Maratón 5/5: -¿Esa perra está en venta?-pregunto, levante mi mirada buscando de donde provenía aquella voz y mi mirada se detuvo en un hombre que estaba parado cerca de la barra, tenía un aspecto bastante formal, era alto con un peculiar traje negro, pero me llamó la atención su cabello y su barba, lo tenía teñido de un color verde si no me equivoco. -Aún no a comenzado la subasta-contestó Ricardo apareciendo de la nada-Además es virgen y sólo será vendida para quienes la quieran un momentito, está reservada para un Árabe. -Me importa un bledo la subasta! Yo la quiero ahora! Y tengo dinero más que todo estos que están aquí-miro con desprecio a los demás para luego mirarme de nuevo. -¿De cuánto estamos hablando? -De lo que usted quiera. -Pues veremos si llegas al presupuesto-apretó un pequeño botón y en una pantalla apareció un montón de número, las personas empezaron a dar más, pero nadie podía superar al hombre aquel, pasado unos minutos dieron por finalizada aquella subasta y me dirigían hacia el cuarto dónde me esperaría ese hombre, el miedo se apoderó de mi, ¿Qué iba a hacer? Mis piernas me temblaban y las lágrimas amenazaban con salir, ya no quería llorar más, ya no quiero esto, llegamos al número 7 y el que me llevaba abrió la puerta-Aquí lo tienes-dijo empujándome para dentro-tienes una hora-y cerró la puerta dejándome sola, el hombre estaba de espaldas, y no se movía-SIENTATE EN LA CAMA-hizo señas con la cabeza pero no volteaba-Y SACATE ESE ESTÚPIDO ZAPATO-tragué saliva y obedecí, no quería que me lastimara, cuando me senté y saque mis zapatos, él volteo hacia mi, pude ver que su rostro me era conocido, sus ojos eran de un color azul muy fuerte, sus pestañas tupidas y sus cejas del color de su cabello-No me hagas daño-suplique con un nudo en la garganta-No me hagas daño-mi voz se quebró y no aguante más, cubrí mi cara con las manos y me largue a llorar, el hombre no me reprochaba, no me gritaba, ni me golpeaba, de repente sentí su cuerpo tan cerca del mío que me asusté, levante mi cabeza y él tenía los ojos húmedos-Emily soy yo-susurró-soy Alex, tu profesor de contabilidad-mi corazón dio un salto, no puede ser. -¿Qué? Alex? Pero...