Luego del almuerzo decido pasear un poco por los alrededores del colegio, ya que es jornada doble creo que sería mejor despejarme un poco antes de seguir, sin querer me termino topando con un pequeño grupo de personas en una de las mesas del exterior, identifico a Peter, Francisco y a la rubia y pelirroja de esta mañana, conversando muy animadamente, giro sobre mis talones para irme en otra dirección, pero Francisco logra verme y me llama.
- ¡Ariana! – llega a mi lado y me sonríe - ¿es Ariana cierto? – yo solo asiento con la cabeza – bueno creo que no nos hemos presentado correctamente, mi nombre es Francisco, aunque mis amigos me llaman Fran – extiende su mano hacia mí.
- ¿Cómo debería llamarte yo? – pregunto mientras tomo su mano en un pequeño apretón
- Puedes llamarme como quieras, Francisco, Fran, mi amor – dice esto último mientras lleva mi mano a su boca y le da un pequeño beso al dorso.
Retiro mi mano, tratando de no ser grosera, inmediatamente siento como el calor sube hacia mi rostro y tengo que mirar a otra dirección para tratar de disimular un poco mi vergüenza.
- Creo que Francisco está bien por el momento – mi voz suena mucho más suave de lo que pretendía.
- Fran, ¿por qué asustas a la beba? – Peter se acerca a nosotros
- ¿Disculpa? No soy una niña – apretó un poco mis puños a mis costados y lo veo con mala cara.
- Bueno lo pareces – me recorre de arriba abajo con la vista – te ves como un bebe grande, creo que beba te queda de maravilla.
- Compórtate Peter – dice la rubia golpeando ligeramente el hombro de Peter y uniéndose a nosotros – hola, yo me llamo Claudia
No sé cómo terminé así, pero paso el resto de la hora del almuerzo con este extraño grupo: Claudia, la rubia, Amelia, la pelirroja y por supuesto Francisco y Peter, resulta que son vecinos y han estudiado juntos en este colegio desde pequeños, no son desagradables ni nada, pero siento que no tengo mucho en común con ninguno de ellos.
- Ya quítate eso Peter – Claudia toca la bufanda y juega con ella – hay demasiado calor
- No lo creo – él toma la mano de ella y la retira gentilmente – así me gusta, a mí no me molesta
Ella le sonríe de lado y retira sus manos como en señal de paz, pero no quita sus ojos de él, mientras que Peter por su lado continúa la charla con el resto del grupo sin volver a verla, no sé si es mi imaginación, pero noto que Peter me observa seguido, son cortos segundos en los que detiene sus ojos en mí y luego ve en otra dirección.
Para cuando llega el viernes ya todo se encuentra en una pequeña rutina inicial, he conversado muy poco con mis compañeros, pero finalmente he conocido a una persona con la cual poder iniciar una amistad, su nombre es Iris, la conocí el segundo día durante las pruebas para los clubes, ambas quedamos en costura.
Es agradable, amable y nos escuchamos mutuamente, de momento puedo decir que nos llevamos bastante bien, en cuando a Peter y Francisco, bueno no tenemos grandes charlas ni nada por estilo, pero diría que no nos llevamos mal, aunque Peter ha desarrollado la mala costumbre de tomar mis cosas sin mi permiso.
No es nada del otro mundo, pero no puedo evitar molestarme cada vez que lo hace, creo que eso es lo que quiere, porque siempre se sonríe luego de que le reclamo y me devuelve las cosas como si nada.
Hoy para cerrar la semana de adaptación han organizado una pequeña caza de banderas, han reunido a los tres salones en el área verde, escondieron 30 banderas en todo el colegio, quienes consigan las banderas antes de que acabe el tiempo tendrán un premio o algo por el estilo.
Supongo que es otra manera de buscar la integración entre todos, a decir verdad, me parece aburrido, me preocupa más pensar que tendré que convivir con un extraño, pasamos todos a recoger un papelito con un número, quien tenga el mismo número será nuestra pareja, yo tomo el mío y me separo un poco del grupo.
- ¿Qué número tienes? – pregunta alguien tomando el papel de entre mis dedos.
- Devuélveme eso Peter – trato de recuperar el número, pero él lo coloca en lo alto.
- ¿Qué cosa? – frunce las cejas – ha esto – coloca el papel sobre mi rostro – si lo quieres solo tómalo.
Comenzamos una especie de "pelea" en la que yo trato de quitárselo, pero él lo mueve de un lado para otro, es demasiado alto para mí y aprovecha eso para mantenerlo lejos de mi alcance, estoy muy tentada a patearlo, pero no lo hago, de un momento a otro coloca ambas manos atrás de su espalda.
- Lo tengo – digo deteniendo el forcejeo.
Ambos nos quedamos en una especie de abrazo, con la respiración agitada, levanto la vista y me topo con sus ojos, ¿por qué tiene que tener unos ojos tan malditamente hermosos? Por un instante no sé muy bien que decir o hacer, siento como mi corazón comienza a bombear sangre más rápidamente y el calor comienza a invadir mis mejillas.
No ayuda mucho el hecho de que él también se ve un poco sonrojado, aunque puede ser el calor por el forcejeo, nos miramos brevemente, siento la boca seca así que relamo mis labios y el muerde los suyos.
- Peter aquí tengo tu número – grita Francisco doblando la esquina de donde nos encontramos, se detiene cuando nos ve y una sonrisa enorme se dibuja en su cara – lo siento no quería interrumpir, puedo volver más tarde.
- No seas ridículo – Peter deja el papel en mis manos y yo me separo rápidamente.
- Iré a buscar a mi compañero, nos vemos Francisco.
Paso de largo con la esperanza de encontrar a quien sea que tenga el mismo número, esperando que no sea un extraño o que al menos sea alguien agradable para pasar el resto de la mañana.
- Oye beba – grita Peter – yo soy tu compañero.
Detengo mis pasos ante su infantil apodo, me giro porque no puedo creer lo que dice, pero en cuanto me volteo, lo veo sostener el número junto a su rostro, con una enorme sonrisa, Oh no, por favor Dios no, retiro lo dicho, un extraño sería mejor que esto.
Editado: 11.12.2024