—Y bueno ahí termina la historia — mi voz se escucha por toda el aula.
—Pero…nunca nos termina de contar la historia — se queja Susy.
—Solo termina en que la chica huye porque se sentía triste, el chico la busco por mucho tiempo, sin embargo, nunca la encontró — los niños no parecen muy contentos con el final.
Empiezo a caminar a la ventana, donde se encuentran las monjas encargadas de la casa hogar.
—Y porque la historia se llama mi preciada flor — habla Nadia.
—Porque… tomándole sentido a la historia, habla como un chico se enamora de una hermosa flor, sin embargo, no sabía que eso era amor, era muy joven para saberlo, aunque también era muy joven para saber que esa flor era única, se marchito y el joven no puedo hacer nada.
—Ese joven debe estar muy triste — habla Susy.
—Es solo un cuento de amor, claramente no existe, tonta — y así vuelven a empezar una pelea.
Suspiro, es hora de marcharme.
—No es un cuento, es una historia real, el chico sigue lamentándose por su preciada flor, aun así, vive por ella — les sonrío y ellos me devuelven la sonrisa.
Trago saliva cuando esos pequeños seres me miran expectantes, me pongo en cuclillas y trato de hallar las palabras correctas.
—Como sabrán mañana son vacaciones, yo…no voy a volver en el regreso de vacaciones — fruncen el ceño — quiero tomar un descanso, solo será por un rato.
Me despido de ellos con enorme abrazo, estos niños me ayudaron de alguna manera por unos meses, ahora es momento de que retome mi camino, estar aquí solo hace que la recuerde. Al final del día tomo mis maletas y las pongo en la cajuela, la madre abril se acerca a mí, trago saliva, tal vez ahora este sintiendo lo que sintió Olivia.
—Han pasado cuatro años desde lo sucedido, debes dejarla ir, te hace daño — aprieto los puños en mi maleta.
—Espero verla pronto, ha sido un placer — cambio de tema y ella suspira resignada.
—Cuídate hijo — me da la bendición y me marcho.
Llego a la ciudad, no ha cambiado nada, paso directo a casa, cuando toco el timbre es mamá quien me recibe.
—Cariño creí que no te volvería a ver — se aferra a mi temblando.
—Solo he venido a despedirme.
Trato de ser fuerte cuando ella se separa de mí y me mira con los ojos llorosos, trago saliva cuando mi padre llega a lado de mi madre y la mira confuso.
—Lo lamento, pero siento que, si sigo en los mismos lugares en los que estuvo, siento que moriré asfixiado.
—Cariño, tienes solo 21 años — mamá solloza — sé que es difícil, pero déjame ayudarte.
—No…no quiero —miro al cielo conteniendo las lágrimas — volveré, sano y salvo, solo…quiero tiempo, si es necesario tomare terapia, pero solo.
Mamá asiente volviendo a abrazarme, padre hace lo mismo, me quiebro en sus brazos.
—Estaremos aquí, no hagas locuras, te queremos hijo.
Después de tranquilizar a mi madre me marche, antes de salir de la ciudad quiero pasar a despedirme de Arthur y su amigo perruno, me estaciono frente a su casa, él está afuera de su puerta hablando con el perro, este perro lo encontró el día en que Olivia se marchó.
—Empiezo a temer por el perro — le digo y él me saca el dedo del corazón.
Me acerco, me dedica una sonrisa, me inclino para acariciar al perro.
—Así que si te iras…pues que maña tienen de abandonarme — reprocha.
—Debes aprender a vivir sin nosotros — me encojo de hombros.
—Vayamos a beber algún día, hasta quedar tirados en la calle y parezcamos muertos — murmura, sonrío ante las ocurrencias de este hombre.
—Pues bueno que sea una promesa — le sonrío.
—Entonces te esperare, cariño.
Niego riéndome, el también ríe, se pone de pie y me da un abrazo.
—Sé que puedes levantarte de esta, no te rindas, ella estaría feliz de que conozcas las auroras boreales y no lo veas como algo triste si no como un recuerdo feliz.
Asiento, el nudo que se forma en mi garganta me impide hablar, me despido y marcho, las gotas chocan contra el parabrisas, no tengo un rumbo fijo, solo quiero escapar…miro las nubes grises y sonrío, recuerdo que hace cuatro años eran hermosos, suspiro, quiero salir de este hoyo en el que me he metido, es difícil, muy dificil…el primer mes fue el menos duro tal vez aun no lo digería, el segundo mes simplemente me deprimí, pasaron meses y en vez de olvidarme.
Simplemente los recuerdos llegaban, quiero borrar eso, como dijo Arthur, quiero que sean recuerdos felices no uno en el que llore cada vez que vea un estúpido helado, me centro en la carretera, se está oscureciendo, me quedare en el primer hotel que vea.
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Editado: 11.12.2025