Mi primer amor

6 - Otro lente

Este fin de semana mi hermano está de visita, lleva ya dos años en la universidad, y debido a la lejanía solo lo veía en vacaciones, pero ahora que nos mudamos mucho más cerca, nos visita casi todos los fines de semana.

- ¿Estás emocionada? – sonríe mientras conduce.

- Lo estaría si me llevaras a algo interesante – cruzó mis manos sobre mi pecho y hago un pequeño puchero

- Oh vamos Ari, solo vamos a ver, si no te gusta podemos buscar otra opción

- Al menos déjame conducir

- ¿Estás loca? Nunca podrías alcanzar los pedales – le doy un golpe en el hombro – auch, lo vez por eso quiero que intentes algo más que solo aprender a pelear

Mi hermano me lleva al centro para encontrar un "nuevo hobby" cree que al mudarnos es momento de iniciarme en algo más "femenino" como la música o el baile, la idea no me molesta, pero tampoco me encanta.

Tras haber recorrido todo el lugar, hemos visto varias opciones, pero ninguna me ha convencido, así que ahora mismo estamos comiendo un helado en una pequeña plaza, en donde lo más interesante ha sido la academia de música.

- ¿Y bien? – eleva su ceja hacia mí

- No lo sé – me encojo de hombros – ninguno me convence.

- Vamos Ari, algo debería haber llamado tu atención

Un pequeño grito me saca de la conversación, sigo el sonido por curiosidad hasta la esquina de la plaza, me levanto de la banca y tras una columna se encuentra un local con el titulo "Dojo de Karate Do".

Una corriente eléctrica atraviesa todo mi cuerpo, mi corazón se acelera y mis manos comienzan a sudar, no puedo evitar entrar y emocionarme al instante, tiene ventanas amplias por donde entra suficiente luz, hay una pequeña recepción, pero justo al fondo se logra ver un recuadro de color azul y rojo.

Un grupo de jóvenes con trajes completamente blancos realizan una serie de combinaciones de golpes con los puños y patadas, me quedo completamente fascinada con lo que veo.

- Por Dios, no salgas corriendo así – mi hermano me toma por el brazo y me gira, luce muy agitado – oh no, no otra vez

- ¿Qué?

- Tienes ese brillo en los ojos de nuevo – su voz suena resignada – no creo que papá te deje de permiso esta vez, ya sabes que pensaba respecto al Taekwondo

- Tu me ayudarás a convencerlo – pestañeo muy rápido tomando su brazo y poniendo mi mejor cara de niña buena.

Tras obtener toda la información, regresamos a casa, yo estoy más que decidida a lo que quiero, mi padre por su parte no está muy de acuerdo, nunca le han gustado los deportes de contacto, él dice que no tiene nada que ver con que sea una chica, pero estoy segura que es eso, mi hermano practicó jiu jitsu toda su vida y nunca le molesto.

Tras horas de ruego, lagrimas y pucheros, finalmente aceptó, con la única condición que además practicara otra cosa que no tenga nada que ver las artes marciales, así que considerando que quedan en la misma plaza he decidido que también tomaré clases de canto en la academia de música.

El domingo como mi padre lo prometió me acompaño personalmente a inscribirme en ambos lugares, al terminar el colegio iré primero a la clase de canto y luego a la clase de Karate, llegaré tarde a casa, pero he prometido adelantar todas las tareas que pueda en el colegio durante el tiempo libre, para no llegar sobre cargada.

Lo mejor de todo, es que los sábados iré toda la mañana a Karate y luego toda la tarde a las clases de canto, al parecer esos días les gusta unir todos los grupos para fomentar la integración o algo así, no sé que tiene esta gente con tenerlos a todos juntos.

Tras una semana super agotadora, llego el sábado a primera hora a la clase de karate, realmente me ha encantado, es un poco difícil modificar la técnica con la que ya realizaba mis patadas, pero como mi Sensei dice: la constancia y la práctica hacen al maestro.

Comienzo a estirar un poco antes de que inicie la clase, porque quiero practicar un poco lo que aprendí esta semana, luego comienzo a golpear el punch, con cada golpe puedo sentir como el cansancio y el estrés de la semana abandona mi cuerpo, hay algo terapéutico en golpear con todo lo que tienes el saco lleno de arena.

- No está nada mal, solo tienes que girar un poco más la cadera – me doy la vuelta para ver de frente a quién habló – hola beba

- Esto debe ser una broma – mi entrecejo se frunce – ¿acaso estas siguiéndome?

- Creo que soy yo quien debería hacer esa pregunta, ¿acaso no puedes estar sin mí, beba? – cruza sus brazos frente a su pecho y me sonríe de lado

- Solo en tus sueños Peter – imito su pose

- En mis sueños eres menos enojona y amargada

- Solo déjame tranquila, quiero seguir practicando y tú solo quieres molestarme.

- No te lo digo para molestarte – su rostro está completamente serio y sin un ápice de burla – puede que en el colegio me guste hacerlo, pero aquí soy tu compañero y en teoría tu senpai, si te lo digo es porque creo que debes corregirlo para seguir mejorando

No puedo evitar notar que con su traje lleva puesto una cinta azul, que contrasta enormemente con la cinta blanca que yo uso, a decir verdad, me sorprende ver la seriedad con la que se toma esto, nos vemos interrumpidos cuando el resto de estudiantes llega junto al Sensei.

La clase transcurre con normalidad, el día de hoy practicamos primero Kata, que es la parte marcial del Karate, y debo decir que lo amo, la precisión que se debe tener, el control tanto de tu cuerpo como de tu respiración, la ejecución de cada movimiento y giro, es asombroso, me gustó tanto que durante la semana logré memorizar las primeras dos, y el Sensei me felicitó por mi técnica.

Cuando pasamos a la parte del Kumite, que es la parte de pelea las cosas se ponen aun más cansadas, me gusta, aunque he de admitir que la Kata me está gustando mucho más, lo malo es que al parecer aun no controlo muy bien mi fuerza, así que en el trabajo en pareja sin querer terminé golpeando de más a una compañera.




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