Los días pasaron rápido pues ya era semana de exámenes, la chica naruto había desaparecido, aunque la buscase no veía ni su sombra, sabía que seguía yendo a la escuela por su mochila, Arthur el pelirrojo lucia exhausto, una pregunta cruzo por mi mente “¿Qué son ellos” tan pronto como apareció la pregunta la borre, a mí que me importaba que eran?
Dentro de una semana serán las vacaciones, de tan solo pensar en dormir hasta tarde, salir con mis amigos, salgo del aula en cuanto suena el timbre, un minuto más aquí y siento que caeré en la locura.
Mamá no vendrá hoy así que toca caminar, al dar vuelta a la esquina alguien choca conmigo, ambos caemos al suelo, cierro los ojos dejando que pase el dolor, Dios, apenas me recupere de la caída del martes pasado, a este punto terminare en silla de ruedas.
—¡Ay, no! perdón, pero que torpe — esa voz…
La chica naruto me mira como si me hubiera matado, me levanto con todo el dolor del mundo, intenta ayudarme, aunque en su intento termina tropezando encima de mí, cierro los ojos, necesito fortaleza o este débil cuerpo no resistirá.
—Que chica más tonta — la furia sale por cada poro de mi cuerpo.
Un brillo extraño pasa por sus ojos, agacha la cabeza me pide una disculpa y se va, resoplo, parece un cachorro que acaba de ser abandonado.
—No. Perdóname tu a mí, no debí llamarte así — hablo, la chica naruto se detiene.
—Debí tener más cuidado — dice cabizbaja.
—Fue un accidente — trato de consolarla.
Me rio por lo bajo “tú me chocaste a mí y yo termine invitándote un helado para que no te pusieras triste”. Estamos en la plaza más cercana de la escuela, ambos esperamos un helado que pidió la chica naruto.
—¿Tu no comerás? — me pregunta.
Recargo la espalda contra la silla, necesito un buen masaje, miro a las personas pasar riendo, algunas van con prisa, incluso algunas van peleando.
—No me gusta lo frio — digo tratando de sonar amable.
Me cruzo de brazos dirigiendo mi mirada a la pareja que discute o eso parece, el chico se rasca la nuca mientras la chica hace señas con las manos, siento una mirada, la incomodidad me invade.
—Deja de mirarme así — le digo.
—Aquí está su helado, que lo disfruten — sonríe la empleada con amabilidad.
—Que disfrutes tu helado — le digo, me levanto para pagar y decido irme.
—Me llamo Olivia — grita haciendo que detenga el paso — gracias por el helado Christian.
Me da una sonrisa y se va en dirección contrario, la miro, está comiendo su helado de chispas de chocolate con menta, en sus ojos se ve un brillo hermoso, el vestido de flores morados que trae le combina con sus uñas, su cabello corto parece que tuviera vida propia, se mueve al compás del movimiento, se pierde entre la gente, de pronto me entra una necesidad por querer buscar entre la gente, “¿Qué debo buscar?”, me doy la vuelta y sigo mi camino.
—Saben…a veces las personas que brillan y se ven todo el tiempo feliz, a veces son las mismas que no pueden brillar en la oscuridad, su alma está rota.
—Por qué no cambian esa luz, así como los focos — pregunta julio.
—A veces las personas no saben que están rotas y deben cambiar esa luz rota — explico, todos me miran con el ceño fruncido.
—¿Entonces? —pregunta Susy.
—Necesitan ayuda — suspiro.
El profesor está explicando la clase, realmente nadie lo está escuchando, yo sigo teniendo esa necesidad de querer salir corriendo y buscar, creo que ya me estoy volviendo loco debería decirle a mamá, volteo al asiento de atrás y veo a la chica pelinegra, creo que está dibujando o eso parece, alzo la cabeza para ver.
Vuelvo la cabeza al frente de cuando acá soy tan chismoso, Arthur se sienta junto a ella, Olivia le regala una sonrisa “muy bonita”, está viendo lo que está dibujando y empezaron hablar de algo tal vez gracioso pues los dos se empezaron a reír, ella se da cuenta que la estoy viendo porque dirige su mirada a mi lugar, me volteo rápidamente.
De nuevo camino, el día está soleado, hay tranquilidad, tomo mis audífonos y pongo mi canción favorita “loco” de Enrique iglesias, aunque no he vivido lo que dice la letra, la canto como si me hubieran abandonado. Escucho a alguien gritar, decido ignorar igual no es mi asunto, entro a una tienda para comprar una bebida, alguien entra con la respiración acelerada, se está agarrando de sus rodillas recuperando la respiración.
“Es Olivia”
Me voy a su lugar a ayudarla, le ofrezco mi mano y ella la toma me mira y sonríe, volteó a ver al chico de la caja, nos mira como si fuéramos protagonistas de alguna serie coreana, carraspeo y este se voltea.
—¿Estas bien? — pregunta, se limita a sonreír.
—Tra-trate de alcanzarte…pero caminas muy rápido — dice respirando hondo.
—¡Alto! — digo sorprendido —¿Eras tú la que gritabas?
Le pregunto y ella asiente sonriendo, ¿Por qué siempre está con una sonrisa?, A mí me pasa algo por más mínimo que sea y mi sonrisa se borra y ella así tenga falta de aire está sonriendo, la miro y ella hace su cabeza a un lado tal cual cachorrito confundido.
—¿Me estás escuchando? — pregunta sacándome de mis pensamientos.
—L-lo siento y bien que decías — le digo tomándole atención.
—Te decía…que si estabas ocupado esta tarde — me dice y desvía la mirada rápidamente
—Realmente no tengo muchas ganas de salir — le digo y por primera vez veo su sonrisa desaparecer.
—No vale la pena amiga — dice el chico de la caja indignado — mereces algo mejor.
Lo miro con los ojos entrecerrados, el chico me fulmina con la mirada, me doy una cacheta mental cuando entiendo todo, “está bien” es lo que dice antes de salir de la tienda, me quedo parado como idiota.
—Ve por ella — susurra el chico de la caja.
Lo miro con el ceño fruncido, me hace un gesto para que vaya, lo obedezco, aunque no sé por qué.
—Perdón, quise decir que hoy no tenía planes — le digo cuando salgo corriendo atrás de ella.
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Editado: 22.10.2025