Mi primer amor

Todo comienza a cambiar

Ya había pasado un año y medio desde que se habían conocido, aproximadamente. Estando a la mitad del ciclo del quinto año, todo parecía comenzar a verse diferente a lo habitual. Nada de lo que pasaba por sus mentes era la misma de la del año pasado.

Por alguna razón todos empezaban a juntarse más con los del mismo género. Una muralla entre niños y niñas era lo que se estaba formando. Esto sólo podía ser indicio de una batalla que se llevaría muy pronto entre ellos. Aunque la atmosfera era la única que podía prevenir o advertir cuando era que sucedería todo, el panorama no había cambiado y seguía demostrando ser el mismo de siempre sin poner algo en contra de ello. Por tal caso, podemos ver que seguían platicando entre sí sin dejar una sola huella de nada.

Era un día como de costumbre, todos iban entre carreras para ir a la tienda para poder comprar, antes de que se acabasen lo que querían. Sin poder llegar a tiempo, Nebu se encontraba haciendo fila hasta atrás para poder llegar al fin a su meta, el cual era poder comprar unas enchiladas y un relleno (el relleno es una bola de plátano molido con frijol en su interior y es dulce). Como sus amigos se habían adelantado, aprovechando el instante en que Nohemí le hablo para pedirle que le comprase algo para ella, él no tenía con quien platicar y estaba un poco ansioso por poder comer antes de que el recreo terminara.

Sin previo aviso, Nebu sintió como le era golpeada la espalda desde atrás con fuerza a lo que él termino avanzando un paso. Enojado, volteo para reclamar a quien le había hecho eso. Pero, al darse cuenta de que se trataba de una amiga, se contuvo y dijo – con que eras tú – ella, con una sonrisa en rostro, dijo – así es, quién más podría hacerte eso –. Su amiga era Rosa con quien desde párvulos se conocían. Nebu, que le gustaba jugar mucho con ella, había estado este último año un poco más alejado de ella al encontrarse en secciones diferentes.

Nebu, sacando de su bolsillo un rompecabezas, dijo – oye Rosa, que te parece, si después de comprar, jugamos un poco con este rompecabezas – Rosa – Eso sería fantástico pero, me temo que no podrá ser hoy – Nebu – ¿por qué? – Rosa – pues debo de apurarme a regresar para poder terminar un trabajo en grupo que dejo el profesor – Nebu – Que lastima. En ese caso, que te parece si jugamos una ronda de adivina lo que veo después de clases – Rosa – claro. Así que espérame en tú clase – Nebu – no será necesario. No creo que sea necesario. Sabes algo, será mejor que yo sea quien pase a tú clase por si se llegaran a atrasar en el grupo – Rosa – está bien. En ese caso te voy a esperar – Nebu – esto es una promesa – Rosa – Sí, es una promesa, así que ni se te ocurra romperla – Nebu - como puedes pensar eso, ya sabes que siempre cumplimos nuestras promesas – Rosa – tienes razón –. Mientras Nebu comenzó a conversar con Rosa y a reír con las bromas que hacían, Nohemí había salido de la clase por un momento para ir a ver si él ya había comprado lo que le pidió. Ella, al notar que tardaba demasiado en regresar, se dispuso en ir a ver cuál era la razón. Aunque también tenía en mente poder hacerle una broma al verlo y así hacerle enojar. El rostro enojado y, a la vez, sin poder decir nada en contra o lograr quitarse de encima el hecho de que ella lo haya asustado, era lo que quería.

Nohemí, que se acercaba a las tiendas, pensaba cual sería la mejorar manera de sorprenderlo. Pero, al llegar a los puestos, vio a Nebu y, con una sonrisa, se proponía ir hacia allá. Sin embargo, al ver que Nebu se encontraba feliz con otra niña, se detuvo y, juntando sus manos en el pecho, pensó - ¿ella quién es? Nebu – miró detenidamente como él se reía – no puedo creer que este disfrutando estar con ella sin siquiera haber llevado de primero lo que le pedí – luego dirigió una mirada penetrante hacía Rosa – ella parece ser de otra sección, cómo puede atreverse a distraer a Nebu de esta manera en cumplir lo que ha prometido –. Rosa, al notar que la miraban fijamente, volteo por un instante. Al ver a Nohemí, quien continuó su camino al sentirse descubierta, pensó – Será que me imagine que alguien me estaba viendo – luego regreso la mirada hacia Nebu – bueno, lo que sea –.

Al fin habían logrado llegar a la tienda y compraron. Nebu, apresurando a regresar a la clase, pensaba – no puedo creer que me haya encontrado con ella hasta ahora. Pero, si no me habla, de seguro no me doy cuenta de que esta ahí –. Llegando a la clase, Nebu estaba pensando en que podría ver para poder jugar con Rosa después de clases. Con una sonrisa al ver las infinidades de cosas que podrían hacer, no dejaba de escapar su imaginación.

Al llegar a con Nohemí, le entrego lo un relleno y un coco (el coco se encontraba en una bolsa y eran en tiras). Luego, tomando asiento, no vio que Nohemí estaba enfada al recibir lo que le compro. Pero, como no estaba poniendo atención, él comenzó a comer. Nohemí dijo – Nebu – Nebu – sí – no puedo creer que tardaras mucho en regresar, no vez que el recreo está casi por terminar – Nebu – la tienda estaba llena, así que no es mi culpa – Nohemí, mientras daba un mordisco a su relleno – no puedo creer. ¿Cómo pudiste tardarte tanto con alguien de la otra sección?, por lo menos regresa antes y luego puedes ir a hablar con alguien más – Nebu que no pudo escuchar el balbuceo de Nohemí, además de que estaba comiendo mientras lo decía, solo dijo - ¿ah? – Nohemí – no es nada – Nebu pensó – ahora que se le habrá metido en la mente –. El recreo había terminado y las clases continuaron. Todo parecía que se encontraba ya mejor y, al ver que a Nohemí se le había pasado el enojo, Nebu creyó que sólo se trataba de que tuviera hambre y eso era lo que la había tenido de mal humor.

Al terminar las clases, Nebu le pidió a Nohemí que se fuera sin él ese día, ya que debía de ir a otro lugar antes. A pesar de que Nohemí le insistió en que lo esperaría, Nebu no cedió ante ella. Por lo que, mientras ella comenzaba a salir de la escuela, se detuvo por un momento para ver si Nebu ya venía saliendo para poder irse juntos de regreso a casa. Pero, por más que intentara mantener la esperanza de verlo salir corriendo y que ya había terminado con lo que tuviera que hacer. Ella no sabía muy bien si era buena idea esperarlo un poco más o irse sin decir nada más. Al ver que no salía, no tuvo más opción que irse sin él. Aunque sea esta vez, no sería muy diferente a lo que era antes de conocerlo. El ir y venir sola era algo a lo que ya casi había olvidado después de un año entero, más o menos.




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