Mi primer amor

A veces puedes ser un poco fastidiosa

Ya habían pasado unas dos semanas desde que comenzaron las clases y, desde que Nohemí le gano en el juego de la mariposa, Nebu no pretendía volver a perder otra vez de esa misma manera. A pesar de que en este momento regresaban a casa juntos, no habían jugado otro juego.

Las clases habían comenzado. Nebu, siendo que se sentaba a la par de Nohemí, quiso hacer algo diferente. Mientras el maestro comenzaba a explicar cómo se hacían las operaciones con la numeración maya, él vio que Nohemí tenía en su mano un lápiz. Al ver esto, pensó – por qué no le pido que veamos quien puede hacer un dibujo cuando regresemos. Eso es, si le digo eso de seguro podré ganar – comenzó a reír en voz baja. Nohemí, dirigiendo su mirada hacia él, sólo se preguntaba qué era tan gracioso de la clase.

Al terminar la clase, los dos se fueron juntos a casa. Mientras caminaban, Nebu, que trataba de ocultar su objetivo, dijo – Nohemí – Nohemí - ¿Sí? – Nebu – que te parece un reto – Nohemí – Claro, dime cuál – Nebu – muy bien. Sabes, siempre he pensado en que sería divertido hacer un dibujo y luego hacer una comparación con alguien más para ver quien lo hizo mejor – Nohemí – Es por eso que quieres tratar de hacer eso – Nebu – Sí. Y... aprovechando que venimos de regreso, no estaría mal que nos detuviéramos un momento e intentemos hacerlo – Nohemí – está bien, pero con una condición – Nebu - ¿cuál? – Nohemí – El perdedor invita un chato al ganador – Nebu – Por supuesto así que... – Nohemí – También, el dibujo deberá de ser que uno dibujara al otro – Nebu - ¡¿qué?! – Nohemí – si no puedes, bueno, no hay mucho que hacer. Así que daré por asentado que he ganado – Nebu – no, no, no, No, eso no puede ser. Está bien, hagámoslo – Nohemí, inclinando un poco la cabeza a la derecha, dio una sonrisa.

Los dos caminaron un poco más y, seleccionando estar debajo de unos árboles como el indicados, se sentaron uno delante del otro. Sacaron el cuaderno de dibujos y, comenzando a verse directamente, empezaron a dibujar. Nebu, que miraba como el aire jugueteaba con el cabello de Nohemí, comenzaba a sentirse avergonzado. El ver que ella se mantenía serena, era aún más difícil de ignorar. Si se sentía demasiado el correr del tiempo al estar los dos solos en ese sitio, por alguna razón, le hacía comenzara pensar que no debería de continuar.

Nebu, que no dejaba de temblar, pensó – esto es malo, no puedo lograr concentrarme – miró nuevamente el rostro de Nohemí, quien le respondió dando una pícara sonrisa. Nebu, que comenzaba a sonrojarse pensó – No puedo seguir con esto. No debo de seguir, será que estará bien si continuó con esto – sacudió un poco su cabeza – no, recuerda que sólo estas con una amiga de la escuela – respiro profundamente – eso es. Así que no hay nada de que temer. La miraré directamente y voy a terminar de dibujarla – dirigió su vista a Nohemí cuando, sin previo aviso, ella se encontraba frente a él queriendo poder ver cómo iba el dibujo de ella. Nebu, al tener el rostro de Nehemí casi junto al suyo, soltó el cuaderno y el lápiz. Tratando de retroceder, lo único que hizo fue caer de espalda en la grama. Nohemí, al ver como caía Nebu, sin poder contener su risa, se rió a carcajadas. Nebu, levantándose y tomando su cuaderno y lápiz, los alzó. Nohemí, parando de reír, dijo – oye – trato de retomar el aliento – no era mi intención asustarte de esa manera, sólo quería ver como ibas con el dibujo – Nebu, tratando de ver a otro lado, respondió – no, no fue para tanto. Pero, creo que ganaste – Nohemí, con una expresión de sorpresa, dijo – si te molestó que me riera de esa manera, me disculpo. Pero, no es motivo para dejar a medias nuestro reto – Nebu – Para serte sincero, no soy buen dibujante – Nohemí – ¿así? – Nebu – A sí es, por eso creo que deberíamos de dejarlo – Nohemí – no seas así. Yo tampoco soy buena dibujante, mira – tomo su cuaderno y lo alzó para que Nebu viera que era cierto lo que decía. Nebu, sin argumentar nada en contra del dibujo que hizo ella de él, sólo dijo – está bien. Digamos que por esta ocasión tú ganaste y lo intentaremos en otra ocasión – Nohemí – ¿seguro? – Nebu – sí –.

Después de ese momento, se dirigieron a la tienda que estaba unas dos cuadras más adelante. Al llegar, tocaron el timbre y, mientras esperaban que los atendieran, Nohemí dijo – Sabes algo Nebu – Nebu – ¿Si? – Nohemí – En esta tienda se encuentra una señora muy amable. Pero, he escuchado que últimamente se encuentra un poco enferma – Nebu – ¿Así? – Nohemí – así es. Por eso – se dio la vuelta en un giro de noventa grados y, mientras se inclinaba un poco en dirección de Nebu, dio una pequeña sonrisa – quiero traerle algo. Tal vez eso le haga feliz y ayude a que pueda recuperarse pronto – Nebu – Eso sería una buena idea. Pero, que es lo que tienes en mente hacer – Nohemí volteándose en dirección del mostrador, inclino un poco la cabeza hacia atrás, respondió – para serte sincera, no lo sé. – dirigió su mirada a Nebu – Pero me gustaría que me ayudaras a poder pensar en algo –. Nebu estuvo a punto de responder cuando salió la señora.

La señora era alguien que se encontraba aproximadamente entre los cuarenta y cinco, y cincuenta años. Ella, que portaba traje típico característico de Quetzaltenango, salió y les atendió. Mientras les atendía, Nebu pensaba en alguna forma de ayudar a Nohemí. Pero, a pesar de sus intentos en encontrar alguna forma de ayudarla, no logro conseguir que hacer.

Los dos continuaron su camino. Mientras estaban tomando sus chatos, Nebu miraba como terminaba el camino que recorrían juntos y que, a partir de la siguiente cuadra, tendrían que seguir sus propio camino en dirección a sus casas. Ya que no logro pensar en nada, dijo – Bueno, total, no sé qué es lo que esperas que haga –. Por suerte Nohemí no logró escuchar lo que él había dicho.

Al siguiente día, cuando se encontraban ya en la escuela, Nebu, como era costumbre, se encontraba con sus amigos. Entre risas, pasaba el recreo. Nohemí, aprovechando el tiempo, se acercó a ellos y dijo – Disculpen un momento, me voy a llevar por un momento a su amigo – Nebu, que era jalado del brazo izquierdo, quería preguntar el porqué de la forma en que lo llevaba. Pero, sus amigos al ver cómo era llevado, todos dijeron "m...m~ " a lo que hizo que Nebu se avergonzara y dijera – e esto no es lo que parece – uno de ellos le respondió – no te preocupes, nosotros no te interrumpiremos – Nebu – ¡que no es lo que piensan! –.




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