Mi primer amor

Capítulo 51. El nacimiento del día

—... Y por esa razón te odio —La voz borracha de Adam suena graciosa pero a la vez cómica.

Al final Adam aceptó que lo lleváramos a su casa. Pero ha estado hablando todo el camino a esta mientras que yo le doy direcciones a Matías de por donde. Ha sido un tanto gracioso escucharlo decir de todo, hasta que llego al punto en el que se puso serio y empezó a decirle a Matías las razones por las que lo odiaba. Empezando desde su primera aparición, hasta terminando de lo que le conté del campamento.

—Yo no sabía que me odiabas —Le responde Matías sin apartar la mirada del camino—. Pero ahora que lo pienso, con razón siempre estabas muy a la defensiva de que estuviera cerca. ¿Voy bien?

Me voltea a ver por un instante, dirijo mi vista de nuevo al camino.

—Si, falta un ratito más para volver a dar vuela —Él simplemente asiente.

Adam le continúa alegando no se que tanto a Matias, pero yo me dedico a ver por la ventana. Al final de todo me sentía ansiosa, feliz y a la vez calmada. Como si la tormenta ya hubiera acabado.

Y creo que la tormenta había acaso y ya solo esperaba que hubiera paz.

Aunque no habría paz porque estaría con Matías y no siempre era tranquilo estar con él. Aquel chico era como una montaña rusa sin fin. Y eso me gustaba.

—Alison, ¿Tienes que llegar temprano a tu casa? —Pienso un instante en las palabras de Matías y me ponen nerviosa, demasiado diría yo y por su sonrisa creo que lo ha notado, así que ríe escandalosamente—. Estoy cien por ciento seguro de lo que tú estás pensando no es lo mismo que yo estoy pensando.

Mi cara se relaja un poco, solamente un poco.

—No precisamente, ¿Acaso me llevarás a un callejón oscuro y me matarás? —Levantó una ceja en forma de broma.

Abre su boca muy sorprendido y con una mano en su pecho, mientras que con la otra está manejando.

—¿Yooooo? —Su tomó hace todo esto más gracioso—. ¡Jamás lo haría!

El gruñido de parte de Adam hace regresarnos a concentrarnos en él.

—Dejen de estar ligando enfrente de mi —Lo observó, Matías no puede hacerlo ya que está manejando pero veo una sonrisa en él—. Uno está sufriendo de amor y ustedes restregándome en la cara su nueva felicidad.

Y con ello se desploma en el asiento trasero por completo.

—Se ha quedado dormido —Le informó a Matías—. Creo que beber cuando estás dañado es lo peor que puedes hacer.

—Lo peor que puedes hacer es beber cuando estas enamorado, ya que él está enamorado —Dice Matías con un tono de tristeza—. Es una pena que Alexa no lo quiera, a pesar de que me odia él se ve que podría hacer todo por ella.

—¿Como sabes que es Alexa? —Matías hace una cara de disgusto mientras observa al frente, como si aquella pregunta le recordara un mal recuerdo.

—Cuidar a una persona borracha es como preguntarle la verdad a un niño, sin ni si quiera preguntárselo. Te empieza a contar todo sin que uno quiera saberlo —Asiente muy serio—. Al final qué me contó lo suyo, me empezó a contar lo tuyo. Lo más curioso de todo fue que lo hizo en menos de cinco minutos. ¡Yo no tenía ni idea de que toda una historia se podía contar en menos de cinco minutos! Si que es bueno para contar las cosas.

Sonrió. Adam ebrio es mejor analizador que un Adam sobrio.

La mano derecha de Matías está libre, a veces no soy una persona que demuestra lo que siente. Ni demuestra mucho. 
Pero Matías si lo es. Y a veces uno mismo debemos hacer pequeños esfuerzos para salir de nuestra zona de confort para poder adaptarnos a las situaciones. Y eso lo que hago en ese instante.

Le tomo la mano libre, y la entrelazo con la mía.

—Gracias por ayudarme con Adam —Lo cierto es que no lo quiero ver a la cara, probablemente esté muy roja—. Puede ser a veces un niño pequeño, pero siempre me ha apoyado y lo cierto es que te tiene celos por eso dice que te odia, pero lo cierto es que no te odia solo tiene miedo; como todos. Puedes girar a la derecha en el semáforo que viene.

Él asiente.

—Lo lamento de nuevo, por lo de Alexander —Lo repito una vez más, me sigo sintiendo demasiado culpable por todo en general—. Se que fue mi culpa, debí de aclarar todo esto antes, pero soy una persona muy indecisa.

—Lo se —Gira a la derecha—. Siempre has sido muy indecisa. Y no estoy enojado por nada. Yo fui quien te puso en una situación complicada al confesarte lo que sentía, demasiadas veces para ser honesto. Yo también lo lamento por haberte presionado tanto con lo que sentía. Pero sabía que si no lo hacía podría perderte otra vez. ¿Voy bien?

—Si, continúa derecho ya casi llegamos —Las casas a partir de aquí empiezan a ser más grandes cada vez más—. Es al final de la calle llegando a la glorieta.

Él se dedica a manejar, después de cinco minutos llegamos a la glorieta con una gran fuente. Suspiro hemos llegado a la casa de Adam.

—¿Él vive aquí? —Parece sorprendido Matías, al igual que yo la primera vez que vine—. ¡Vive en una Mansión!

—Así es, y aún así teniendo todo el dinero del mundo no puede llegar al corazón de la chica que quiere —Rio irónicamente.

—Encontrará a alguien indicada para él —Se encoge de hombros mientras llegamos a la caseta de su casa.

Matías baja el vidrio de su lado y yo hablo, en cuando me ve la persona que está ahorita en la noche me reconoce y le informo que traemos a Adam. Nos deja pasar.

—No tiene muchos amigos Adam, por lo que los pocos que tiene los tratan muy bien la casa —Le digo a Matías ya que nos dejaron pasar muy rápido—. Para serte honesta, Adam es un tanto solitario. Pero es el mejor amigo del mundo que me pudieron haber mandado. Sus papás casi nunca están en casa, son personas muy ocupadas.

—¿Empresarios? —Río al instante.

Fue lo mismo que pensé que se dedicaban cuando vine por la primera vez a. 
Niego al instante.

—Músicos —Me muerdo el labio—. De una orquesta famosa, siempre se me olvida su nombre para ser honesta. Siempre están de gira.




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