Mi primer amor

13 - Ley del hielo

El tiempo pasa de manera tan extraña, no he conversado con él desde nuestra última discusión en el dojo hace mas de dos meses, nuestras interacciones se han limitado ha tareas en grupo y los entrenamientos de karate, en donde apenas nos hemos dirigido la palabra.

Él mantiene la idea de alejarse de mí y yo hago lo mismo, no tengo intenciones de rogarle para que me hable, con todos los demás parece que su relación sigue igual, incluso un par de días después de lo ocurrido siguió tratando a Fran de la misma manera que siempre.

Cuando me acerco a su grupo para hablar con Fran o para preguntar sobre alguna tarea, repentinamente deja de sonreír y se queda callado, sin verme en lo absoluto, llegué al punto en que su actitud me cansó, así que comencé a tratarlo de la misma manera, si él puede yo también.

Ingreso en el domo para la eliminatoria regional, la cantidad de personas es impresionante, hay dojos de todas partes y todos los participantes se encuentran preparándose para dar inicio a la competencia.

- ¿Estás lista? – me pregunta Fran acercándose a mí antes de mi participación en kata.

- Nací lista – le sonrío - ¿sabes como está él? – pregunto bajando la vista, mientras juego con mis dedos

- Los dos son unos ridículos, si tienes dudas, solo ve a preguntarle está por allá

Señala atrás de él en donde puedo ver a Peter practicando su kata en el área de calentamiento con unos audífonos puestos, tal vez sea mi imaginación, pero creo notar que nos ve de reojo y luego aprieta su mandíbula.

Niego con la cabeza y me despido de él pues están anunciando mi categoría y debo irme, este evento es enorme, mucho más grande que la pequeña eliminatoria que tuvimos, así que siguiendo los consejos de Peter no necesito distracciones en este momento.

En cuanto me paro al centro del tatami, me olvido de los gritos de las personas, de los jueces, incluso me olvido de él, me concentro únicamente en mí, en mis movimientos, en mi respiración, utilizo toda la frustración, el cansancio y el enojo que he sentido en estos últimos meses para dar mi máximo esfuerzo en cada Kata.

No quedé primera, pero logré clasificarme en segundo lugar para la nacional, el kumite fue algo completamente diferente, el nivel de estás chicas me pasa completamente por encima, doy mi mayor esfuerzo, pero no es suficiente, quedé quinta, así que no podré ir a la nacional en esta categoría.

Observé el resto de la competencia desde las gradas con mi hermano, mi padre no pudo venir en esta ocasión, Peter logró clasificar en primer lugar en ambas categorías, y aunque estuve verdaderamente feliz por él, sentí una opresión en el pecho en cuanto ganó, y no fue porque no estemos en buenos términos, sino que al terminar su cara se veía inexpresiva, como si haber ganado no significara gran cosa.

Me encantaría decir que después de eso, volvimos a hablar como antes, pero la verdad es que no, él seguía sin querer hablar conmigo y yo seguía en mi idea de no buscarlo, si fue él quien se alejó, es él quien debería dar el primer paso para volver a hablar.

La verdad es que, entre los entrenamientos, las tareas y las clases de música, ni siquiera he notado su ausencia, es en serio, apenas y he notado que come menos en el almuerzo, o que últimamente se ve tan agotado que toma siestas en la biblioteca en los tiempos libres cuando cree que nadie lo ve.

Juro que estos meses no he extrañado para nada sus constantes bromas, el como siempre tomaba mis cosas o el simple hecho de poder hablar con él sobre los entrenamientos o de cualquier tema que se nos ocurriera para matar el tiempo.

Ni siquiera entiendo por qué estamos peleados, no creo haber hecho nada para merecer esta ley del hielo que me ha impuesto desde hace tantos meses, a estas alturas me parece ridículo sea cual sea el motivo.

No puedo creer que estemos a solo un día del campeonato Nacional, nos tienen a todos estudiando para los exámenes de fin de ciclo, pero debo ir a comprar algo para mantenerme activa o terminaré quedándome dormida, cuando regreso noto que Peter tiene mi estuche de lápices.

- Deberías aprender a pedir las cosas – me acerco a su escritorio

- No sé a qué te refieres Ariana – sigue escribiendo sin verme

- Esto – señalo el estuche – es mío

- Claro que no – levanta su vista y no puedo negar que extrañaba ver esos ojos miel de cerca – esto es de Fran

Lo veo extrañada, porque no hay manera de que eso sea cierto, me acercó mucho más a su escritorio y me agacho un poco para quedar a su altura.

- Es una excusa muy torpe hasta para ti – me ve con mala cara y yo ruedo los ojos

- Creo que la que debería aprender a buscar una buena excusa para hablarme eres tú beba – se levanta de su escritorio y me encara con una sonrisa de lado

- Por favor, no te hagas Williams, revisa el nombre en la parte de adentro del estuche – lo reto con los brazos cruzados

Toma el estuche con una sonrisa burlona, que se borra en cuanto ve mi nombre, me lo extiende de mala gana y yo le ofrezco mi mejor sonrisa de satisfacción.

- Creo que esta la gana el cono tierno – sonrío recordando como me llamó la primera vez que hablamos.

Durante el receso me encuentro a Fran en uno de los pasillos e inmediatamente lo abordo porque algo ha rondado mi cabeza desde la mañana.

- ¿Fuiste tu cierto? – él me sonríe de manera cínica – no puedo creerlo, ¿por qué lo hiciste?

- Los dos me tenían harto, tu preguntando constantemente cómo estaba él y él preguntando todo el tiempo por las clases de canto solo para ver si le decía algo de ti

- Eso es ridículo

- Solo di gracias y resuelvan de una vez por todas su situación

Sonrío y él hace lo mismo, al final compartimos un abrazo, un poco más largo de lo normal, Fran se ha convertido en un gran apoyo estos meses y agradezco enormemente el poder llamarlo amigo, Iris y él han sido de mucha ayuda para soportar los momentos de tensión en casa por el Karate y a superar el desánimo por la situación con Peter de los últimos meses.




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