Mi Primer Amor

01

—¡Mar, vamos! ¡A levantarse! — escuche a lo lejos como me llama mi nana.

—¡Voy, nana! — le grité para que me oyera. Me levanté y fui a darme una ducha rápida, ya que hoy empezaría mi 4° ciclo en la Universidad de Los Ángeles.

Me emociona siempre los inicios de ciclo conocer a nuevas personas, a los maestros, si bien no soy tan sociable me gusta llevarme bien con los demás, además de que me encanta iniciar nuevos proyectos.

Cuando salí de la lluvia artificial me vestí. Nada fuera de lo común: un pantalón azulado y una blusa crema...

—¡Mar! —. Escuché otro grito, —¡Baja ahora mismo o llegarás tarde! — dijo mi nana ya algo enojada, ella tiene la costumbre de que nunca debemos llegar tarde, eso aprendí de ella y soy maniática del tiempo

Bajé las escaleras refunfuñando y la vi con mi desayuno favorito: jugo de fresa con ensalada de frutas, tostadas y mermelada, eso me puso de buen humor.

—Buenos días—dije dándole un fuerte abrazo a mi nanita.

—Buenos días, mi niña— dijo devolviendo el abrazo, ya más calmada. —Hoy voy a viajar para ver a mis hijos, lo recuerdas verdad.

—Cierto nana, lo había olvidado. No te preocupes, hoy será un día muy largo y agotador, ya sabes primer día — los hijos de ella viven a tres horas. Le dedique una sonrisa —Así que, anda y disfruta de tus vacaciones—. Dije en son de broma.

—Mi niña, que vacaciones ni nada solo serán tres días, voy y regreso— dijo riendo.

—Calla, nana. Es igual y ya se me hace tarde—, me levanté de la silla y fui a cepillar mis dientes. Salí del baño rumbo a la cocina.

—Nos vemos, nanita. Cuídate mucho y diviértete. Saludos a todos—hable dándole un beso en la mejilla.

—Está bien, cuídate mucho y les haré presente, si quieres que venga tu solo dime y yo regresaré ya no te pasará nada.

—lo sé, ya no tengo ataques o algo por el estilo, descuida.

—mataría a cualquiera por ti— me contesto segura de sus palabras.

Le sonríe mientras negaba con la cabeza para evitar hablar de ese tema.

Salí de la casa y subí a mi auto con dirección a la Universidad. Tengo un auto no último modelo ni nada, es herencia, pude arreglarlo un poco con los ahorros que tenía, desde que salí del infierno... Digo mi casa, empecé a trabajar en una cafetería muy concurrida lo cual la paga es buena y las propinas ni que decir.

Cuando llegue revise mi horario y fui directo al salón. Nadie había llegado aún y solo faltaba 20 minutos para la primera clase. Tocó la campana y todos entraron corriendo. Típico del primer día.

—Buenos días, jóvenes. Soy David Rojas y seré su profesor de letras—dijo sentándose en la esquina del pupitre —Muy bien, ahora se presentarán para conocernos mejor, ¿correcto? Además, es el primer día y quiero empezar bien con todos.

—¡Sí! —gritaron todos en el aula.

—¿Quién desea empe...?

—Profesor, disculpe por llegar tarde— interrumpió un joven alto de cabellera castaña, piel caucásica y muy apuesto —¿Me dejaría pasar?

—Bueno, pero que sea la última vez y eso va para todos, no acepto tardanzas, serán profesionales y la puntualidad es primordial— dijo sin emoción en el rostro —Muy bien joven, ya que llegó tarde... ¿por qué no se presenta primero?

El joven asintió y empezó a hablar:

—Hola, soy Dylan Solari. Tengo 22 años, soy de Londres y...— dejó de hablar.

Nos quedamos mirando por unos segundos.

En ese momento todo se detuvo.

Sólo existimos él y yo.

Si es el típico cliché. Negué y yo desvié la mirada algo incómoda. No me gusta que miren mis ojos.

Entonces, continuó:

—Y me gusta tocar guitarra. En fin, eso es todo— dijo dirigiéndose a su asiento.

Cada uno empezó a presentarse hasta que tocó mi turno. Me puse de pie y empecé:

—Hola, soy Marina Alvitez. Tengo 20 años, vivo en Los Ángeles, pero nací en México, me gusta leer, ya varios me conocen y eso es todo—

—eres extraña, ya veo porque eres de México— dijo una chica que si mal no recuerdo su nombre era Jessica.

—y tú para ser de esta ciudad eres bastante inoportuna—. Todos empezaron a reír. La mayoría sabía que si me hablaban mal yo les respondería peor.

— jóvenes silencio— dijo el maestro —esta más decir que no acepto faltas de respeto, por favor.

Claramente, sentí la mirada de alguien. Volteo y era Dylan. Me miraba muy curioso y, por instinto, me sonrojé. Fijé la mirada en el pizarrón hasta que tocó la campana para el cambio de hora. Todo continuó así hasta el receso.

Caminaba hacia la cafetería para encontrarme con Alison, mi mejor amiga desde primaria, ella estudia ciencias médicas.

—¡Mari! —sonríe —Querida, ¿cómo has estado? Que te trae la vida—

—Hola, Ali —digo sentándome en una banca —veo que esas vacaciones en Cancún te hicieron de maravilla, yo estoy bien, ¿y tú?

—Bien, necesitaba esas vacaciones, además las playas son preciosas, era que vayas conmigo. Oye, y es verdad que le callaste la boca a Jessica— dijo riendo

—sabes que no me gusta salir del país y si ya se lo merecía, sabes que tanto tinte le afecta— dije sin importancia y sólo río.

—y ¿sabes si ha entrado un chico muy apuesto de Londres? Hay ciertos rumores sobre ello— dijo elevando sus cejas.

—Sí. Se llama Dylan y está en mi clase, parece ser el típico chico que será popular y todo eso, ya sabes cómo son con los nuevos, tienen toda la atención y la mayoría suele convertirse en populares— en eso suena la campana —Bueno Alison, es primer día y ya nos vemos después, ¿hacemos pijamada? —.

—Está bien Mar, después me cuentas todo con lujo de detalles y no puedo, mi hermano quiere hacer reunión familiar, para presentar a su novia, al parecer están muy enamorados— me observó —Pero, no te salvas de mi interrogatorio— dijo señalándome con un dedo.

—Sí, Ali—solté una pequeña carcajada —Vamos, se nos hace tarde. —dije parándome de la banca. Y caminos juntas como siempre hacemos.




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