Mi primer amor

Capítulo 7. El letrero

—¿Que piensas de ese letrero? —Alexander apunta a un letrero algo grande que tapa la vista de uno de las principales ventanas.

Me detengo a observarlo, el anuncio queda por dentro y por fuera, en este anuncia sobre una Banda que se presentará este viernes por la tarde-noche. 
Es muy llamativo para mi gusto, más que nada por el tamaño y los colores.

—Es muy grande, a veces las personas no les prestan tanta atención a las cosas tan grandes y con colores tan extravagantes —Y pienso en otra cosa—. Y también a los clientes les gusta ver a través de la ventana y puedo decir que por esa razón aquella zona está un tanto solitaria.

—Mmm... creo que tienes razón —Lo observo unos segundos, su mirada está en aquel gigante letrero, este tiene un ceño fruncido—. Necesitaré modificarlo.

—¿Tu lo hiciste? —Ahora ambos nos encontramos viéndolo, creo que sería una foto muy cómica si alguien nos viera a ambos—. Probablemente unos colores llamativos que sean de la misma paleta de colores se lleven bien, y algo más pequeño —Y después junto mis manos, en modo rogando—. Y que no tape la ventana, aquella ventana es un punto clave para los clientes.

Me voltea a ver algo risueño. 
Me rio ante eso, y separo mis manos a toda prisa colocándolas atrás de mi.

—¿Por que dices eso? —Frunzo el ceño, no comprendo su pregunta, y como que se da cuenta porque la vuelve a interpretar de una forma distinta—. ¿Por que es un punto clave?

Y mi mirada vuelve a aquella ventana, donde lo único que se ve es el gran letrero poco convencional para mi. Y pero lo pregunto ¿Por que dije que era un punto clave? Y sin más me imagine a Adam y a una versión mía sentada ahí, junto a los sillones y la ventana. Y sabía muy bien porque era un punto clave.

—Por el paisaje —Río un poco porque lo único que se ve son los edificios altos de enfrente, muchos vehículos—, porque ves La Ciudadela simplemente. 
>>Aquella mesa, donde me senté el día que vine a pedir empleo es nuestra mesa de mi mejor amigo y mía. No nos gusta sentarnos ahí porque da mucho el sol por la mañana, por la tarde no tanto. Pero aún así nos seguimos sentando ahí por el simple hecho de que podemos voltear a ver el pequeño mundo que se ve tras aquella ventana —Suspiro, creo que no tiene sentido lo que estoy diciendo—. Ves lo prisa que van las personas al caminar, lo feliz que están o lo triste, y es divertido imaginarte que es lo que está pasando esas personas. Es un punto clave porque te pierdes en algo que no creerías perderte, simplemente la vista mientras tomas tu bebida o tu snack.

Y me quedo callada recargada en la barra de bebidas, mientras veo donde se supondría que debería estar aquella vista. 
Pero que en efecto no está, y apaga un poco el lugar.

—Simplemente —Continuó hablando—. Lo apaga el lugar, estás tan acostumbrada a aquello, que una vez que los ves diferente sabes que no es lo mismo.

Volteo a donde se encuentra mi "jefe" y lo curioso es que me imagine que tendría una cara de burla ante mi comentario, pero es todo lo contrario, se ve serio pero no de la forma de que parece enojado, más bien de la forma en que está pensando, pensando mientras ve aquel punto clave.

—Lo siento, supongo que divague de más —Sacudo mi cabeza—. Un cliente va llegando, iré a pedir la orden.

Alexander asiente, pero no dice nada. 
Me encojo de hombros mentalmente.

Y sin más me voy a atenderlo. 
Le tomo su orden, cobro y Alexander prepara la bebida, todavía me sigue enseñando cómo preparar algunas, dice que tardaré un par de semanas más en memorizarme el preparado de todas.

Para el final del día, voy a dejar mi mandil y gafete en el closet de empleados, y me suelto el cabello, suspiro, es una gloria hacer eso. Tomo mi mochila del closet y me dirijo a la salida.

Como ya limpié casi todo el lugar, Alexander también va de salida, lo curioso es que lo encuentro en unas escaleras tratando de quitar aquel letrero gigante.

—¿Que haces? —Es una pregunta muy obvia, pero tengo curiosidad de porque lo estaba quitando.

—Tenias razón, es un tanto estorboso esto —Y lo jala, este se rompe y doy un pequeño grito—. No te preocupes de todas formas será remplazado por algo más en estos días.

Me quedo viendo a mis puntas de los pies.

—Me hiciste caso —Me sorprende un poco, la mayoría de las veces las personas se ríen de mis opiniones o críticas sobre algo—. ¿Por que lo hiciste?

Y lo escucho reír, su risa suena a un "¿No es obvio?

—Tenias razón, Alison —Sonrío poquito, pero no dejo de ver mis pies—. No se veía bien, y tal vez otros clientes piensen lo mismo sobre la vista.

—¿De quien es la Banda por cierto? —Tal vez se empiecen a promocionar su grupo aquí.

Veo que hace bola el antiguo letrero de promoción, y baja de las escaleras.

—Es mía —Sonríe mucho—. De hecho te iba a pedir sobre si podías quedarte hasta tarde, para que estes de encargada... Porque buen yo estaré.

—Tocando —Asiento—, ¿Eso significa que me pagarás horas extras?

Subo y bajo mis cejas rápidamente mientras parezco niña pequeña que le darán un dulce por estar tranquila.

Lo escucho reír.

—Eres muy graciosa Alison —¿Es es un no?—. Pero claro, no te voy a tener trabajando horas extras y no pagarte. ¿Que tipo de jefe seria?

—¿Uno que explota a sus empleados? —Levantó una ceja.

Ahora reímos los dos.

—Bueno, me iré a casa, tengo tarea que hacer —El asiente—. Buenas noches, Alexander.

—Buenas noches —Abro la puerta, y antes de salir por completo lo escucho hablar una ultima vez mas—. Por cierto, soy el que canta.

—Que Genial —Lo digo susurrando mientras salgo.

Y me encamino a mi casa un tanto feliz, por el hecho de que alguien le hizo caso a una de mis opiniones.

Mientras subo por la calle, veo que la casa de Matías está encendida la parte de la puerta principal, mientras me acerco veo que se encuentra sentado es las escaleras de la entrada, se encuentra leyendo un libro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.