—Y así fue como conocí a mi quinta novia…aunque no me dolió tanto, igual fue gacho terminar de esa manera ¿Qué opinas? — el silencio invade la habitación — ¿Sigues vivo?
—Ah como friegas, ya cállate y duerme antes de que termines con mi paciencia y te de un sartenazo — lo sacudo de los hombros furioso, Arthur me mira sorprendido y después sonríe.
—Amigo…nunca creí que te molestaría el que mis ex’s me hayan roto el corazón — se tapa la boca haciendo una mueca de sufrido.
Me quito las cobijas de encima, me paro y salgo del cuarto, escucho su voz preguntándome a donde voy, no tardo mucho, entro a la habitación con el sarten mas bueno de la casa, es un sarten legendario ya que a pesar de que lleva años su teflón sigue intacto aparte que se ve más nuevo que los otros sartenes. Arthur me ve entrar con el sarten, en seguida se acuesta tapándose, empieza a roncar, me rio por lo bajo.
—Eso creí — murmuro, dejo el sarten de nuevo en la cocina y regreso a dormir.
Como es fin de semana, siempre duermo hasta tarde excepto por hoy, no sabía que alguien podía dormir tan salvajemente, Arthur dio como veinte vueltas para acomodarse, ronca como tractor viejo, uno de sus pies me golpeo una mejilla y ahora estoy aprensado entre sus brazos, ya le di cachetadas, le grite, lo amenace, hice de todo, pero parece que ya murió si no fuera por su respiración y ronquidos lo habría dado por muerto.
Suspiro, después de un rato despierta, me mira y sonríe, le suelto una cachetada, la sonrisa se le borra de la cara, bajamos a desayunar, mientras el planea que haremos yo intento ignorarlo.
—Y bien…
—¿Qué? — contesto de mala gana.
—Eres muy anti-social — come un poco de papaya, para después hablar con la boca llena— Dime… ¿Cuántos amigos tienes?
—No tengo y no los necesito — murmuro y el chasquea la lengua.
—Ahora entiendo porque no supe de ti en mucho tiempo, pero eso ya se acabó, ahora somos mejores amigos.
—Te dije que no.
—Si no aceptas ser mi amigo, ahora mismo iré con Olivia y le diré que te gusta — lo miro con una ceja enarcada.
—¿Me estas amenazando? — sonríe.
—Oh, Claro que si — se levanta lentamente, hago lo mismo que el queriendo taparle la entrada.
Me avienta un pedazo de papaya, distrayéndome mientras el sale corriendo, voy detrás de él, lo escucho reír como un loco, me había olvidado que el entrena, mi respiración es un desastre intento correr, empiezo a ver borro, me tiro de rodillas al suelo intentando recuperar la respiración.
—Diablos amigo, debes hacer más ejerció — escucho a Arthur a lo lejos.
—Ayuda, dile a mamá que la amo — le digo dejándome caer.
—Se lo diré después de ir con Olivia — lo escucho irse.
Rayos no funciono mi plan, lo sigo persiguiendo hasta que llegamos a su casa y me encuentro con Olivia en la sala leyendo un libro, por un momento me olvide de todo, solo ella existe, nuestras miradas se encontraron, me sonrió y saludo.
—¿De dónde salieron estas mariposas? — volteo a ver a Arthur quien tiene una mirada burlona— ¡Uy! No había notado que venían de ti “amigo”
Me le voy encima, en el suelo lo agarró del cuello, el hace lo mismo, ambos empezamos a rodar por el suelo, cada uno nos tenemos tomados del pelo, escucho Olivia decirnos que nos detengamos, intenta separarnos, pero ambos nos aferramos o eso era hasta que escuchamos pasos furiosos bajar por la escalera, sin saber quién es, pero ambos nos ponemos de pie y nos damos un abrazo.
—¡Olí! Ni siquiera había notado que estabas aquí — habla con entusiasmo Arthur.
—¿Qué fue todo eso? — nos mira con los ojos entrecerrados.
—Un abrazo de amigos — hablo rápidamente y Arthur me mira emocionado.
—¿A-amigos? — mira a Olivia con los ojos llorosos — dijo amigos.
Suspiro.
—Que eran todos esos gritos — aparece una señora de la tercera edad con un palo en la mano.
Arthur pega un grito, yo me escondo detrás de Arthur y Olivia detrás de mí.
—¿Quién es? — le susurro a Olivia.
—Es la abuela de Arthur — me susurra.
—A-abuela — nos voltea a ver en busca de ayuda, Olivia y yo nos volteamos — solo estaba hablando con mis amigos.
—Si sabes que me has interrumpido de mi siesta ahora por su culpa me saldrán más arrugas — grita, entrecierra los ojos y se prepara para golpearnos con el palo.
Los tres corremos fuera de la casa, escucho a la abuela gritar, volteo y después grito.
—Como tu abuela es demasiado rápida.
—Ni yo lo sé, estoy viendo mi muerte demasiado cerca — responde Arthur.
—Chicos ya no siento las piernas — grita Olivia, la miro con cara de terror y Arthur con cara de victoria.
Arthur me toma de la mano para después decir.
—¡Perfecto! Tú serás la carnada mientras Cristian y yo huimos del país.
Volteo a ver a Olivia quien nos mira con la boca abierta, le digo adiós “el peor error de mi vida”, ahora tenemos a dos mujeres detrás de nosotros.
Dos horas después…
—Bajen cobardes — grita la abuela.
—Bajaremos cuando se te baje la presión, abuela — le grita Arthur.
—Si no bajan yo subo por ustedes — grita Olivia.
—Te volvemos a bajar de una patada — ahora es mi turno de gritar.
Después de que nos persiguieran por dos horas, llegamos al parque nos subimos al árbol más grande que encontramos, intentamos hacer tratos con ellas, pero mujeres tenían que ser, nada mas no se les olvida una.
—¡Ya se! — habla Arthur — hay que convencerlas con comida.
—Que gran idea.
—Si quieren que las perdonemos cómprenos com-
Le tapó la boca a Arthur y lo miro con el ceño fruncido.
—Acaso quieres que les salgan garras o alas y empiecen a volar — Arthur niega — déjamelo a mí.
—Bellas damas, si nos perdonan a nosotros estos miserables seres humanos.
—¿Miserable? ¿Yo? — me interrumpe Arthur y le doy un zape.
—Si tú y ahora déjame hablar — suspiro, vuelvo mi mirada a las damas que nos observan como leonas esperando a que su presa caiga —Como les decía, si nos perdonan les daremos lo que nos pidan.
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Editado: 17.11.2025