—Tierra llamando a Alison —Oh de nuevo lo hice.
Y ahora en el trabajo.
¿Había llegado algún cliente?
Así que voltee a todos lados, pero a esta hora la cafetería estaba un tanto desértica.
—¿Acaso me estabas hablando y te diste cuenta que hablaste de más sin que prestara la mínima atención? —Arrugo toda mi cara porque se que es algo que suelo hacer lo que acabo de preguntarle.
Si ceja levantada no parecía de confusión, más bien era de... sorprendido, por muy extraño que suene pensar aquello su cara era de sorpresa.
—¿Que tanto piensas? —Suspiro.
¿Que tanto pensaba Alison?
El asunto de Matías y Aranza también.
—Un poco de todo —Claro estaba que no podía contarle a Alexander—. Sobre la vida y las vueltas misteriosas de los cruces con otras personas, o bueno más bien de los adolescentes.
Lo veo sonreír. Sigo insistiendo que no es tan grande.
—A todo esto —Quería cambiar de tema y alejar de mi cabeza a mi compañeros de clase—. ¿Cuantos años tienes?
Lo escucho reír, me gustaba cuando lo hacía porque al momento que lo hacía su cabello largo le tapaba los ojos azules y después hacía un movimiento con su mano para arreglarlo.
—No veo que tiene todo el asunto en tu cabeza que ver con mi edad —Se sienta en la barra, así que yo también lo hago—. Pero tengo veinte, los cumplí el mes pasado.
—Vaya, pues felicidades atrasado —Le sonrió de lado—. Chico cancer.
Si, si lo sé había sacado a relucir su signo zodiacal. Y ante eso consigo escuchar de nuevo aquella risa de la que me estoy dando cuenta que me gusta.
—De hecho, soy Leo —Y por más sorpréndete de todo esto, es que me haya entendido.
Creí que las únicas que les importaba saber su signo zodiacal era a las chicas, ¡Él sabía que tipo de signo era! Eso me hizo sonreír, aunque no lo hice en su dirección, más bien me dediqué a observar a las máquinas de café que tenía enfrente. Ya no era tan in desastre cuando trataba de preparar algo. Después de que Alexander estuviera riendo de mi después del derrame de leche ante la mala colocación de la taza en la máquina -Unos seis accidentes de derrame de leche-, todo había ido mejorando.
Supongo que el no pregunta por mi edad debido a que eso venía en mi solicitud de empleo, y como el me contrato. Sabía bien que la había leído.
—¿Y como terminaste aquí? —Hice un ademán en general con mis manos al local—. Es agradable, pero por lo que he visto se te da bien cantar.
Mi vista regresa a él.
—Te voy a contar un pequeño secreto —Se acerca a mi y provoca que trague un poco de saliva ante su cercanía—. ¿Prometes no decir nada?
Su aliento provoca un escalofrío en mi en todo el cuerpo. Pero hago el esfuerzo de asentir ya que me he quedado seca de saliva, su cercanía provoca que me ponga demasiado nerviosa.
—La cafetería es mía —Sus ojos observan todo momento los míos, pero yo no puedo sostenerle la mirada.
Y con ello se aleja y todo mi sentidos regresan a su estado normal y no de alerta.
—¿En serio? —Y por alguna extraña razón me dedico a observarla y cuestionarme varias cosas—. ¿Como es posible?
Se lo pregunto mientras río débilmente.
—Mi familia tiene muchas propiedades —Se encoge de hombros—. Por muchas generación así ha sido en la ciudad. Ya sabes no es muy grande y ha tomado lugar de varias cosas. Siempre quise tener algo mío, así que hice acuerdos con mi padre y le estoy pagando hasta el último centavo del lugar para compensar el "préstamo".
Solo podía pensar en un chico con ese gran status y no había pasado por desapercibido, y era Frederic Aniston. Si familia en general toda de ella era conocida por el mayor adquirimiento de propiedades en la ciudad.
Y eso me llego a cuestionarme una cosa. Sonaría muy tonto si me dice que no a lo siguiente que le voy a preguntar pero debo de hacerlo.
—¿Acaso formas parte del imperio de los Aniston? —Ll escucho reír, pero no se si aquello es una confirmación o se está burlando de mi por llegar a pensar aquella locura.
Creo que no sería una locura, la breve descripción de su familia me ha llegado a cuestionar eso. Al igual que Frederic Aniston que vivía a unas cuantas casas que la mía, y aunque el vecindario no se caracterizaba por grandes casas. La casa de Frederic siempre había sido reconocida en el vecindario. Era de tres pisos, aunque casi no habitará nadie y claramente grande. Nadie sabía porque una casa ahí se encontraba en un vecindario como el nuestro, que no es que nos menospreciemos, si no que nuestras casas eran de dos pisos y no muy grandes. Era tranquilo el lugar.
—Así es —Me muerdo el labio, al final de todo me encontraba frente a un Aniston, pero a comparación de su familiar Frederic... era muy distinto—. No me gusta mencionar mucho mi apellido por lo mismo de que llamo un tanto la atención.
Como Frederic, también por eso era popular, ser uno de los ricos de la preparatoria también sube tu status.
—Me imagino, ha de ser cansado —Me encojo de hombros, aunque tengo la curiosidad de ver a todo esto donde encaja Fredric—. Aunque Frederic lo lleva de maravilla su nivel de popularidad.
Él suspira mientras ríe de una forma ronca.
—Así es Alison, a Frederic siempre le ha gustado ser el centro de atención —Ni que me lo digas—. Siempre ha sido el primo que se lo ha llevado todo, y a todo esto —Lo hace imitando mi tono de voz de hace rato—. ¿Tu como lo conoces?
—Una ciudad pequeña —Sonrió ante la ironía de mi respuesta, y se que debo de darle más información al respecto—. Crecí relativamente cerca de él, somos vecinos y comparto clases con él.
Frunzo el ceño, si son primos jamás me lo he topado y vaya que Frederic suele hacer fiestas cada vez que sus padres no están en casa. O en reuniones familiares, cuando éramos niños, los chicos del vecindario salíamos a andar en bicicletas y siempre veíamos cuando se celebraba las reuniones importantes en casa de Frederic y veíamos cómo todo el mundo entraba y salía de aquella casa. Siempre creí que era una familia grande. En ese tipo de eventos Frederic no salía a jugar. O tal vez yo era la única que observaba mucho su casa cuando salíamos a jugar por lo mismo. Me gusta observar más no acosar como era lo que estaba haciendo la otra vez.