mi voz. Si alguien me preguntara cuál es el último lugar donde buscaría a Evans Armstrong diría sin lugar a dudas que mi habitación. Además estaba segura de que a esas horas estaría chupando los huesos de la chica de la fiesta—¿ Te has perdido?

Evans pone una mueca de fastidio y desvía la mirada como si no soportara mi incredulidad.

—Te he preguntado que dónde estabas.

Mis hombros se relajan al entender que estaba ocurriendo.

—Tranquilo, no he salido a cazar esta noche —digo y me agacho para recuperar mi teléfono. Con Evans en mi habitación mis ganas de chatear se han reducido a menos doscientos, por lo que lo lanzo sobre la cama—¿Vas a ser mi niñera ahora? Pobre Evans... no vas a poder ni echar un polvo tranquilo.

Lo miro de reojo al ver que no responde.

—¿Estabas con Blue?

Asiento con indiferencia. Me duelen los pies de los tacones por lo que me quito las botas... No voy a fingir que no intento hacerlo con cierta gracia, con cierta sensualidad. Cuando estoy sola, me tiro en la silla espatarrada y me las arranco cual camionero; pero Evans no tiene porque saber eso.

—¿Te ha tocado? —su voz sale tensa, pero no se mueve de la pared. Debe estar horrorizado por estar en mi habitación. Seguramente le salga un sarpullido psicosomático del puro asco.

—Me ha besado —le respondo con sinceridad pero sin mostrar mi opinión sobre ello, y le observo de reojo.

—¿Te ha be... —empieza a decir con indignación, pero se detiene a mitada de frase y sacude la cabeza, recordando que el está por encima de esos asuntos—. ¿Cuándo te ha tocado has sentido algo?




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