Mi preciada flor

Capitulo 14

Estamos a una semana de terminar la escuela y empiezan las vacaciones, escuche que vendrán mis primos, invitare Olivia y Arthur a mi casa, para mí sería muy importante que la conocieran, hablando de Olivia, últimamente la he notado rara, pongo el codo sobre la mesa recargando la cabeza en mi mano, miro a Olivia quien está escribiendo algo en su libreta, dirijo mi atención al patio, quiero invitarla por un helado.

Arranco una hoja de mi libreta y en ella escribo mi invitación, se la entregó a un compañero diciéndole que se la pasa a Olivia, lee la nota y sonríe, me mira y asiente, solo queda esperar a que terminen las aburridas clases.

—Te he notado distraída últimamente — me atrevo a decir.

Vinimos a la plaza después de la escuela.

—He estado cansada, la casa hogar es un desastre desde la partida de Lalo — habla mientras se concentra en comer su helado.

—Sabes que estoy para apoyarte en todo — me mira con una sonrisa.

—Llévame a ver una aurora boreal.

Frunzo el ceño, Olivia al ver mi desconcierto ríe.

—Prométeme algo, chico serio.

—Te prometo lo que quieras — pongo una mano sobre su mejilla.

—Siempre he soñado con ir a ver una aurora boreal — se queda en silencio por breves segundos — últimamente estoy muy cansada, no creo poder conocer una nunca.

—Nunca digas nunca — le tomo las manos con una sonrisa — puede suceder cuando menos te lo esperes.

—Promete que conocerás muchos lugares increíbles, tomaras fotos y harás un álbum — por un momento vi una mirada nostálgica en ella.

—Lo prometo, pero tu vendrás conmigo — le sonrió, le tiembla la barbilla.

—Estoy cansada — se le entrecorta la voz, pareciera que le duele hablar.

—Entonces te llevo a casa, duerme — sugiero y ella sonríe.

Lo que hace a continuación me toma desprevenido, deja caer su helado, con ambos brazos se aferra a mis hombros, su boca uniendo la mía, nos separamos cuando el aire nos falta, la miro y veo que llora, eso hace que mi corazón se apachurre.

—Olí…

—Eres hermoso, nunca mereceré tus lágrimas, prefiero que me odies a que me llores — un nudo se instaló en mi garganta.

—Porque dices eso de repente.

—Solo…me siento muy melancólica, vayamos a caminar un rato.

Y la tarde se pasó, entre platicas, risas, anécdotas, ver el atardecer, un atardecer de colores, desde el rosa hasta el morado, las palabras de oliva seguían resonando dentro de mí, sin embargo, hice caso omiso, la semana se pasó rápido, Olivia se veía apagada aun así nos divertimos, hicimos una pijamadas en la azotea de su casa, fuimos a pescar, tocamos timbres, fuimos a la comisaria por tocar timbres, nos hicimos un tinte color rojo.

Hicimos planes para navidad, comió en mi casa, conoció a mis padres, prometimos ahorrar para ir a ver una aurora boreal, se llegaron las vacaciones, vacaciones que fueron arruinadas y marcadas, ahora entiendo porque todo se sentía tan irreal, los ángeles no se pueden quedar por mucho tiempo en la tierra, el ultimo cielo, atardecer, anochecer hermoso que vi fue desde ese día, de ahí en adelante mis días se volvieron grises.




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